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En primera líneaPedro Fuentes

Reduccionismo democrático

Tan cínicos nos hemos vuelto, que cuando una productora cinematográfica alza la voz para recordar a las víctimas del terrorismo de ETA, los que nos gobiernan miran para otro lado, probablemente enojados, ante la «coladura» en los Goya de «La infiltrada»

Son malos tiempos para el Ser. Vivimos en un tiempo saturnino de desorientación donde el hombre ha perdido la razón. Es una pérdida consciente, por la cual, nos abrigamos a los cánones de una democracia mundana que todo lo resuelve con «nosotros los demócratas». Sin Dios y, con una democracia inverosímil, nos hemos instalado en el «todo vale» de las minorías manipuladas, autoritarias, desorientadas y reduccionistas.

Redu

Lu Tolstova

Ante la duda y la desorientación, el nihilismo se ha aposentado en la raíz de nuestra sociedad actual elevando la bandera del cinismo. Tan cínicos nos hemos vuelto, que cuando una productora cinematográfica alza la voz para recordar a las víctimas del terrorismo de ETA, los que nos gobiernan miran para otro lado, probablemente enojados, ante la «coladura» en los Goya de «La infiltrada», historia poco conveniente a su discurso democrático, de memoria histórica reduccionista. El tiempo nos dirá si seguiremos contando con una cineasta valiente y veraz.

Ante sus imágenes, no sólo oculta el rostro la plana mayor política. Muchos ciudadanos, quienes un día levantaron sus manos blancas, también se avergüenzan ante la verdad y el valor.

Y es que, nos están sucediendo calamidades sin apenas pestañear. ¿Qué nos han hecho? Nuestros políticos nos dejan sin propósito y sin sentido.

Nos reduce un estado de gobierno que niega los valores aún vigentes del período más fértil, democrático, de toda la historia de España.

Nos reducen autoafirmando una progresía que nos conduce al desencuentro de nosotros mismos con la familia, espíritu y patria.

Nos reducen con la magia y el diseño de un nuevo camino hacia ese orden social idílico, creando una nueva verdad democrática, nuevos valores donde nos han suprimido la libertad, la verdad...

Cuando ya nos tienen reducidos, el miedo se acopla en nuestro interior y, sin sentido común, entramos en el vacío.

Es una estrategia escrita para una sociedad drogada de pereza, consumo y desidia. Esta es la razón que hace posible que la clase política actual nos maneje como marionetas en un escenario que sólo ellos han construido, por ellos y para ellos, mientras nos sientan en nuestras casas a ver «la isla de las tentaciones».

Nietzsche nos mostró la voluntad de poder para alcanzar nuevos valores. ¿Cuál es la voluntad de poder de nuestros demócratas actuales? Sirva como ejemplo, el manido «jarabe democrático» de Podemos, ingerido con gusto por el presidente del gobierno de España, y tantas banalidades autoritarias a las que estamos asistiendo.

Nos reducen a la ausencia de pensamiento. No es necesario aprender a pensar. No es necesario esforzarse. No necesitamos creer en Dios. No vivimos para prosperar. Existimos para subsistir. Nos reducimos a la malicia de la ignorancia y el desencuentro con nosotros mismos.

Después, al final, sólo nos queda mirar hacia nuestros mesías políticos, que nos hablan con la falsa condescendencia de un padre. Esta es la verdad. Nos hemos despistado al tomar una curva democrática a la velocidad de la mentira. Ahora yacemos reducidos a sus relatos, sus engaños y sus banalidades.

Despertad... «Ser o no ser. Este es el dilema».

  • Pedro Fuentes es humanista