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en primera líneaJosep Miró i Ardèvol

12 problemas decisivos de España (II)

Nuestros gobernantes deberían desfilar vestidos con tela de saco y ceniza en sus cabezas para mostrar su arrepentimiento y optar por una señora reforma administrativa

En la primera parte de este artículo (31-1-2024) expuse seis de estos problemas decisivos: la degradación de las instituciones del Estado, la partitocracia y la política, la transformación del Estado de derecho en un Estado de leyes, la gran masacre nunca examinada en relación con la covid, la crisis de población y el insuperable problema de la productividad española.

Cierro la consideración con los seis restantes:

7. La erosión de la familia y una política de Estado contraria a ella. La familia estable y con hijos es el fundamento necesario del estado del bienestar en sociedades de productividad moderada. A pesar de ello, su erosión sigue imparable con la inestimable ayuda de los gobiernos y la cultura oficial, que le niega el pan y la sal. El 46 % de los niños nacen fuera del matrimonio. El número de matrimonios por 1.000 habitantes ha caído sin parar hasta ser solo del orden de 3,5. Cada año se dan 2 matrimonios por cada divorcio. Los abortos representan casi 1 de cada 4 embarazos y alcanzan el 30 % en Asturias, Canarias y Barcelona. Los costes sociales de transacción y oportunidad de todo esto van asfixiando al estado del bienestar.

8. La lucha de géneros como sustituto más destructivo de la lucha de clases. El feminismo, la defensa de los derechos de la mujer como ciudadano, han mutado en el feminismo de lucha de géneros. Es el fruto de la alianza objetiva entre el cosmopolitismo de la globalización y la progresía de género. El resultado es el crecimiento de las desigualdades porque las causas reales –las económicas– están fuera de foco. Solo hace falta ver cómo el Ministerio para la Igualdad carece de la mínima competencia económica. Sus consecuencias sobre las instituciones familiares y las relaciones personales y sociales son demoledoras, pero aquí casi nadie hecha cuentas ni hace balance.

Lu Tolstova

9. De la neutralidad confesional al ateísmo de Estado. La Constitución establece la neutralidad confesional del Estado y su colaboración con las distintas confesiones y específicamente con la Iglesia católica. Pero esta realidad se ha transformado en un ateísmo de Estado donde toda referencia oficial a Dios está vetada, y la Iglesia ha sido convertida en chivo expiatorio. La sociedad española no es laica, sino plural y eso es lo que reconoce la Constitución en términos positivos. El espacio y las instituciones públicas no tiene una determinada confesión religiosa, pero no porque las expulsen, sino porque asume a todas las reconocidas. Aceptar impasible el ademán, como se ha hecho, de un modo de Estado de ateo es un mal que debe ser revertido.

10. La emergencia de un sistema de enseñanza. Desmoronado, sin soluciones a la vista, somos líderes europeos en jóvenes nini, abandono escolar temprano y en su consecuencia, el paro juvenil. Tenemos un ínfimo porcentaje de alumnos en niveles máximo de la clasificación PISA (5 y 6) y abundantes en aquellos (1 y 2) que señalan que no se alcanza el mínimo necesario. Eso sí, disponen de fácil acceso a la pornografía, al alcohol y a drogas de todo tipo. ¡Y fiesta!, que son cuatro días.

11. Campeones perennes de Europa en paro crónico y menosprecio laboral por todo aquel que se acerca a la cincuentena. ¿Cómo puede ser que crezca de forma extraordinaria la inmigración, que sea ella la que ocupe los puestos de trabajo que se crean por la ínfima calidad de estos, como mínimo en términos de productividad, no se encuentren profesionales para determinadas actividades económicas y nuestro paro siga siendo de los más grandes de Europa? ¿Por qué resulta tan difícil para los mayores de cincuenta años encontrar un trabajo sin reacción gubernamental? ¿Es humano un país que menosprecia a los que han trabajado toda su vida? Suerte que gobierna la progresía y el Ministerio de Trabajo es gestionado por Barbilandia.

12. La degradación de las administraciones públicas, carentes de toda medida de eficiencia y eficacia, el «vuelva usted mañana» elevado a la categoría digital de la cita previa inalcanzable, las colas interminables de la sanidad y la dependencia, un sistema escolar hecho añicos y una legislación fiscal Frankenstein. Nuestros gobernantes deberían desfilar vestidos con tela de saco y ceniza en sus cabezas para mostrar su arrepentimiento y optar por una señora reforma administrativa, que la dote de eficacia, de eficiencia, mida la productividad, en lugar de confundir que la mejora consiste siempre en gastar más sin valorar nunca los resultados.

  • Josep Miró i Ardèvol es presidente de e-Cristians