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¿Es antiespañol el mensaje cultural del Gobierno?

La reciente visita del ministro Iceta al Salón del Manga o su viaje a la Feria del Libro de Emiratos Árabes Unidos contrasta con el desdén a la tauromaquia, el sector de la cultura española con mayor impacto económico y social

Ya podía haber ido Iceta a la Feria de Otoño de Las Ventas igual que a la Feria del Manga en Barcelona o a la Feria del Libro de Sharjah, en los Emiratos Árabes Unidos. Más de 122.000 visitantes recibió la cita del cómic japonés, una cifra considerable. La Feria de Sharjah es el más grande encuentro editorial de Asia. Presenta a más de 1.500 editoriales de 83 países. España es país Invitado de Honor y participará con 14 sellos editoriales, que no parecen demasiados frente a los 929 árabes, los 295 egipcios, los 250 de Estados Unidos, los 138 del Reino Unido, los 112 de Líbano, los 93 de Siria o los 87 de India.

Si de la Feria del Manga Iceta dijo que era un «evento dinamizador, cultural y económico» (aún no sabemos la dimensión que va a dar el ministro a la Feria del Libro árabe, ni tampoco lo que contendrán sus palabras) ¿Qué pensará que son los toros en España con su impacto económico de miles de millones de euros? ¿Qué pensará del mayor espectáculo de masas en España con más de 5 millones de espectadores (antes de la pandemia) a corridas de toros y más de 25 en total a festejos taurinos, el doble de los que acuden al cine? Los Presupuestos Generales del Estado van a darle a los toros unos magros 65.000 euros, frente a los 100 millones que va a recibir el cine, misma cantidad (113) para la danza y la música.

65.000 euros de un presupuesto total para cultura este año de 1.500 millones de euros, de los cuales 210 pertenecen al bono cultural (58 a la promoción cultural, 200 a Museos, 83 a Bibliotecas o 158 a Arqueología y Patrimonio), del que la tauromaquia está excluida. Puede que el ministro piense o incluso sepa que, en comparación con el Salón Manga o la Feria del Libro de Sharjah, la reciente Feria de Otoño en Las Ventas o mejor, la Feria de San Isidro, es un acontecimiento monumental en comparación. Pero no tiene pinta de que lo vaya a decir ni a mostrar. Le habríamos visto ya, algún día, dando un paseo por los pasillos de la plaza o entre los tendidos, sin Pere Aragonés, por supuesto.

¿Se imaginan a Iceta visitando la plaza de toros de Madrid, saludando a porteros, acomodadores y almohadilleros, o en el patio de cuadrillas deseando suerte a los toreros, acompañado de Isabel Díaz Ayuso? Sólo pensarlo parece una broma y sin embargo debería ser lo propio. La resiliencia del mundo taurino no está tan bien pagada como los «Mecanismos de Resiliencia en Cultura» para los que se van a destinar ¡355 millones! de euros. Iceta visita el Salón del Manga, acompañado de Pere Aragonés; recorre 15.000 kilómetros para asistir a una Feria en el desierto y se escabulle de la tauromaquia (y de Díaz Ayuso, quizá por Miura), mientras les niega, con la ley de la que dispone, su disfrute a los jóvenes taurómacos y el parné a los empresarios y profesionales que proporcionan más ingresos fiscales que cualquier otro sector en el mundo de la cultura con diferencias indecentes.

El ministro de Cultura español se deja ver en Barcelona en apoyo de la cultura japonesa y en el Expo Centre de Sharjah en apoyo de 14 editoriales españolas (un sector, el del libro, al que ya ha recibido en varias ocasiones y al que se van a dedicar 42 millones de los fondos europeos Next Generation), pero no se deja ver en Madrid en apoyo de la cultura de la tauromaquia española.

Se le ha podido ver en la antigua Ciudad Condal (llamada así antes de que la alcaldesa Colau acabara de borrar cualquier atisbo de su nobleza y prosperidad) observando con atención diferentes escaparates con figuras y personajes de los cómics nipones y fotografiándose junto a seguidores disfrazados. No parece Iceta en el Salón del Manga un elemento extraño. Si parece algo pequeño imaginarlo en la enormidad de las llanuras árabes. No parecería pequeño (lo peor es que sí parecería extraño), además de bienvenido, verlo sentado en su localidad de un tendido madrileño como buen aficionado, o simplemente asomado al palco de autoridades como buen ministro. 

Mario de las Heras es periodista