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TribunaMarqués de Laserna

Democracia, palabra de moda

La democracia se presenta como la virtud opuesta al vicio de la dictadura, olvidando que esta es una opción legítima, aceptada en todas las constituciones, por la que se conceden al gobernante poderes excepcionales y por tiempo limitado ante situaciones excepcionales

Es difícil leer un artículo de tinte político en el que no figure la palabra «democracia» y a propios y extraños se les llena la boca con ese vocablo.

Además, quien no acepte el concepto se verá arrojado al más profundo de los infiernos como ser antisocial o lo que es peor: «Nazi», que supone el mayor de los insultos. La verdad es que convertirse en miembro de los nacionalsocialistas alemanes no es un cumplido para nadie, pero curiosamente no goza del mismo menosprecio la doctrina comunista, igualmente asesina si bien culpable de muchos más millones de víctimas.

El término está en el diccionario pero su contenido no se entiende por todos de la misma manera. El régimen de los Jemeres rojos se bautizaba como Kampuchea Democrática y también la República Oriental Alemana y el sistema que gobernaba en Rumania o Bulgaria usaban apellidos similares. Hay tantas democracias que no es posible generalizar sobre ese sistema de gobierno: desde las democracias populares de los regímenes comunistas hasta la democracia orgánica instituida por el general Franco caben la liberal, burguesa, representativa, popular y directa. Todas muy distintas y algunas antagónicas.

Muchos comentaristas, imbuidos de fervor democrático, consideran a este sistema el único legítimo, lo que supondría que la humanidad se ha gobernado sin legitimidad desde el principio de los tiempos hasta el siglo XX y aun entonces sólo en algunos países. Hay que tomarlo como una licencia literaria, identificando Estado de derecho con la venerada expresión.

Actualmente la democracia se presenta como la virtud opuesta al vicio de la dictadura, olvidando que esta es una opción legítima, aceptada en todas las constituciones, por la que se conceden al gobernante poderes excepcionales y por tiempo limitado ante situaciones excepcionales. En España, el Parlamento actuó en este sentido y Pedro Sánchez fue un dictador, con poderes excepcionales, durante la pandemia de la covid.

La ignorancia ha hecho, además, asimilar dictadura con tiranía, situación en la que un Gobierno actúa sin control alguno. También podría definirse a Pedro Sánchez con ese concepto, esta vez no por gracia del Parlamento, sino contemplando su ejecutoria.

¿Qué es lo que se entiende por democracia? Sintetizando, me atrevo a proponer que es un sistema en el que el derecho prevalece sobre todo y todos, en el que se respeta a las minorías, donde el pensamiento no delinque y finalmente que las autoridades quedan elegidas por el voto mayoritario.

En España, las Cortes constituyentes, al querer evitar poderes personales, se inclinaron por un sistema parlamentario privilegiando a los partidos políticos que están subvencionados en función de los escaños que consiguen y viven de resultados electorales y no de las cuotas de sus afiliados. Durante cuatro años, el Gobierno goza de un poder omnímodo al reunir el legislativo y el ejecutivo y, además, tener cautivo al judicial, pues el Congreso designa a su órgano rector.

Ese cúmulo de poder tiene vigencia durante toda la legislatura sin dispositivo alguno que lo controle, y si el Gobierno actúa en contra del bien común no existe mecanismo para poder desalojarlo.

Los padres de la patria se olvidaron de prever esa eventualidad y no le concedieron al Rey, única institución independiente de votos y subvenciones, la posibilidad de disolver las Cortes y convocar elecciones.

  • El marqués de Laserna es correspondiente de la R.A. de la Historia