Donald Trump y Elon Musk no son la causa, son la consecuencia
Multinacionales poderosísimas como Disney o Meta, que hasta hace dos días eran la vanguardia de la nefasta ideología 'woke', parece que últimamente han recapacitado y quieren volver a abrazar el sentido común
La vuelta de Donald Trump al poder está trayendo muchos cambios en todo el mundo. Personas e instituciones que hasta hace solo un par de meses tenían muy claras sus convicciones progre-wokes y las defendían como si fueran valores mamados desde su más tierna infancia, ahora están milagrosamente mutando hacia una visión mucho más trumpmuskiana de la realidad. Y aunque renegar de valores y principios no es nada novedoso en el ámbito siempre acomodaticio del poder, estarán conmigo en que es algo muy divertido de ver y, sobre todo, de retratar.
La anunciada dimisión del inefable Justin Trudeau como primer ministro de Canadá no es ninguna coincidencia. Como buen granujilla, el pequeño Justin sabe que la llegada de Trump a la Casa Blanca no le augura nada bueno. Con Biden en el poder podía sentarse en la mesa de los mayores y poner los pies sobre ella mientras soltaba estupidez tras estupidez, pero con Donald la cosa es muy diferente. Mejor largarse ahora que puede.
Los milagros no terminan aquí. Multinacionales poderosísimas como Disney o Meta, que hasta hace dos días eran la vanguardia de la nefasta ideología woke, parece que últimamente han recapacitado y quieren volver a abrazar el sentido común. Lo de destruir a las personas que no se adhieren al totalitarismo y dogmatizar descaradamente a las masas, especialmente a los niños, como que ya no les va demasiado. Han cambiado.
Eso es al menos lo que piensa el CEO de Disney, Bob Iger, que en recientes declaraciones ha asegurado que, a partir de ahora, la compañía va a centrarse en el entretenimiento dejando a un lado las agendas políticas y sociales. O Mark Zuckerberg, CEO de Meta, que, en un vídeo dirigido directamente a nuestros corazones, asegura que «vamos a regresar a nuestras raíces y centrarnos en reducir errores simplificando nuestras regulaciones y restaurando la libertad de expresión de las plataformas». Añadiendo, además, y esto es lo verdaderamente importante, que, para llevar a cabo este ilusionante cambio, Meta eliminará la verificación de datos y los reemplazará por notas de la comunidad iguales a los que tiene X (antes Twitter).
La investidura de Trump el próximo 20 de enero traerá muchos más «cambios de opinión», ya verán. Podrán seguirla en muchos sitios, pero también en Amazon. Al parecer su CEO, Jeff Bezos, también ha creído conveniente retransmitirla en su plataforma. Pero no contento con eso también ha donado un millón de euros a lo que en Estados Unidos se conoce como «fondo de investidura» o «ahora todo el mundo quiere a Donald». Cabe recordar que el diario progresista The Washington Post también es propiedad de Bezos. Cambios, fluctuaciones y variaciones, ya saben.
No hay más que olfatear un poco el ambiente woke internacional para darse cuenta del terror que sienten en este momento. Están viendo cómo su ingeniería social, diseñada milimétricamente durante años y, todo hay que decirlo, ejecutada con brillantez hasta ahora, se está yendo al garete de forma rápida y segura. El rechazo pasivo a su peligrosa doctrina comienza a ser no solo activo sino públicamente militante.
Y, claro, como ellos siempre necesitan un culpable o dos contra los que descargar su frustración, han elegido a Trump y Elon Musk como la causa principal de lo que comienza a ser un titánico fracaso. Es un consuelo y una ventaja, la verdad. Un consuelo porque ambos personajes son fuertes y muy capaces de defenderse a sí mismos con soltura, y una ventaja porque consiguen desviar la atención de la auténtica verdad que los moralistas de la inmoralidad son incapaces de ver: Trump y Musk no son la causa, son la consecuencia.
Lo único que han hecho el presidente electo de Estados Unidos y el dueño de X es escuchar, canalizar y, finalmente, aprovechar con éxito el clamor furioso de una opinión pública mayoritaria harta de no poder expresarse con libertad. Los americanos quieren que vuelva la cordura y han visto en Trump y Musk una oportunidad y estos, a su vez, han visto otra en el monumental cabreo de los ciudadanos. Es como un acuerdo de provecho mutuo.
El fin del 'wokismo' en Estados Unidos está cada vez más cerca. Y lo mejor de todo es que la responsabilidad de este inesperado cambio recae exclusivamente en sus ciudadanos libres.
Ahora, lo que queda por ver es cuándo conseguiremos acabar con esta lacra en Europa.
- Gonzalo Cabello de los Cobos es periodista