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En Primera LíneaJosé Manuel Otero Lastres

Propaganda política adhesiva

La Monarquía parlamentaria goza de la misma legitimidad democrática que el resto de las instituciones constitucionales, incluida la condición de parlamentario de Rufián

En el ámbito de la publicidad comercial se conoce con el nombre de «publicidad adhesiva» aquella a través de la cual un anunciante intenta equiparar su oferta a la de uno o varios competidores, buscando de este modo aprovechar para sí el prestigio, la reputación o el renombre que éstos hayan podido alcanzar en el mercado. La finalidad de este tipo de publicidad es equiparar la oferta del empresario adherente a la oferta del adherido, intentando colocar indebidamente la oferta propia en un plano de igualdad respecto de la oferta competidora.

En el ámbito político, existen también estas prácticas poco honestas y consisten en que un político del montón aprovecha la actuación política de una figura de primerísimo nivel para comentarla y lograr que lo relacionen con ella, parasitando así el reconocidísimo prestigio de aquél.

Esto es lo que acaba de hacer, una vez más, el portavoz de ERC en el Congreso de los Diputados, Gabriel Rufián, en las redes sociales con ocasión del discurso navideño del Rey. En lugar de comentar políticamente el discurso en cualquier medio de los muchísimos que tenía a su alcance y confrontar su opinión con la del monarca con los argumentos pertinentes, prefirió utilizar las redes sociales para intentar menospreciar la imagen del jefe del Estado y que se hable de él.

Además de otras mentecateces, pretendidamente simbólicas, Rufián adjuntó en su mensaje digital una fotografía del Rey Felipe VI cuando era niño saludando a Franco, ya entrado en la senectud, y añadió «No hay que olvidar nuestros orígenes». Seguramente, Rufián se refería a los orígenes políticos del actual monarca, porque es obvio que no se refiera a los orígenes familiares.

Pues bien, así las cosas, tal vez conviene recordarle a tan demócrata ciudadano que los orígenes políticos del Rey Felipe VI están en la Constitución Española de 1978 y en el Referéndum del 6 de abril de 1978, en el que votó a favor de nuestra Carta Magna el 87,78 % de los votantes, que representaba el 58,97 % del total del censo electoral. Por cierto, en Cataluña votaron a favor de la Constitución de 1978 el 90,5 % de los votantes.

Puestos, pues, a «no olvidar nuestros orígenes», el origen político legitimador de la actual Monarquía Parlamentaria, que es la forma política del Estado español, y que actualmente ostenta el Rey Felipe VI, es el voto democrático del 87, 78% de los españoles, entre los que se contabilizó ese 90,5 % de los votantes de Cataluña.

Sentado lo que antecede, a la calificación de propaganda «adhesiva» que merece el mensaje político de Rufián habría que añadir la de «engañosa» por omisión. Porque Rufián silencia un dato que deforma la verdad. Y es que al régimen autocrático de Franco le sucedió la Monarquía Parlamentaria de la Constitución Española de 1978 que es la forma política actual del Estado español. Lo cual fue aprobado por las Cortes generales democráticas y ratificado por el pueblo español en los porcentajes anteriormente señalados.

Los orígenes políticos del Rey Felipe VI están en la Constitución Española de 1978 y en el Referéndum del 6 de abril de 1978

No me considero persona que utilice los argumentos personales para rebatir una afirmación con la que esté en desacuerdo. Pero en el presente caso es el propio Rufián el que nos exhorta a que «no hay que olvidar nuestros orígenes».

Por eso, y aunque seguramente ya lo sabrán, Rufián nació en Santa Coloma de Gramanet, Barcelona, y es hijo y nieto de andaluces de la Bobadilla (Jaén), –por parte paterna–, y Turón (Granada) –por parte materna–, que emigraron a Cataluña a principios de los 60.

Y ya puestos a no olvidar nuestros orígenes, según la admonición de Rufián, me parece conveniente recordar lo que afirmó un primo político de su padre, según el cual, «el independentismo es un negocio», el cual, tractorista de profesión, afirmó «Teniendo sangre andaluza por los dos lados, no entendemos cómo dice esas cosas.» Y añadió «dice tonterías porque come de eso, se gana la vida así y yo lo respeto».

Habrá entre ustedes quienes consideren que ni el lugar de nacimiento de Rufián, ni su condición de hijo y nieto de andaluces, ni lo que opina el primo tractorista de su padre tienen nada que ver con su credo político actual y su decidida defensa de la independencia de Cataluña. Y no voy de decir que no tienen razón. Pero lo misma –cuando menos– que tenemos todos los que le damos a los orígenes, incluidos los políticos, el valor que tienen: son el pasado. Y en la democracia lo determinante es si el presente viene ratificado libremente por el pueblo español. Pues bien, la Monarquía parlamentaria goza de la misma legitimidad democrática que el resto de las instituciones constitucionales, incluida la condición de parlamentario de Rufián.

  • José Manuel Otero Lastres es académico de Número de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España