Un Plan Marshall para África
La Unión Europea debería estudiar, sin demoras innecesarias, la posibilidad de un tratado económico y social con los países del Magreb y del Sahel, además de con Egipto
El problema que para Europa representa la inmigración requiere otro abordaje que no se limite a infructuosas polémicas entre países y partidos políticos, tanto en la Unión Europea como dentro de España. El momento no puede ser más oportuno con la renovación de las instituciones europeas: Parlamento, Consejo Europeo y Comisión Europea.
La Unión Europea debería estudiar, sin demoras innecesarias, la posibilidad de un tratado económico y social con los países del Magreb y del Sahel, además de con Egipto, con el objetivo de crear nuevas oportunidades de crecimiento económico y de empleo en los países de origen y tránsito de los migrantes hacia Europa. Ha llegado el momento de enfocar a largo plazo, de forma amplia y sostenible las causas estructurales de la migración de África hacia Europa.
Un buen caso de estudio podría ser NAFTA, el Tratado Libre de Comercio de América del Norte firmado en 1994 por los Estados Unidos, Canadá y México. Pese a que NAFTA no era una unión económica, sino un acuerdo de libre comercio cuyos objetivos incluyen la liberalización de las restricciones a la inversión extranjera, sus resultados han sido muy positivos. En los veinticinco años desde 1990 hasta 2015, el Producto Interior Bruto (PIB) creció en México un 335%, un 202% en Estados Unidos y un 161% en Canadá. Mientras que la Renta Nacional Bruta (RNB) per cápita aumentó, en el mismo periodo, un 253% en México, un 132% en Estados Unidos y un 126% en Canadá.
México, el país menos desarrollado de NAFTA, experimentó, durante esos veinticinco años, mejoras extraordinarias en su desarrollo humano:
1. El porcentaje de la población que dispone, por persona, de 1,90 $ al día (en paridad de poder adquisitivo en 2011) pasó del 7,1% en 1990 al 3,0% en 2015
2. La proporción de la renta nacional correspondiente al 20% más bajo subió en esos 25 años del 3,6% al 5,1%
3. La tasa de mortalidad en menores de 5 años bajó del 47 por cada 1.000 nacimientos en 1990 al 13 por cada 1.000 nacimientos en 2015
4. La prevalencia de bajo peso en niños menores de 5 años descendió del 13,9% en 1990 al 2,8% en 2015
5. La escolarización en secundaria subió del 53% al 91% entre 1990 y 2015
6. El acceso a servicios de saneamiento mejorados pasó del 66% de la población en 1990 al 85% en 2015
Aunque los entornos económicos y sociales de los estados de Magreb y Sahel no son los mismos que los de México, la brecha actual per cápita en la Renta Nacional Bruta (RNB) per cápita entre ellos y los países del sur de Europa no es tan distinta como la brecha que había entre México y Estados Unidos en 1990. En ese año, la RNB per cápita en México era del 11,4% de la de Estados Unidos. En 2015, la RNB per cápita de Argelia representaba el 11,9% de la de Francia, mientras la RNB per cápita en Marruecos equivalía al 10,7% de la de España y la de Egipto era un 10,2% de la de Italia.
Por lo que es muy razonable creer que tales brechas en los ingresos personales no impedirán las mejoras en las condiciones económicas y sociales de dichos estados, como las que experimentó México a través del tratado NAFTA, y, además, los países del Sahel se beneficiarían de la expansión económica de los estados del Magreb y de Egipto. Desafortunadamente, Libia debe ser considerada como una excepción ante estos beneficios hasta que pueda estabilizarse la situación actual de división del país y falta de seguridad.
La propuesta del Tratado Económico y Social debería abordar con un enfoque a largo plazo, amplio y sostenible las siguientes cuestiones:
1. Reducción de las barreras comerciales.
2. Promoción de las inversiones con una mejora en las garantías legales.
3. Mejora de las condiciones de la deuda externa para los países del Magreb y
Sahel, además de Egipto, en el marco del Club de París.
4. Desarrollo de los pequeños negocios locales al igual que de las cooperativas.
5. Construcción de infraestructuras.
6. Desarrollo de los derechos humanos, incluyendo los de los migrantes de otros
países africanos y la protección de mujeres y menores.
7. Educación, con especial énfasis en la formación profesional, el acceso igualitario para las mujeres y la mejora de la formación de los profesores y de sus salarios.
8. Salud, saneamiento y protección ambiental.
9. Acceso a agua potable y energía sostenible.
10. Buena gestión pública y estabilidad política, con un aumento constante del número de mujeres con responsabilidades políticas.
El Tratado propuesto debería cubrir por lo menos un periodo de 15 años (2024-2039), para poder ser financiado en dos periodos plurianuales de siete años cada uno en el Marco Financiero plurianual (MFF) de la Unión Europea.
Este acuerdo multilateral, a través de un tratado de la UE con más de diez países africanos, tiene múltiples ventajas:
1. Garantías de un enfoque a largo plazo que llegará más lejos que las soluciones a corto plazo, para contener las corrientes migratorias, adoptadas recientemente en las cumbres europeas.
2. Se ocupa de los problemas estructurales que forman los factores de empuje de la migración desde África.
3. Implica a los países de origen y tránsito de migrantes en el desarrollo económico y social, así como la protección de los derechos humanos
4. Fija un sistema de cooperación más flexible entre los miembros de la UE para superar la falta actual de consenso e insuficiencia de solidaridad, al igual que sus promesas incumplidas de financiación y la recolocación de migrantes.
Luis Peral Guerra
Economista y abogado