Las caras de la noticia (18/07/2024)
Ione Belarra
La dirigente de Podemos, de 36 años, fue una floja ministra-florero, a la que nadie ha echado de menos cuando se fue. En su vida adulta ha vivido de la política, como diputada desde enero de 2016, y se ha distinguido por la soflama dogmática de brocha gorda. Ana Rosa Quintana, de 68 años, tuvo unos comienzos difíciles en el periodismo, pero por puro talento y esfuerzo acabó convertida en una reina de la televisión. Es decir, una ha vivido de Podemos y la otra, de su trabajo en el competitivo mundo privado. Pero aún así, la comunista y populista navarra Belarra tiene la osadía de señalar a Quintana en sede parlamentaria acusándola de ser dueña de varios pisos, que compró con el sudor de su frente. La envidia característica de la extrema izquierda tiene estas cosas. Fatal por cierto Armengol, que consiente impávida estos ataques con nombre y apellidos a periodistas que no gustan a la izquierda.
Begoña Gómez
Cuando más se va sabiendo, peor pintan su horizonte. Esta semana se destapó que el presidente del Gobierno, su marido, y ella recibieron varias veces en la Moncloa al empresario Barrabés, que luego fue promocionado con cartas de recomendación de Begoña Gómez que se tradujeron en importantes contratos con el Ejecutivo de Sánchez. Pero además, este miércoles la Universidad Complutense ha pedido al juez que investigue si la mujer de Sánchez pudo incurrir en «apropiación indebida de propiedad intelectual» del centro, en concreto del software que ella acabó patentando a su nombre. El caso atufa. Va a tener que dar muchas explicaciones este viernes al juez Peinado, por mucho que su marido lance una batería de medidas para intentar acallar a la prensa que hace su trabajo.
Elon Musk
El empresario de origen sudafricano se ha hartado del rodillo de las políticas de género que imperan en California y anuncia que se lleva a Texas la firma X (la antigua Twitter) y su compañía de cohetes espaciales, SpaceX. La gota que ha colmado el vaso es que la legislación californiana pretende prohibir que los centros docentes informen a sus padres cuando un alumno inicia procesos de cambio de sexo. «Estamos ante una destrucción a gran escala de los derechos de los padres y pone a los niños en riesgo de sufrir daños permanentes», se lamenta Musk, con toda la fuerza del sentido común.