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En primera líneaJuan Van-Halen

La poesía, arma política

Como modesto reflejo poético de la realidad que vivimos en España en este sanchismo rampante, traslado al lector tres sonetos escritos en mi tranquilo verano campestre

«La poesía es un arma cargada de futuro» escribió Gabriel Celaya. Así, también como expresión socialmente comprometida, sintieron la poesía grandes autores. Desde Quevedo a Neruda, desde Rimbaud a Blas de Otero. Pero, aunque pueda alzar planteamientos sociales, la poesía es una creación artística apreciada sin más por su belleza, sin descartarla como vehículo para comprender y desmitificar el mundo desde la entraña de sus problemas. Y es, al tiempo, una construcción bella que desborda el «yo» del poeta, sus emociones desde el verso. La lírica y la denuncia pueden ir unidas porque el poeta vive abierto al universo y a su tiempo. Anna de Noailles escribió «Dije lo que vi y lo sentí».

Ya Platón apunta la concepción del compromiso poético como un bien superior, casi religioso, y a la poesía le concede una especie de misión extraordinaria, de revelación, de influencia prominente, aunque el filósofo griego aleja al poeta de los asuntos mundanos de la ciudad y su gobierno, ya que le entiende lejano y excluido, desde ese componente sagrado, de la argumentación ineludible para las controversias políticas.

Desde el siglo XX, superado crecientemente el halo del romanticismo en la poesía, se potencia esa arma poética desde la llamada poesía comprometida. Hablé mucho de ello con Vicente Aleixandre y Ángel González. Desde el compromiso, el poeta expresa, como herramienta, sus opiniones sociales y políticas en los versos, un camino que a veces es más ensoñación que realidad útil.

Lu Tolstova

El poeta es, al tiempo, su «yo» y su otro «yo». El ejemplo paradigmático podría ser Pessoa. Rimbaud lo explicita escribiendo «yo soy otro» y yo mismo tengo un libro titulado Vivir es ser otro, de 2006, premio Paul Becket. El verso puede convertirse en una palanca para despertar conciencias, acciones y reflexiones en los ciudadanos dormidos sobre la realidad que viven y sus problemas. El amor a la libertad es uno de los puntales temáticos de la poesía comprometida. Paradigmático es el poema Liberté de Paul Eluard.

La poesía, tanto como la prosa, puede incitar a las conciencias desde un lenguaje capaz de enriquecer el debate social y político, de crear opinión, de hacer llegar a la ciudadanía problemas que acaso no había valorado en su dimensión real. Hay ejemplos de políticos eminentes que fueron poetas y de hechos históricos alentados por la poesía.

El 25 de agosto de 1830, enfervorecidos por los versos «Amor sagrado a la patria» de la ópera La muda de Portici, de Auber, en el teatro bruselense de La Moneda, el público salió a la calle gritando «¡Viva la libertad!» y provocó disturbios y asaltos a edificios oficiales de los holandeses. Comenzaba la revolución que daría la independencia a Bélgica. En España, los versos en los frentes animaron a los combatientes en la Guerra Civil. En el bando republicano sobre todo los de Miguel Hernández y en el nacional, entre otros, los de José María Pemán o Agustín de Foxá. El propio Napoleón escribió poemas patrióticos y la duquesa de Abrantes en sus memorias nos traslada uno de ellos. Su calidad deja mucho que desear, pero por su autor merece mención en estas líneas.

Debemos a Sartre, en ¿Qué es la literatura?, de 1945, una afirmación considerada controvertida: «Indudablemente, la emoción, incluso la pasión, y por qué no la ira, la indignación social, el odio político, son el origen del poema».

Como modesto reflejo poético de la realidad que vivimos en España en este sanchismo rampante, traslado al lector tres sonetos escritos en mi tranquilo verano campestre.

Tríptico del hombre vano

(A Alberto González, poeta)

​1. PERMANENCIA
Quiere permanecer en el futuro,
ser historia, una página a su nombre
por encima del tiempo, que no escombre
la muerte su legado y lo haga oscuro.

Su vanidad le cree inmortal. Seguro
se siente de arraigar y que se asombre
el mañana, extasiado, de este hombre
que hoy es farsante, vano e inseguro.

Nunca se reconoce en los espejos.
Se cree dios y es payaso de hojalata.
Será olvidado. Es sólo sed de olvido.

Pese a sus falsedades y manejos
la verdad le desnuda y le maltrata.
Será un mal sueño cuando se haya ido.

2. INICIAL
Llegó para expulsar a aquel gobierno
según él con terribles corrupciones.
No escatimó para ese fin los dones
y buscó votos hasta en el infierno.

Piensa que su poder será ya eterno,
huye de las perversas elecciones.
Hace de las mentiras sus razones,
de su palabra un filo cachicuerno.

Rompe de España la unidad, la historia
de siglos por su vana idolatría.
No hubo línea letal que no cruzase.

Impone como cierta una memoria
falsa y parcial. Y sigue todavía.
Juega con fuego sin que, infiel, se abrase.

3. ADIVINANZA
Ignaro, botarate, irreverente,
mentiroso, vacío, torpe, vago.
Infame buscador de todo halago.
El mortal más osado e imprudente.

En su trabajo es nulo, incompetente,
lo que decide siempre se hace estrago.
Es cursi hasta llegar al empalago.
Sobre la corrupción no es transparente.

Sin más ideas que su beneficio,
Falso, traidor y nunca fiel a nada
y dice diego dónde dijo digo.

No hay nada cierto, todo es artificio.
Su paisaje, una campa devastada.
Decidme a quién debemos tal castigo.