Más madera...
Somos los conductores de un tren que necesita de su propio armazón para alimentar su caldera. Nos hemos consumido a nosotros mismos con tal de seguir subidos en él sin saber hacia dónde nos lleva
La realidad de nuestro tiempo político nos rebela un daño infringido a nuestra capacidad de esperanza, con un futuro incierto que se inflama por momentos con el desasosiego del panorama internacional.
Tenemos que resolver demasiados interrogantes para las escasas herramientas almacenadas en nuestra caja de habilidades.
Hemos descuidado durante muchas décadas el equilibrio de nuestros egos con la trascendencia de la razón con nuestra imaginación, del esfuerzo con la desidia de un consumo exacerbado con la tecnología.
Este descuido ha hecho posible el avance de la quiebra de un país como el nuestro. Comenzamos a ser un país desahuciado que debemos nuestra deuda a inversores extranjeros. Grave asunto... como tantos otros.
Las ideologías que nos educan han pretendido y, en muchos casos, han conseguido mentirnos utilizando el sistema de igualación, confundirnos acerca del pasado, crear un presente falto de valores éticos, construir una verdad inverosímil, desproteger al sentido común en favor del relato extremo, el opiáceo a nuestros jóvenes del «todo vale».
Las consecuencias de yacer bajo el efecto de una adormidera nos han embriagado de una maldad que no podíamos sospechar.
Somos los conductores de un tren que necesita de su propio armazón para alimentar su caldera. Nos hemos consumido a nosotros mismos con tal de seguir subidos en él sin saber hacia dónde nos lleva.
Ya no nos quedan dudas al respecto. ¿Qué más nos queda por ver? Después del último mes, el ladrocinio intelectual, mental, económico y moral es inimaginable. No deseamos un desembarco de las huestes ideológicas en los medios de comunicación para arremeter por el simple hecho de justificar lo injustificable.
La paz y prosperidad merecen un respeto político, ausente del engaño, de la corrupción, de la mezquindad, de la burla y de la carcajada que se propaga por las bancadas.
Tan frágiles nos hemos mostrado que somos capaces de aceptar la censura que se nos está imponiendo, el uso indiscriminado de las instituciones, el libre albedrío de unos políticos que perjudican a los más desfavorecidos.
No sigan echando «más madera» y váyanse, déjenlo. Desde todas las filas constitucionalistas se lo piden encarecidamente. Europa ya solicita la cancelación de los fondos económicos e iniciar un proceso de rescate a España.
Es preciso que el país invertebrado que sostenemos despierte y rompa el muro que éste gobierno social comunista nos ha impuesto. Mientras esto sucede, el Gobierno se ocupa de sacar, contra su voluntad, a los monjes del Valle de los Caídos. Es un club de la comedia, un circo.
Observen los presupuestos del Estado, educación, justicia y cultura en la cola de la lista. Así la falta de pensamiento, de juicio crítico, de ciudadanos sin ideales, donde la mitad del país subvenciona a la otra mitad. Una sociedad opaca. ¿Qué fue de la transparencia social comunista?
«Más madera», decían Los Hermanos Marx en el Oeste, desvencijando el tren con tal de que siguiera en marcha.
Más madera, que ya queda poco para que el PSOE se desintegre a la mayor gloria de su «Merlín» de turno.
Más madera...
- Pedro Fuentes es humanista