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en primera líneaJuan Van-Halen

Sánchez incumplió la ley y manipuló la tragedia

Había, obviamente, decisiones que tomar por la Comunidad Valenciana, pero en primer lugar por el Gobierno que, tras incumplir la ley, tardó días en enviar una mínima representación del Ejército que cuenta con un caudal humano, operativo y técnico de primer orden

Sólo en casos de calado singularísimo los cuatro principales diarios madrileños en papel coinciden en su básico titular de portada, y ahora lo hacen con un protagonista: el presidente de la Generalidad Valenciana. Deberíamos releer más a Lakoff en su magistral «No pienses en un elefante».

SánchezLu Tolstova

No conozco ni he cruzado palabra alguna con Carlos Mazón. Desde esa lejanía, creo que ya habrá tiempo de valorar sus errores, si los hubo, no por lo que sus adversarios interesadamente le achaquen ahora sino por los hechos que se prueben cuando corresponda. Pero me sorprende, o no, que se olviden responsabilidades evidentes del Gobierno que no cumplió la ley que le obligaba y, además, tardó días en tomar decisiones. Recuerden: «Si necesitan ayuda que la pidan». Como si la tragedia estuviese oculta o no le incumbiese. Los voluntarios salvaron la situación desde su inicio. Me pregunto qué hicieron otros. Por ejemplo, los sindicatos marisqueros, ahora tan silenciosos pero tan bien pagados. Y ya nos dijo una mema ignorante que «los diputados no estamos para achicar agua».

Antonio Naranjo en «El Debate» nos recuerda que Sánchez tenía la competencia y la obligación legal de coordinar la catástrofe salvo que, como le ocurrió con su tesis, no hubiese leído la ley de Seguridad Nacional, aprobada durante su Gobierno, que considera la Protección Civil como elemento esencial para la Seguridad Nacional, competencia exclusiva del presidente del Gobierno. También la Estrategia Nacional de Protección Civil, O.M de 26 de abril de 2019, que recoge la respuesta nacional en caso de inundaciones. Le hubiese bastado firmar un decreto al presidente que ha gobernado por real decreto más que ningún otro.

Teresa Ribera, ministra de Transición Ecológica, apuntó su artillería contra Mazón en la amiga SER. Era lo que le pedía Sánchez. Y mintió. Llevaba seis días preparando su comparecencia en el Parlamento Europeo para obtener el cometido bien remunerado de Comisaria de la UE. Se atrincheró en Bruselas y declaró haber conversado con Dolors Monserrat el día de la DANA, y que intentó localizar a Mazón desde las 19:30 horas. Monserrat lo negó: «Dicen desde su ministerio que el 29 de octubre conversó conmigo unos minutos. Si miente en esto, imaginad en lo demás». Y Mazón mostró el mensaje de Ribera que recibió en su móvil a las 20:20 horas, después de que la Generalidad alertara de la emergencia.

Debemos recordar los cambios sucesivos de criterio de la Aemet (Agencia Estatal de Meteorología), y que la Confederación Hidrográfica del Júcar informó del riesgo por correo electrónico a nueve de sus técnicos y directivos a las 17:56, pero no comunicó alerta alguna al 112 de la Generalidad Valenciana, pese a que a las 18:00 el caudal en el barranco del Poyo era de 1.725,89 metros cúbicos por segundo y de que el protocolo obliga a informar a Protección Civil las crecidas superiores a 150 metros cúbicos por segundo. Los dos organismos, la Aemet y la CHJ, dependen del ministerio de Teresa Ribera que estaba entretenida en Bruselas. La catástrofe era imprevisible como señaló el general jefe de la UME, salvo, al parecer, para Mazón al que se exigen dotes de adivinación.

Es de traca que se otorgue importancia informativa a una comida oficial de Mazón. Dos portadas de mi referencia lo destacan. ¿Es que no comieron ese día la presidenta de la Aemet y el presidente de CHJ y acaso unas ricas coles de Bruselas la ministra Ribera? La emergencia se conoció más tarde pero antes sufrieron la trágica sorpresa los vecinos de los municipios afectados que vieron anegadas sus calles, sus casas y ellos amenazados de muerte. Para Sánchez y su ministra ecológica parece que la vergonzosa utilización de una desgracia con fines partidistas es normal. Ocurrió ya con el mortífero atentado terrorista del 11-M tras el que dirigentes socialistas brindaron con champagne.

Había, obviamente, decisiones que tomar por la Comunidad Valenciana, pero en primer lugar por el Gobierno que, tras incumplir la ley, tardó días en enviar una mínima representación del Ejército que cuenta con un caudal humano, operativo y técnico de primer orden. ¿Inicialmente aparecieron helicópteros militares? No. ¿Cuándo llegaron los zapadores? Tarde. Fue decisión culpable de Margarita Robles. Pero había que tapar a Sánchez e intentar quemar a Mazón. Se trataba de convertir la desgracia en una trampa política. Vergonzoso. Desde la manipulación partidista de la realidad, Sánchez aprovechó una tragedia de enormes dimensiones para ocultar su responsabilidad y para desgastar al adversario político porque en esa comunidad no gobierna el sanchismo.

El PP ya ha informado a la UE de la negligente inacción de Teresa Ribera en la gestión del desastre, pero doña Úrsula mirará para otro lado. Ahora debe votar en contra de su nombramiento como Comisaria Europea. Es una incompetente. Aunque el PP español esta vez no vote con el PPE. Lo que no debe es comprar la estrategia de Sánchez. Lakoff nos enseña: «gana el que fija el marco del debate». O sea: el culpable es Mazón. Muchos lo compran. Y se pide su dimisión en un país en el que no dimite nadie. Ni el imputado fiscal general del Estado. Si dimitiese Mazón, cayendo el PP, de nuevo, en la trampa de Sánchez, ya tendría Moncloa su culpable. Quedaría que el PP es culpable, argumento para utilizar por Sánchez a su conveniencia. Espero que el PP no se equivoque. Antes de Mazón deberían dimitir la presidenta de la Aemet, el presidente de la CHJ, y la ministra Ribera. Y la primera dimisión habría de ser la de Sánchez, el gran responsable.

  • Juan Van-Halen es escritor y académico correspondiente de la Historia y de Bellas Artes de San Fernando