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Ignacio Camuñas

¿Está destruyendo el PSOE la democracia española?

España necesita un partido en la izquierda que esté firmemente comprometido con la unidad nacional oponiéndose frontalmente a aquellos que tratan de socavarla

Entre los distintos problemas que tiene actualmente España me parece justo señalar al Partido Socialista Obrero Español como uno de los más graves, al ser el partido que tradicionalmente ha recibido el apoyo mayoritario de la izquierda y puede decirse que anda hoy a la deriva. Me cuesta decirlo, pero creo honradamente que el PSOE ha dejado de ser útil para nuestro país por cuanto que ha acabado siendo un partido que se ha empeñado en estos últimos años en dividir a los españoles y llegar a acuerdos con aquellos sectores del nacionalismo vasco y catalán que están poniendo en cuestión la unidad nacional y el normal funcionamiento de nuestras Instituciones.

Lu Tolstova

Dicho esto, creo que es pertinente que explique las razones y el fundamento de lo que acabo de enunciar. Por supuesto que mi razonamiento resultará para algunos, quizás para muchos socialistas muy discutible. No pretendo llevar la razón, pero sí abrir un debate, a mi juicio, muy necesario sobre la cuestión.

1.- Nadie podrá discutir que España como cualquier otro país democrático necesita un partido que aglutine el llamado voto de izquierda para que el sistema funcione correctamente, de tal forma que haya una alternancia entre las dos corrientes mayoritarias de un país, esto es, entre la derecha y la izquierda. Ahora bien, añado yo: España necesita un partido en la izquierda que esté firmemente comprometido con la unidad nacional oponiéndose frontalmente a aquellos que tratan de socavarla. Desgraciadamente si uno repasa la historia del PSOE siempre ha estado coqueteando y aliándose con aquellos partidos que han sido partidarios de la desmembración de nuestro país. Quizás la existencia del Partido Socialista de Cataluña (PSC) ha sido un factor de perturbación que ha llevado al PSOE, tantas veces, por mal camino.

2.- El PSOE, desde siempre, no ha sabido asumir su derrota de 1936. Su historial en la Republica es todo menos ejemplar y sin embargo ha pretendido hacernos creer que ha sido su partido el auténtico campeón de la democracia. Los hechos, sin embargo, desmienten flagrantemente esa afirmación. No es necesario recordar tanto su actuación en 1934 como en el propio 1936 para poner esta pretensión como absolutamente fuera de lugar.

En la Transición, sin embargo, Felipe González, con buen sentido, fue muy cauteloso con el tema de la Guerra Civil porque era consciente que el Partido Comunista había abanderado la política de reconciliación nacional y por tanto era mejor no volver la vista atrás. No obstante, algunos compañeros de su partido acudirían tantas veces cuando les convenía a motejar como franquistas a los militantes del Centro Democrático buscando así su descrédito político presumiendo al mismo tiempo de su pasado intachable como demócratas de toda la vida. Pero a pesar de estas minucias y trampas de colegio con las que se entretenían los socialistas de entonces hay que reconocer que globalmente el PSOE de González mantuvo una actitud seria y responsable sobre la unidad de nuestra nación.

La llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al frente del Gobierno supuso un brusco giro en la política española cuyas consecuencias todavía hoy estamos padeciendo. En sus años en la Moncloa dio rienda suelta al nacionalismo catalán alentando y permitiendo que los sectores independentistas de Cataluña presentaran en Madrid un Estatuto marcadamente anticonstitucional. Con Zapatero empieza pues de manera terminante la deriva vasca y catalana que hoy todavía estamos sufriendo y de la que el presidente Sánchez está sacando partido para permanecer aferrado a la Moncloa. De Sánchez está todo dicho y no merece la pena que le dedique en este texto ni una sola línea más.

3.- Lo más grave, sin embargo, de lo ocurrido en tiempos de Zapatero fue la aprobación de la Ley de la Memoria Histórica pues supuso en realidad una verdadera bofetada al espíritu de la Transición. Esta Ley que en el fondo es profundamente antidemocrática pretendía hacer responsable a la derecha de todo lo ocurrido en la Guerra Civil proclamando a la izquierda como la campeona de la libertad y los valores democráticos. Este espíritu continúa de forma agravada en nuestros días por parte de Pedro Sánchez que ha hecho aprobar una nueva versión de la mencionada Ley, ahora denominada de la Memoria democrática. Este ha sido el comienzo, en verdad, de la intensa polarización en que vivimos. Para los socialistas la izquierda es la defensora de la democracia y el progreso mientras la derecha representa siempre una actitud reaccionaria propia de su carácter ultra, facha y franquista. Estúpida ecuación que tanto daño viene haciendo a nuestro país desde hace tiempo.

Para acabar digámoslo claro. España no podrá tener así una vida democrática estable mientras la izquierda se aferre a una posición revanchista, presta siempre a colaborar con los sectores independentistas vascos y catalanes y además trufada de continuos casos de corrupción como hemos venido conociendo últimamente. Aunque al hablar de corrupción no podemos obviar que el PP arrastra igualmente una hoja de servicios manifiestamente mejorable.

¿Qué hacemos pues con el PSOE? ¿Puede España permitirse el lujo de tener una izquierda que periódicamente juega a desestabilizar la vida de nuestra Nación? No, no deberíamos seguir así. Las siglas del PSOE que tanto adoran sus militantes como si fueran patrimonio nacional han quedado inservibles. El slogan que quisieron hacer famoso en la Transición apelando a sus 100 años de honradez ha quedado por los suelos.

El PSOE fue en realidad uno de los principales responsables del fracaso y caída de la Republica y ahora pretende con sus erráticas políticas poner en riesgo todo lo que conseguimos en la Transición. No soy yo solo quien lo dice. Recientemente el ilustre intelectual polaco Adam Michnik ha afirmado: «Sánchez y los independentistas están destruyendo la democracia española».

Y ante esta encrucijada en que nos encontramos me pregunto: ¿Se atreverán algunas mentes lúcidas de la izquierda a encarar la situación y dar vida definitivamente a un partido que represente los ideales de una izquierda nacional de carácter socialdemócrata que deje al PSOE definitivamente en la cuneta? Si uno repasa la historia llegará a la conclusión de que el PSOE no ha hecho más que complicarnos la vida y engañarnos a los que un día creímos que esta vez podíamos contar con él para consolidar la vida democrática en España.

Ignacio Camuñas Solís fue ministro para las Relaciones con las Cortes (1977-1979)