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TribunaJosé F. Martín Cinto

Familia y tradición

Con independencia de ideas políticas, todos en España debemos luchar ya para devolver a nuestra sociedad los valores fundamentales como la familia, el respeto, la solidaridad y la ayuda a los demás

De manera general, se está produciendo en el mundo desde hace décadas un giro importante en todo lo que se refiere al a familia tradicional, que desde tiempos inmemoriales siempre ha sido la base de la sociedad.

Aunque ya Roma definió la familia como «unión hombre y mujer para perpetuar la especie», voy a centrarme, más bien, en la situación actual de la familia en España y de los continuos ataques a esta institución desde el actual Gobierno de nuestra patria. Si nos remontamos a la idílica República Española de los años treinta, ya en ese nefasto periodo se produjo como consecuencia del odio visceral del frente popular a la Iglesia Católica y a la familia cristiana, que en España es una tradición de muchos siglos, ataques furibundos contra templos, iglesias, conventos, colegios, etc., así como persecuciones a religiosos, sacerdotes y monjas en especial, que de paso daba pie a acorralar a las familias cristianas que sin duda eran el tejido fundamental de nuestra sociedad. Todavía resuenan los desfiles de mujeres gritando «hombres sí, maridos no».

También en esa época de la idílica II República española, tuvo mucha incidencia contra nuestros valores de siempre la acción de la masonería, que como se sabe tiene como esquema fundamental la destrucción de la familia y de las raíces cristianas de nuestra sociedad.

Después de este resumen de tiempos no tan remotos en que sufrimos ataques brutales a nuestros principios fundamentales, como la familia y la religión católica, atravesamos ahora en España, y como consecuencia de la llegada al poder de un gobierno Frankenstein compuesto por socialistas, comunistas, separatistas, independentistas y terroristas y presidido por Pedro I el Mentiroso, otra ola de ataques continuados a la familia y a la religión católica en nuestra patria, para intentar borrar del mapa nuevamente la familia tradicional y los valores cristianos de nuestra sociedad.

Si comparamos de una manera sencilla pero real cómo eran y cómo son ahora los comportamientos en general de la gente joven, semillero del futuro de nuestra nación, vemos que siempre hay costumbres que se van adaptando al paso del tiempo, hay temas que están cambiando de manera muy importante, con respecto a lo que era totalmente normal y admitido, hace relativamente poco tiempo. En primer lugar me llama la atención lo tarde que, en general, deciden casarse los jóvenes, ya que si nos vamos a los años sesenta, las parejas en general se casaban en edades comprendidas entre los 22 y los 30 años para los hombres y entre los 20 y los 25 para las mujeres, la gran mayoría por la Iglesia Católica y con la alegría de poder enseguida traer hijos al mundo que robustecieran esa familia recién constituida.

Ahora, sesenta años después, se casan cuando se casan o se van a vivir en pareja de hecho, mucho más tarde y en muchos caso bien pasados los treinta años y, por supuesto, midiendo al milímetro la idea de tener un hijo que, por supuesto, se tenía que programar siempre que no supusiera un esfuerzo importante a su vida diaria.

Esta situación, que para mí no es la que debe ser, tiende a generalizarse como consecuencia de la influencia y adoctrinamiento general de los medios de comunicación hablados y escritos, cuyos mensajes encubiertos resultan ser un continuo ataque a la familia y a la religión católica, principios que desde siempre han sido el pilar de nuestra sociedad. Pues bien, por si esto no fuera un cambio importante, se han definido en España varios tipos de familia como: sin hijos, biparental con hijos, homoparental, reconstituida, monoparental de acogida, monomarental, LGTBI homomarental y homoparental, múltiple, inmigrante, etc., hasta 16 tipos que ha impuesto este Gobierno. Así es como se pretende destruir la verdadera familia, que es la que siempre ha dado sentido a una convivencia con valores y respeto entre todos.

Como todo va ligado y suele responder a unos criterios, por malos que sean, llama la atención la manera generalizada con que se divierte la juventud en macrofiestas en macrodiscotecas con inmensos altavoces, ríos de alcohol, pastillas, drogas, etc. que consiguen así ir alienando el cerebro de alguna manera y anulando poco a poco los verdaderos valores de la juventud.

Tendría que poder extenderme mucho más, pero como el espacio es limitado, sólo agregar la facilidad con que las parejas jóvenes se van a pasar fines de semana juntos o incluso a vivir al poco tiempo de conocerse. Creo que se está generalizando y pienso que es muy malo para el próximo futuro, ya que de hecho nos encontramos que de los que deciden casarse por lo civil, el divorcio se está produciendo en el 90 por ciento de las parejas en plazos comprendidos entre uno y tres años, que da una idea de la falta real de principios fundamentales y de dignidad, que se supone tiene el hombre como criatura de Dios.

De todas formas, no pierdo la esperanza, ya que si gracias a doce pobres pescadores, llevando el mensaje de Jesús por el mundo, en poco más de cien años Roma se hizo cristiana, hoy en día, también empezamos a ver en la gente joven un movimiento vigoroso de acercamiento a la Fe, cuyo ejemplo más claro son las JMJ, Jornadas Mundiales de la Juventud, iniciadas por el Papa San Juan Pablo II en 1985, que están sirviendo para revivir el espíritu de la gente joven dentro de la Iglesia; la próxima cita será este año en Lisboa en septiembre y se espera una asistencia masiva de todo el mundo para reunirse con el Papa en una fiesta de juventud y de fuente de evangelización del mundo joven.

Creo que con independencia de ideas políticas, todos en España debemos luchar ya para devolver a nuestra sociedad los valores fundamentales como la familia, el respeto, la solidaridad y la ayuda a los demás, como principios básicos, para ir adelante otra vez como una gran nación.

  • José Fernando Martín Cinto es licenciado en Ciencias Físicas