Marruecos incluye a Ceuta, Melilla y el Sahara en su mapa oficial
Nadie podrá aludir a que Marruecos no avisa: tras aquel lejano episodio de la isla Perejil, los ensayos dejaron de serlo
Decía Churchill que un político debe tener «perspectiva»; es decir, calibrar el alcance futuro de sus actos o gestos presentes. Y toda su vida fue un buen ejemplo de ello. No parece que esa cualidad figure entre las que adornan al doctor Pedro Sánchez que, como decía el mismo Churchill «es ave de vuelo corto». Cuando el presidente del Gobierno traiciona la responsabilidad moral del Estado español con el Sahara y se pasa por el forro el propio programa electoral de su partido, con el que se presentó a los españoles (y ya saben que Sánchez es hombre de principios, fiel a su palabra) estaba olvidando que Ceuta y Melilla son otra reivindicación permanente de Marruecos y que va en el mismo lote que el Sahara, como repetidamente recuerdan los gobernantes marroquíes y hace nada invocaba el propio ministro de Exteriores del reino alauita Nasser Bourita ¿Y si España cede hoy en una cosa, por qué mañana no puede avenirse en otra? Nótese que en el mapa oficial de Marruecos, que se puede descargar de la propia web de su Embajada en España, se incluyen el Sahara, Ceuta y Melilla como parte de su territorio.
Y cuidado con Ceuta y Melilla, teniendo en cuenta el respaldo tradicional de Francia a Marruecos, ahora Mohamed VI cuenta con el de los Estados Unidos, país que está modernizando su ejército de modo notable en todos los sentidos de suerte que ya cuentan con medios ultramodernos de los que todavía carece España. Pero es que, además, con respecto a nuestras dos ciudades autónomas, hay un antecedente más que preocupante. El 4 de mayo de 2017, los españoles nos enteramos –y la noticia fue revelada por la agencia Europa Press, nada sospechosa de veleidades que en 1979, el Rey Juan Carlos admitió que se podría ceder Melilla a Marruecos y convertir Ceuta en una ciudad internacional, gracias a la publicación de información desclasificada de los Estados Unidos.
El ahora rey honorífico admitió esa salida durante un encuentro que mantuvo en el Palacio de la Zarzuela con el senador de EE. UU. Ed Muskie, enviado personalmente por el presidente de EE. UU., Jimmy Carter, a una gira por Europa para discutir de manera confidencial con los líderes de la región los principales desafíos comunes que afrontaban en aquella época Europa y EE. UU. Un resumen de la conversación de más de hora y media con el Rey que mantuvieron el senador y el embajador de EE. UU. en España, Terence Todman, quedó reflejado en un telegrama secreto enviado por la misión diplomática americana en Madrid al Departamento de Estado, desclasificado en 2014 y al que hace referencia el historiador Charles Powell en el libro Rey de la democracia. En ese cable diplomático, cuyo original fue consultado por Europa Press, el Rey les dice a Muskie y Todman que «el gran asunto entre España y Marruecos son los dos enclaves españoles».
Ese encuentro tuvo lugar el 30 de abril de 1979, tres años y medio después de la Marcha Verde por la que Marruecos invadió el Sahara Occidental, una crisis al calor de la que surgió el vínculo entre Don Juan Carlos y Hassan II de Marruecos, según subraya el historiador Charles Powell, vinculado al Real Instituto Elcano. Hasta la fecha, ni la Casa Real ni otra fuente oficial, ha desmentido esta noticia. Juan Carlos consideraba que «Melilla se podría ceder a Marruecos en un plazo relativamente corto de tiempo porque allí sólo vivían 10.000 españoles, asegura el telegrama escrito por la Embajada americana, que se envió a Muskie antes de remitirlo a Washington, sin que el senador hiciera ninguna objeción o corrección». Siempre según esta versión, Juan Carlos reconoció que la cesión causaría malestar en el Ejército, pero estaba seguro que el asunto sería fácilmente controlable por él y que en menos de dos meses el asunto dejaría de ser un problema. No pasaba lo mismo con Ceuta, cuya población española era entonces de más de 60.000 personas, de modo que la salida podría ser un estatuto similar al que tuvo Tánger entre 1923 y 1956, cuya administración la ejerció una comisión de varios países europeos, España entre ellos.
Nadie podrá aludir a que Marruecos no avisa: Tras aquel lejano episodio de la isla Perejil, los ensayos dejaron de serlo. No sólo por el acuerdo de su parlamento de avanzar en la ocupación y explotación del mar territorial que pertenece a España, en las Islas Canarias, según las normas internacionales, su capacidad para movilizar a miles de sus ciudadanos para ocupar las dos plazas españolas, o el establecimiento de granjas marinas en aguas cercanas a las posesiones españolas en el mar de Alborán. Por cierto, que todavía quedan en Melilla docenas de aquellos menores que pasaron a España en aquel asalto masivo, luego de que se considerada ilegal sus devoluciones en caliente. Conviene recordar que de los 12.000 menores no acompañados que hay hoy en día en España, según los datos oficiales, ocho de cada diez son marroquíes. En su momento, se consideró incluso la posibilidad de retornarlos a su país y que España pagara su manutención y educación.
- Fernando Ramos es periodista