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Polonia: su segundo nombre es Historia

Los polacos nunca han renunciado la libertad. En los tiempos en que la mitad de Europa se mantenía bajo la influencia de la Unión Soviética, Polonia se rebelaba

La Segunda Guerra Mundial empezó en Polonia. Eso lo saben casi todos. Sin embargo, para mucha gente en el mundo puede ser sorprendente el hecho de que los que atacaron Polonia no solo fueron los alemanes. El 17 de septiembre de 1939 la frontera polaca fue cruzada también por el ejército de la Unión Soviética robándose casi la mitad de nuestro país. Esa fue la realización del pacto secreto firmado el 23 de agosto entre la Alemania nazi y la Rusia bolchevique. Ese mismo día fue proclamado por el Parlamento Europeo como el Día Europeo de Conmemoración de las Víctimas del Estalinismo y el Nazismo.

Polonia, en el transcurso de su historia, fue uno de los países más potentes de Europa, habiendo elaborado unas normas democráticas, increíbles para aquel entonces, que limitaban el poder de los reyes. Los juristas polacos, ya en la Edad Media, formulaban «la escuela polaca de derecho de las naciones» de renunciar a la agresión y a las guerras contra los estados paganos. Polonia practicaba una increíble tolerancia y fue gracias a ella que los intelectuales de toda Europa llegaran al reino polaco o encontraran refugio en él, huyendo de las persecuciones. Fue también un refugio para la diáspora judía que desde la Edad Media fue siendo expulsada de Europa occidental.

En el s. XIX Polonia fue partida entre Rusia, Prusia y Austria, perdiendo su independencia por 123 años. Los invasores apagaban los levantamientos de forma sangrienta, destruían la cultura polaca y los niños estudiaban en otros idiomas. Pero pasadas las vidas de cinco generaciones, en 1918, apenas en un par de meses, reconstruimos el Estado, creando al mismo tiempo el ejército de voluntarios que en 1920 salvó a Europa de la invasión de la Rusia bolchevique que quería imponer en ella el orden comunista. 101 años después de esa batalla, que fue llamada la 18a batalla en la historia mundial, hay que recordar que Polonia realizó un acto que no estaba a la altura ni de su capacidad económica, ni de la militar de aquel entonces. Fue gracias a ese propio gen de la libertad que llevan en sí los polacos.

Después del año 1920 Polonia construyó una economía sólida y un Estado fuerte, pero logró criar solamente una generación de polacos nacidos en un estado libre. Ya en 1939 fue en Polonia donde hubo los primeros disparos de la Segunda Guerra Mundial y dos totalitarismos, otra vez, nos privaron de la libertad. Esa vez querían al mismo tiempo aniquilar físicamente la nación.

Durante la guerra murieron seis millones de polacos, entre ellos más de tres millones eran de origen judío. Fue en las tierras polacas donde los alemanes realizaron el Holocausto. De forma planeada se asesinaba a las élites polacas. Se pacificaron más de 800 aldeas polacas, matando a sus habitantes y devastando los edificios. Fue a los polacos a quienes los alemanes les construyeron la fábrica de muerte más grande –Auschwitz-Birkenau–. El Estado soviético que ocupó casi la mitad del territorio polaco asesinó aproximadamente a veinte mil oficiales polacos. Cientos de miles de ciudadanos polacos fueron trasladados al interior de Rusia donde murieron de hambre y trabajo de esclavos. Fueron devastadas totalmente la economía, la agricultura y quedó herido el ser biológico de la nación.

A pesar de ello, desde el primer día los polacos luchaban en todos los frentes de la Segunda Guerra Mundial y fueron el ejército más numeroso tras los de EE. UU., la Unión Soviética, Gran Bretaña y Francia. Los polacos entregaron a los franceses e ingleses máquinas codificadoras Enigma que cambiaban los códigos de la guerra en favor de los aliados, los ingenieros polacos dieron a los aliados el detector de minas y el radioteléfono walkie-talkie.

En los polacos aún estaba el gen de la libertad, que les ordenaba luchar contra los alemanes en África, Italia, Francia, Inglaterra. En el aire y en el mar. Los polacos hacían actos extraordinarios bajo la ocupación alemana donde ayudar a los judíos se castigaba con la pena de muerte –Polonia fue el único país ocupado por los alemanes donde hubo tal penalización–.

La trabajadora social Irena Sendlerowa (Sendler) contribuyó a que se salvaran casi dos mil niños judíos. La hermana Matylda Getter escondió en los orfanatos de las religiosas centenares de niños sacados de los guetos.

Y ya en el umbral de la libertad, Polonia fue entregada por las grandes potencias al poder de la Unión Soviética y al gobierno comunista establecido por ella. Por el frente entraban a nuestro país las tropas soviéticas, arrestando y perpetrando asesinatos en masa de la gente que durante cinco años había luchado por la libertad. Cuando Occidente estaba celebrando la libertad recuperada, a los polacos se les entregó por segunda vez a la Rusia Soviética.

Muy representativo es el ejemplo de Witold Pilecki, uno de los héroes más importantes de los tiempos de la Guerra Fría, un hombre que es el símbolo mundial de la lucha contra los sistemas totalitarios. Cuando era joven, luchó en la guerra de 1920. Después de 1939 se convirtió en participante del complot. Él fue la persona que se infiltró en el infierno en la Tierra, Auschwitz, donde organizó el complot del campo de concentración y escribió un informe para los aliados sobre cómo los alemanes asesinaban a la gente en él. Después de la Guerra, fue arrestado por las autoridades comunistas y tras una investigación durante la que mediante torturas se intentó forzarlo a una confesión, fue sentenciado a pena de muerte en un proceso simulado. Justo después de oír la sentencia, dijo: «Oświęcim [Auschwitz] fue un juego».

Los polacos nunca han renunciado la libertad. En los tiempos en que la mitad de Europa se mantenía bajo la influencia de la Unión Soviética, Polonia se rebelaba. No hubo una década sin represiones habitualmente sangrientas de las protestas. De la escala de rechazo al poder comunista atestigua el hecho de que al sindicato «Solidaridad» [«Solidarność»], nacido en 1980, ¡se inscribieron 10 millones de polacos!

Desde que fue creado «Solidaridad», empezó la erosión del comunismo soviético. Diez años después del nacimiento del sindicato, Europa entera pudo gozar de libertad de nuevo. Cayó el Imperio Soviético, los países de Europa Central volvieron a ser democráticos y la gente en ellos recuperó la libertad. Europa se unió gracias al gen polaco de la libertad.

Karol Nawrocki es presidente de IPN, Instituto de la Memoria Nacional

Este texto ha sido publicado simultáneamente con la revista mensual polaca de opinión Wszystko Co Najważniejsze [Lo Más Importante] en el marco del proyecto realizado con el Instituto de la Memoria Nacional.