El amo del mundo
Quizás ha llegado el momento de pensar que se necesita un proceso de regeneración del propio partido y recuperar al PSOE democrático, desterrando al PSOE del amo
¿Quién degrada la democracia? La reflexión colectiva y cívica debe afectar a todos. Evidentemente, a los primeros que debe afectar es a los gobernantes, sin olvidarnos de la urgente necesidad de recuperar las conciencias.
Supongo que un ministro es un gobernante, aunque en esta nueva democracia española deberíamos recapacitar sobre los señalados al cargo y al dedo que los señala. Estos servidores públicos no están atentos a la cordura de su servicio al Estado y, por lo tanto, a la ciudadanía.
Como dijo Gandhi, es responsable y obligado «cuidar tus pensamientos porque se volverán palabras». Algunos piensan que alguien es el amo y lo acuñan como una expresión de un progresismo que daña la democracia.
«Cuida tus palabras porque se volverán actos», y se actúa como si alguien fuera el amo del país. Grave error porque tan sólo es un servidor público. De lo contrario se daña a la democracia.
«Cuida tus actos porque se volverán hábitos» y ya Aristóteles apuntaba «qué somos lo que hacemos cada día». ¿No será que el ejercicio del amo nos está falseando la democracia?
«Cuida tus hábitos porque forjarán tu carácter» ¿El carácter del amo es el de un demócrata? Que antagonismo el amo demócrata.
«Cuida tu carácter porque formará tu destino» y algunos piensan que su destino es ser el amo de la democracia por exclusividad de la demagogia progresista.
Triste euforia la de un servidor público que traduce su vida política en una terminología que raya en sinonimia de fascismo, caciquismo y otras veleidades que no son dignas de un demócrata. Exceso de pasión adolescente que divide a los españoles y corta la piel de nuestro país por la mitad, sin entender que la existencia del amo limita la vida democrática de los propios ciudadanos.
Si un gobernante limita la libertad de once millones de españoles, por exclusión, por desidia hacia su decisión de voto, entonces, sí existe un amo. Que larga es la lengua de los servidores del amo.
No queremos un amo, señor ministro. Por ello el voto no pretende quebrar al PSOE. Quizás ha llegado el momento de pensar que se necesita un proceso de regeneración del propio partido y recuperar al PSOE democrático, desterrando al PSOE del amo. Lo piden a gritos los propios históricos del partido mientras usted, señor ministro, se queda sordo «al volver a la guerra de las Malvinas».
Sepa que no queremos un amo. Deseamos a un servidor público que resguarde la libertad y prosperidad de nuestra democracia, que atienda al bien común y que no demonice a la mitad de un país encerrándolo en la fachosfera, término más propio de un amo, que de un demócrata.
Cuando un pueblo o un político necesita de un amo, es que dejó de pensar, de existir y abandonó su identidad para entregársela al amo entre lloros, estupidez y demagogia.
¿No será que el amo, en el fondo de su corazón, anhela ser el protagonista de Verne en Dueño del mundo?