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En Primera LíneaMariano Gomá

El futuro en nuestras manos

Es el momento de que los ciudadanos españoles llamados al voto seamos conscientes de que en nuestras manos va a estar nuestro futuro en libertad y progreso

Cabalga hoy España hacia momentos cruciales en nuestra democracia que van a marcar el rumbo futuro del país puesto que, aunque no vaya a representar un más que necesario cataclismo político en el presente, sí puede indicarnos el camino de la liberación de los españoles y el despertar de ese mal sueño al que poco a poco y torpemente nos hemos entregado.

Las elecciones vascas, catalanas y europeas van a ser una gran oportunidad, nuestra oportunidad de manifestar en las urnas lo que queremos dejando clara constancia de si miramos al frente, a un futuro próximo de transparente horizonte o seguimos como sumiso y condenado ganado al matadero, cuando no a la trituradora de cuerpos, almas y sentimientos.

Se nos acercan días decisivos para dejar colectiva constancia de si queremos unas comunidades vascas y catalanas que apuesten por un futuro en convivencia, progreso y libertad compartiendo idiomas, costumbres, maneras, singularidades y tradiciones o seguir instalados en la bronca permanente, en la queja ya cansina para todos, en la guerra y quema de símbolos y banderas o en la constante petición de limosnas con una mano mientras se blande el puñal en la otra para destripar la concordia en convivencia. Claro, todo ello mientras la economía, la excelencia y el prestigio descienden a las catacumbas de la invisibilidad, la insonoridad y por consiguiente, la inexistencia.

Mientras eso puede suceder en Cataluña, en el País Vasco podemos llegar a ver monumentos a la dinamita, cómo pueden llegar a ser santificados asesinos y terroristas, y cómo la violencia puede llegar a ser la marca blanca para alcanzar la meta de un pueblo aldeano al que nadie va a entender y quizás ni falta que les hará desde su encierro en un rincón olvidado, tan solo con bellos paisajes, que subsista como atracción turística de primitivos ritmos como el txistu, el aurresku o los forzudos aizkolaris y harrijasotzeas, al igual que se visitan las aldeas massai o las comunidades aborígenes o maoríes. Pero lo peor es que todo ello se puede producir ante la presencia y aplauso en primera fila del partido nacionalista vasco que, como siempre, anda con un rosario en una mano y una daga en la otra.

Con los resultados de todo ello vamos a votar a Europa por no decir que Europa nos va a ver votar el destino de nuestro bloque en el mundo que es y va a ser fundamental en los convulsos tiempos que se avecinan. Aunque los medios de comunicación al servicio de Sánchez y su Gobierno y mercenarios, salvo honrosas excepciones, lo silencian o manipulan, es bien cierto que Europa nos mira cruzando los dedos, con todas las alarmas conectadas y con esa cara de espanto que genialmente plasmó Edvard Munch en su Grito.

Veremos pues qué puede esperar Europa de los ciudadanos españoles si semanas antes de las elecciones de todos no han sabido poner orden y rumbo en su propia casa mientras dejan el camino libre al caos, la transgresión, la mentira y todas aquellas doctrinas que con sangre tanto daño han hecho a la comunidad europea. Veremos.

Me atrevo modestamente a opinar que los españoles deberíamos de una vez defender un concepto de país fuerte, libre y unido siendo para ello la única solución posible y contundente en mayorías decisorias, la generosidad de una gran coalición de fuerzas pluriideológicas que dejen al margen los extremos que solo pretenden el derribo de España entre los que lamentablemente se encuentra el partido de Sánchez que poco tiene ya del histórico partido socialista.

Solo una gran concentración de fuerzas políticas actuando unidas bajo el consensuado liderazgo y autoridad de alguien del que nadie dude de su valía y convicciones en cuanto a España y su régimen democrático, podrá obtener la energía y el poder necesario para en un tiempo de corta duración, corregir los desajustes que el tiempo y la evolución social han afectado a nuestra Constitución para después, con unos instrumentos democráticos bien engrasados convocar unas elecciones en las que las diferentes opciones ideológicas y programas de gobierno se presenten ante los españoles y el país decida el camino a seguir y por tanto su futuro en paz y libertad.

Claro está que para ello se requiere un esfuerzo de generosidad en el que, dejando de lado vetos, egos, afanes y parcelas de poder, se asuma como necesario y prioritario sacar al país del atolladero en el que entre todos lo hemos metido y, liberado de cadenas, cepos, mentiras, venenos y aprovechados mercenarios, consiga volar con un viento fresco y renovado.

Es obvio y eso lo sabemos todos, ciudadanos y partidos, que ganar de penalty o salvados por la campana no es la solución, pues solo fomenta la bronca, aviva el fuego y la victoria no será real, sino de quien tenga el árbitro comprado siguiendo así un poco más, sentado en un sillón bomba, mullido pero bomba, que han armado los que saben de eso y lo harán estallar cuando les convenga eyectando al espacio a su ocupante.

Es por tanto el momento de que los ciudadanos españoles llamados al voto seamos conscientes de que en nuestras manos va a estar nuestro futuro en libertad y progreso, y nuestras manos van a depositar el voto que en estos momentos España está necesitando para barrer toda la inmundicia acumulada.

Nunca ha estado tan clara nuestra responsabilidad como españoles. Que así sea.

  • Mariano Gomá es presidente de Foro España Cívica