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en primera líneaJuan Van-Halen

La alternativa se mueve

Las cifras, de confirmarse en las urnas, posibilitarían un Gobierno alternativo al sanchismo que padecemos. Es momento de acelerar para consolidar una holgada mayoría desde un trabajo inteligente que llegue al ciudadano

No pocas veces he manifestado el error que, a mi juicio, supone que no haya entendimiento, público o discreto, entre el PP y Vox. Si han de ser alternativa al desastre, que no desenvainen las espadas ante cualquier desencuentro. La salida de Vox de los gobiernos que compartían no fue una buena noticia, pero aquella decisión que diferenciaba más las ofertas ideológicas puede que no sea ajena a su buena salud de hoy. Se han producido algunos hechos cercanos que evidencian que la alternativa se mueve.

Lu Tolstova

Vox sube al menos una docena de escaños en las encuestas y el PP queda muy por encima de un PSOE que baja. Las cifras, de confirmarse en las urnas, posibilitarían un Gobierno alternativo al sanchismo que padecemos. Es momento de acelerar para consolidar una holgada mayoría desde un trabajo inteligente que llegue al ciudadano.

El PP, en intervención pública de Feijóo, lanzó en Asturias unas propuestas interesantes sobre política de vivienda con suelo, ayudas, bajadas de impuestos, rápido desalojo de okupas, entre otras medidas oportunas. El Gobierno negó su viabilidad, pero Sánchez lleva prometiendo decenas de miles de viviendas y empezó a mentir, también sobre este tema, cuando llegó a Moncloa. La última promesa de Sánchez fue de 183.000 viviendas. Me imagino que viviendas de juguete, como si fuesen casas de muñecas. Otra decisión del PP fue actuar para la consolidación de un mercado abierto que afecte al crecimiento empresarial, a las inversiones, al empleo y a la innovación.

Vox, en entrevista de Abascal, desveló una serie de planteamientos inteligentes que evidencian que, contra lo que creía Moncloa, que casi siempre se equivoca en sus predicciones, tiene mucho que decir, dentro de la ola favorable a la derecha conservadora en el mundo. Vox no ha recorrido ni recorrerá el camino hacia la nada de Ciudadanos, de Podemos, y el que auguro a Sumar. Está ahí con voluntad de mantener y ampliar su espacio. Ello me lleva a recordar que, al poco de unirme a aquella AP de la prehistoria, Fraga, al que trataba desde hacía años, me envió a un debate público con sindicalistas y, en aquellos temas, mi postura no fue muy distinta a la que hoy mantendría Vox.

No veo una próxima moción de censura, pero Abascal aclaró su posición buscando, obviamente, unas elecciones generales inmediatas. Coincide con Feijóo en el apremio electoral. El desastre avanza a buena velocidad. Haría falta que algún otro partido se sumase, lo que no es previsible porque la debilidad y la personalidad patológica de Sánchez le convierten en el socio ideal y el más generoso pagador. En la cacareada «coalición progresista» hay un par de formaciones históricamente más de derechas que San Isidro, con perdón para el santo.

No pocos se preocupan porque las sucesivas trampas de Sánchez en su camino hacia la autocracia, puedan no garantizan la limpieza electoral cuando toque llamar a las urnas. Su control de instituciones del Estado, sin excluir organismos y empresas con incidencia en algunas fases de los procesos electorales, resulta inquietante. Cada día se produce un quebranto nuevo de la democracia. Cuando Sánchez no indulta a los suyos, utilizando como tribunal de casación al Constitucional del amiguete Conde Pumpido, se inventa una fórmula para que, por la vía de acabar con la acción popular y que la instrucción la lleve «su» Fiscalía, se beneficien sus familiares y colaboradores íntimos que transitan hacia conclusiones judiciales acaso muy comprometidas. Incluso temerá que él pueda seguir ese camino.

Tras su Congreso de Sevilla, a la búlgara, y apagada cualquier disidencia, con la imposición de ministros como cabezas autonómicas del PSOE, Sánchez corre etapas de derrota en derrota hasta la incógnita final que será fatal, si es que no sigue los pasos de su admirado Maduro; observadores internacionales ya lo apuntaron. Pero estamos en Europa. La ciudadanía no habla, no se manifiesta, parece adormilada, y lo está, pero vive el día a día de lo que más directamente le afecta: los precios, los impuestos, ese tufo a «ir a peor». La realidad no se ahuyenta con discursos ni con anuncios de cohetes económicos que no llegan a las casas de la gente. Es el choque de la fantasía y la mentira con la realidad y la verdad.

En Comunicación de la Comisión al Parlamento Europeo se recogen advertencias sobre la situación del Estado de derecho en los países de la UE. Son alarmas sobre el peligro de actitudes totalitarias. Algunas de ellas retratan de lleno la realidad española. Los medios destacaron hasta diez advertencias, entre ellas: Presiones políticas a los jueces; ataques públicos de un poder del Estado a otro; atentado al pluralismo de los medios de comunicación; corrupción de importancia; reapertura de asuntos judiciales resueltos; uso creciente de los decretos del Ejecutivo; abuso de poder. Para la UE España está en camino hacia el totalitarismo; al menos eso manifiestan esas alertas.

Mientras, cuatro ministros caerían en irregularidad, según la Ley del Gobierno, de 1997, al compatibilizar su responsabilidad ministerial con ser cabezas del PSOE en cuatro autonomías. ¿Cómo garantizar que no utilicen sus cargos ministeriales, convertidos en un ventajismo partidista, su proyección mediática y el dinero público en sus actividades como líderes de partido? Me imagino a Marisu Montero multiplicando la jugada de Jaén y tratando de comprar ayuntamientos o diputaciones valiéndose de su condición ministerial. España es diferente. Y más con Sánchez.

  • Juan Van-Halen es escritor y académico correspondiente de la Historia y de Bellas Artes de San Fernando