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tribunaJosé Fernando Martín Cinto

Democracia

La unidad de España y la defensa de la Fe católica tiene que ser condición fundamental para que no nos pase como ahora, en que comunistas y masones imperan en nuestros Gobiernos

Aprovechando el descanso estival, que lo paso en Mojácar, pueblo precioso en la provincia de Almería, desde hace más de veinte años, he tenido tiempo de leer y reflexionar sobre la situación que vivimos en estos momentos en España. Lo primero que he pensado es por qué estamos donde estamos si nuestro pasado ha sido el más grandioso que ha tenido la humanidad, como Imperio. Lo primero que he repasado haciéndome caer en la cuenta otra vez es: por un lado, La historia de España contada con sencillez de don José María Pemán y, por otro, la lectura del magnífico libro El caso Pemán, que ha escrito su nieto, don Daniel García-Pita Pemán, que además de poner en su sitio otra vez a Pemán, ha escrito todo con gran sencillez y un conocimiento profundo y bien documentado de nuestra historia más reciente.

Digo esto, porque desde pequeños nos enseñaron en el colegio que España, a lo largo de los siglos, siempre ha tenido como principios básicos: Fe, Monarquía y milicia, como muy bien subraya Pemán en su libro La historia de España contada con sencillez.

Tengo que referirme a los Reyes Católicos, porque podemos partir de ellos para tratar de decir que la unidad que siempre tuvo España desde su reinado y la de todo el Imperio Español fue posible porque, donde iban los españoles, lo primero siempre era trasmitir la Fe católica como principio básico, que siempre llevamos con orgullo por el mundo entero.

A los Reyes Católicos les sucedió Carlos V, que también se dio cuenta de que la única forma de mantener la unidad en el Imperio y que todos se sintieran España era a través de trasmitir, fundamentalmente, la Fe católica allá donde fuéramos y, por supuesto, manteniéndola a ultranza en la península. Se tuvo que enfrentar a los protestantes de Lutero y de más herejes que ya estaban dividiendo la Germania en pequeños guetos independientes y todos enfrentados de alguna forma, logrando detener su avance hacia el sur, salvando así la unidad católica. Fue muy importante ya que, como acabo de esbozar, se vio enseguida en la parte protestante de Europa que empezaron a aparecer opiniones y diferencias por todas partes, generando, como así fue, pequeños estados independientes en toda la Germania. Sucedió lo mismo en Inglaterra, con las independencias de Escocia, Gales e Irlanda.

Como ejemplo grandioso de la unidad través de la Fe católica, creo sin duda importante, la expulsión de los árabes de España y la gran victoria en Lepanto frente a los otomanos. También quiero resaltar la guerra de la Independencia contra Napoleón, que empezó con el Levantamiento del 2 de Mayo en Madrid y que salió a relucir lo que durante tantos siglos fue nuestra principal bandera: la Fe católica.

Pues bien, después de este rato de sentirme tan español y orgulloso de nuestra grandeza, ¿dónde estamos ahora?

Un Parlamento controlado por un Gobierno del PSOE, que ostenta unos 80 diputados nada más y que se mantiene en el poder gracias a una falsa moción de censura, con gente tan recomendable como Bildu, separatistas e independentistas, comunistas, es decir, una mezcolanza que, efectivamente, está produciendo el deseo irracional de que desaparezca España y se convierta en varias pequeñas repúblicas izquierdistas y populistas que, a su vez, no se entenderán de ninguna manera entre ellas.

Como decía Pemán y que suscribo totalmente: «La esencia de la democracia radica en la adecuada separación de los tres poderes fundamentales: ejecutivo, judicial y legislativo». Pues bien, qué tenemos ahora nosotros en España, donde no existe libertad de voto en el Congreso, donde prácticamente se acepta que el Ejecutivo controle como le parezca, tanto el Poder Legislativo como la justicia, nombrando para esos estamentos, personas totalmente afines a lo que al Gobierno le convenga en cada situación. Creo que una democracia que tenga bien separados y a resguardo los tres poderes fundamentales debe ser gobernada con autoridad y esto sólo traerá bienes a la sociedad, cuya misión «sí» será verificar que los que tienen que gobernar lo hagan como lo han propuesto.

Viene a cuento decir lo que al respecto recoge García-Pita, del gran pensador Ortega y Gasset, en el libro El Caso Pemán: «La forma jurídica que adopte una sociedad será todo lo democrática que se quiera y dará a la masa toda la importancia que se quiera en el papel; pero, en la realidad, vive en los bastidores de la farsa jurídica, ya que la vida de una nación consistirá siempre en la acción dinámica de una minoría selecta que dirige sobre unas masas que apoyan o que asienten a aquellas minorías, porque, por fuerza, carecen de iniciativa propia.» Más claro agua.

Para terminar, quiero dejar constancia como español y católico, que la Monarquía, en la cúspide del Estado, es fundamental, teniendo que estar siempre bien resguardada por una Constitución que no necesite nunca cambios en lo fundamental y esencial, aun cuando si hiciera falta, se pudieran adaptar algunos artículos con el devenir de los tiempos.

La unidad de España y la defensa de la Fe católica tiene que ser condición fundamental para que no nos pase como ahora, en que comunistas y masones imperan en nuestros Gobiernos, lo que lleva de paso a realizar todo tipo de tropelías contra la Fe católica, persiguiéndola en colegios e instituciones con la aprobación implícita del Gobierno. Esto ha hecho que las masas sin principios bien aprendidos estén, sin problema alguno, atacando y quemando a diversas iglesias en nuestra geografía.

¡Por la grandeza que siempre tuvo España y los españoles, no se puede consentir más!

  • José Fernando Martín Cinto es licenciado en Ciencias Físicas