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En primera líneaFernando Gutiérrez Díaz de Otazu

Santiago Apóstol, patrón de España

Es muy difícil disociar la historia de nuestra nación de la de los muchos santos que en el transcurso de la misma han representado lo más identificable de nuestra presencia en el mundo

Hemos celebrado esta semana, en nuestra nación, la festividad del Apóstol Santiago, Patrón de España, de las comunidades autónomas de Cantabria, Galicia, Madrid, Navarra y País Vasco y de la Especialidad Fundamental de Caballería de nuestro Ejército de Tierra, en lo tocante al ámbito de la milicia.

Lu Tolstova

Santiago era natural de Betsaida, ciudad de la Palestina romana, hijo de Zebedeo y hermano del evangelista San Juan, el llamado discípulo favorito de Jesús, aunque ambos formaban parte de su entorno más inmediato desde el inicio de su vida pública. Junto a su hermano Juan y a San Pedro, fueron los tres discípulos que estuvieron presentes en la Transfiguración en el Monte Tabor, en la agonía de Getsemaní y en otros acontecimientos importantes de la vida de Jesús. Fue el primer Apóstol que murió por predicar el mensaje salvador de Cristo. Su energía y firmeza, así como la de su hermano, hicieron que el Señor les diera el sobrenombre de «Boanerges», los hijos del trueno. La actividad apostólica de Santiago se desarrolló en Judea y Samaria y, según una venerable tradición –avalada por importantes testimonios–, llegó a España en donde, igualmente según la tradición, se le apareció la Santísima Virgen María, en cuerpo mortal, dando lugar a la veneración del Pilar de Zaragoza. Vuelto a Palestina, sufrió martirio, siendo decapitado hacia el año 44 por orden del Rey Herodes Agripa. Sus restos fueron trasladados a Santiago de Compostela, centro de peregrinación, principalmente durante la Edad Media, aunque conservando hasta el día de hoy su carácter de centro de peregrinación y que se mantiene como un significativo foco de fe para toda Europa.

Releyendo la biografía de Santiago Apóstol, me ha venido a la memoria una oración que, recogida en un breve, pero rico, devocionario del Arzobispado Castrense de nuestras Fuerzas Armadas, se encuentra expuesta en un pequeño oratorio existente en la Comandancia General de Melilla y que reza de la siguiente manera:

Dios, Padre nuestro,
que por designio de tu infinita bondad
has puesto a España bajo la protección
de la Inmaculada Concepción y del Apóstol Santiago,
haz que en nuestra Patria
la sabiduría de sus autoridades,
la lealtad de sus Ejércitos
y la honestidad de sus ciudadanos
robustezcan entre nosotros la verdad y la libertad,
la justicia y la paz, la unidad y la concordia.
Concédenos,
por intercesión de la multitud de santos
que han sido en nuestro suelo patrio testigos de tu amor,
permanecer siempre fieles
a las profundas raíces cristianas de nuestra historia.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.

Es muy difícil disociar la historia de nuestra nación de la de los muchos santos que en el transcurso de la misma han representado lo más identificable de nuestra presencia en el mundo.

La semana que viene, el miércoles, día 31, conmemoraremos la festividad de otro de esos grandes santos de la historia de la Iglesia Católica y de la historia de España que nos permiten identificarnos como nación ante el conjunto de la humanidad. Se trata de San Ignacio de Loyola, también vinculado a la milicia en sus años juveniles y posterior fundador de la grandísima obra misionera, educativa y de culto al conocimiento y a la sabiduría que representa la Compañía de Jesús.

De acuerdo con el martirologio romano de 2005, en el que, a pesar de su nombre, no se citan los mártires, sino los santos y beatos de la Iglesia Católica, en esa fecha, la iglesia contaba con unos 7.000 entre ambas categorías, de los que unos 1.800 eran españoles. El país con más santos reconocidos por la Iglesia Católica es España con 747. Le sigue, en segundo lugar, Italia, con 331 y Francia, en tercero, con 163. El cuarto lugar lo ocupa el Reino Unido, con 100 santos, el quinto Polonia, con 75 y el sexto Alemania con 50 santos.

Algunos de los santos españoles son muy conocidos y forman parte, no sólo de la Historia de España, sino de la Historia amplia de la humanidad, por haberse desplazado por muchas partes del mundo en las que dejaron su impronta, tales como San Ignacio de Loyola, San Francisco Javier o Santo Domingo de Guzmán. Otros lo son por su legado espiritual, tales como Santa Teresa de Jesús o San Juan de la Cruz y otros por su canonización más reciente y por lo tanto más próxima para muchos fieles, tales como San José María Rubio o San Josemaría Escrivá de Balaguer. Un elevado número, como queda dicho, que hace de nuestra nación, la nación con más santos de la Iglesia Católica.

Se suele decir que España es un referente mundial en muchos sectores vinculados a la fraternidad humana, tales como adopciones, trasplantes de órganos y preponderancia de un modo de entender la realidad solidario con los que sufren.

Hay quien vincula este modo peculiar de interpretar las relaciones humanas, desde una perspectiva de cordialidad y capacidad de mestizaje, con las doctrinas políticas en las que se vienen articulando en la edad moderna las distintas formas de interpretar el mundo. Así, atribuyen a los españoles sus buenos sentimientos al hecho de ser mayoritariamente de izquierdas, tratando de identificar, de un modo bastante interesado y simplista, la bondad con la izquierda y la maldad con la derecha. Vienen a decir que los españoles son generalmente buenas personas y tienen sentimientos solidarios porque son mayoritariamente de izquierdas.

En mi opinión, lo son porque son herederos de un legado de concordia y fraternidad que se encuentra intrínsecamente enraizado en los principios del cristianismo de los que nuestra nación a lo largo de los siglos ha sido afortunada depositaria. Conservemos ese legado como uno de nuestros más preciados valores descriptivos de nuestra forma de identificarnos ante el mundo, conservando lo mejor de nuestras tradiciones entre las que no podemos obviar la de mantener el culto a los muchos santos que en España han dado forma y continuidad a las raíces cristianas de nuestra historia bajo el patronazgo de Santiago Apóstol, Patrón de España.

  • Fernando Gutiérrez Díaz de Otazu es senador por Melilla