Fundado en 1910
En primera líneaRafael Puyol

«No me puedo ir». La emancipación tardía de los jóvenes en España

Ciertamente, la reforma de 2021 redujo la temporalidad, pero no ha resultado eficaz contra la precariedad. Ahora puede haber más contratos indefinidos, pero de duración reducida (pocas horas de trabajo y largos periodos de inactividad), lo cual mantiene la precariedad

No somos el país con las cifras más altas de la Unión, pero rozamos el podio. La medalla de oro la ostenta Croacia con 33,4 años, la de plata Eslovaquia con 30,8 y la de bronce Grecia con 30,7. España comparte con Bulgaria la cuarta plaza con 30,3 años, un valor por encima de la media europea que está en 26,4 años y muy lejos de las cifras que tienen los países nórdicos (entre 21 y 22 años Finlandia, Suecia y Dinamarca) que son los estados donde los hijos se van antes de casa. Independientemente de la edad a la que se produzca el abandono, las chicas salen antes que los varones. La diferencia es de unos dos años y se explica en parte por la mayor juventud de las mujeres a la hora de contraer matrimonio o formar una pareja. Este proceso de emancipación tardía se acentúa con el paso del tiempo. En España, por ejemplo, creció casi dos años en la década 2012-2022.

Lu Tolstova

Hasta aquí los datos básicos que cuantifican una tendencia bastante conocida. Como lo son las causas prioritarias que la producen. La primera y principal para las personas que han acabado sus estudios, son las condiciones bajo las que se desarrolla su actividad laboral, evidentemente cuando la consiguen. Es sabido que las tasas españolas de desempleo juvenil son altas y más elevadas que las de otros países de nuestro entorno, aunque las diferencias disminuyan porque cada vez tenemos menos jóvenes. Nadie se plantea irse de casa sin tener un trabajo. Pero también hay muchos jóvenes que no lo hacen debido a las condiciones de las ofertas que reciben: la fuerte temporalidad o precariedad y el tiempo parcial no deseado con sus secuelas de bajas remuneraciones y una gran inseguridad laboral. Ciertamente, la reforma de 2021 redujo la temporalidad, pero no ha resultado eficaz contra la precariedad. Ahora puede haber más contratos indefinidos, pero de duración reducida (pocas horas de trabajo y largos periodos de inactividad), lo cual mantiene la precariedad.

Las condiciones laborales imperantes impiden o dificultan mucho el acceso a la vivienda, otra exigencia para una emancipación efectiva. Todos los días los medios de comunicación nos muestran a jóvenes desesperados para los que acceder a una vivienda en propiedad se ha convertido en misión imposible. Y casi tan difícil es lograr un alquiler razonable en el mercado libre en el que la oferta es escasa y los precios desorbitados. Por otro lado, no ha habido hasta ahora una política pública orientada a ofrecer viviendas en alquiler a los jóvenes que quieren emanciparse. Se empiezan a ver algunas iniciativas de las distintas administraciones, pero la distancia entre la oferta y la demanda es todavía inconmensurable. Muy a su pesar, los jóvenes deben permanecer en la casa familiar que a veces aloja también al padre o madre del marido o de su mujer convirtiéndose de esta forma en un hogar multigeneracional.

La emancipación tardía tiene otras consecuencias sociodemográficas, en concreto la reducción de la nupcialidad y la fecundidad. En el año 2000 hubo 137.000 matrimonios de hombres entre 18 y 30 años y 165.000 de mujeres. Estas nupcias supusieron el 63 % de todos los matrimonios de ese año en el caso de los hombres y el 76 % en el caso de las mujeres. Casarse entre los 25 y 30 años era la pauta normal de los que establecían este vínculo. En 2022 las cifras son deplorables .En general, los matrimonios han caído en picado, aunque hayan sido sido sustituidos en parte por las uniones consensuales más difíciles de cuantificar. Pero aún con mayor intensidad han descendido los matrimonios entre los 18 y 30 años. En términos absolutos solo se casaron 26.000 hombres y 43.000 mujeres y en valores relativos esos enlaces únicamente supusieron el 15 % del total de los matrimonios masculinos y el 24 % de los femeninos. Casarse ahora antes de los 30 es una anomalía. Algunos de los jóvenes solteros con esas edades no llegarán a emparejarse nunca y los que decidan hacerlo celebrarán matrimonios mucho más tardíos. Mientras tanto el hogar familiar es una buena «solución habitacional».

Menos matrimonios entre los menores de 30 y en consecuencia menos hijos en tal franja de edad. En 2022 esas generaciones tuvieron poco más de 100.000 niños, prácticamente la mitad de los que engendraron en el 2000 ( 194.000) En este año los niños de padres con menos de 30 años supusieron el 49 % de todos los habidos en el país, mientras que en 2022 tan solo el 31 %. Y una diferencia más : mientras que en el año 2000 los hijos de madre no casada en dicha franja de edad fueron el 22 %, en 2022 subieron al 63 %. En general, la natalidad española se caracteriza por tener menos hijos, más tardíos y alumbrados prioritariamente fuera del matrimonio. La emancipación tardía juega un papel importante en la escasez y el retraso de los nacimientos. Su prioritaria condición extramatrimonial obedece a otros factores sobre los que volveré.

  • Rafael Puyol es presidente de la Real Sociedad Geográfica