Ucrania: opciones de futuro
Un acuerdo de paz basado en los antes mencionados Acuerdos de Minsk puede ser el principio o al menos una referencia para la salida de este túnel donde estamos inmersos de consecuencias imprevisibles
La guerra en Ucrania entra en una nueva fase. El último de los paquetes de armamento de EE.UU. (cuatro en los últimos tres meses), por valor de 800 millones de dólares, supone una escalada no solamente por la cuantía, sino especialmente por la clase de armamento que se va a enviar. Si anteriormente el armamento era individual, ahora se han incluido sistemas de armas colectivas como piezas de artillería, vehículos mecanizados, helicópteros Mi-17, radares, etc., que requieren tiempo de instrucción hasta su empleo eficaz por las fuerzas ucranianas. Es un indicativo de que esta guerra se prevé larga.
Es evidente que Rusia no ha conseguido parte de sus objetivos estratégicos como el control de Kiev, no ha avanzado hacia el oeste del país, ha sufrido cuantiosas bajas, ha encontrado una resistencia ucraniana no esperada, su inteligencia ha fallado, especialmente en la valoración del enemigo y ha tenido que replegarse para ejercer su esfuerzo principal sobre la región del Donbás, uno de sus primeros objetivos. Sin embargo, las sanciones económicas no han influido en el desarrollo del conflicto, no ha habido deserciones de altos mandos militares, ni se conocen fisuras en la estructura de poder de Rusia. Es decir, un equilibrio aparente, otro indicativo de que la guerra puede ser larga. En el plano diplomático, desierto total: las conversaciones bilaterales entre Rusia y Ucrania han fracasado hasta el momento.
Recientemente, el Kremlin daba a conocer el lanzamiento con éxito de su nuevo misil balístico intercontinental RS-28 SARMAT, con capacidad de portar varias cabezas nucleares y un alcance de hasta 18.000 kms, que se une a sus actuales misiles intercontinentales hipersónicos Kinjal y Avangard. Se estima que Rusia dispone de unas 14.000 armas nucleares, tanto tácticas, de posible uso en Ucrania, como estratégicas.
Pasemos ahora al Donbás. Esta región es una de las bolsas pro rusas en antiguos países de la Unión Soviética, como Abjasia y Osetia del Sur en Georgia, donde también hubo conflictos armados. Era de las áreas más industrializadas de Ucrania y de las más densamente pobladas. La mayoría de sus habitantes son rusos étnicos, en guerra civil entre las milicias pro rusas y el Ejército ucraniano desde el 2014.
La dimisión de Yanukóvich, el presidente pro ruso que tuvo que dimitir por la revolución del Maidán fue mal acogida en esta región, pues más del 70 por ciento de sus habitantes le habían votado en las elecciones de 2010. Las provincias de Lugansk y Donetsk del Donbás declararon la independencia unilateral de Ucrania, en mayo de 2014, y comenzó el conflicto armado. Posteriormente, representantes de Rusia, Ucrania y de las provincias antes señaladas negocian y firman los Acuerdos de Minsk que contemplaban el alto el fuego, la concesión de estatus especial a dichas provincias dentro de Ucrania y la retirada de las tropas rusas de la frontera con Ucrania. Estos acuerdos fueron sistemáticamente incumplidos y el alto el fuego fracasó. EE.UU. y la UE se acostumbraron a esta guerra civil en el corazón de Europa sin evaluar las consecuencias.
Dicho todo lo anterior, cabe preguntarse por las opciones de futuro. Una guerra larga, además del incremento de bajas por ambos lados y de las subidas continuadas de carburantes y del gas, especialmente en Europa, puede llegar a un punto de no retorno, donde el Ejército ruso utilice armas nucleares tácticas, cuyo fall out se dejaría sentir en otros países europeos con efectos devastadores, pudiendo extenderse el teatro de operaciones a otros países europeos y creando las condiciones para una nueva guerra mundial.
La clave principal está lejos de Ucrania, en Estados Unidos, donde los efectos de esta guerra no se sienten tan cercanos como en Europa. Cabe preguntarse, ¿dónde termina la ayuda legítima para que un país soberano se defienda de una invasión extranjera, como es el caso, y dónde empieza la ejecución de la agenda geo-estratégica de Estados Unidos, que puede incluir el recambio de Putin en la jefatura del Estado en Rusia? Otra clave, el impacto de la guerra sobre Europa es y puede ser mucho mayor que sobre Estados Unidos, ¿puede surgir algún líder o líderes europeos que planteen una agenda diferente a Estados Unidos, donde la paz y el alto el fuego sea la primera prioridad? En la guerra de Bosnia, los Acuerdos de Dayton de 1995 para el alto el fuego no impidieron que se juzgara al presidente Milosevic, al líder serbobosnio Karadžić y al general serbobosnio Mladić.
Un acuerdo de paz basado en los antes mencionados Acuerdos de Minsk, pero implementados con una fuerza de interposición que garantice el cumplimiento de lo acordado, puede ser el principio o al menos una referencia para la salida de este túnel donde estamos inmersos de consecuencias imprevisibles.
- Carlos Alonso Ausin es coronel retirado y exfuncionario de NNUU en Nueva York