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TribunaGonzalo Ortiz

Singapur, otra vez

Conviene animar a los empresarios españoles a realizar negocios con un socio tan fiable y capaz como Singapur

Para quien haya viajado por el mundo, la compañía aérea Singapur Airlines (SIA) no le será extraña. Es la compañía de bandera de una pequeña república de 6 millones de personas asentada en una isla en el borde sur mismo de la península indochina. Singapur Airlines es conocida por la calidad de su servicio, incluido el buen funcionamiento del aeropuerto hub de Changi, y por el exotismo de su azafatas, que aun siendo en su mayoría chinas van siempre ataviadas impecablemente con «sarong» malayos. SIA es un gran inversor, cuenta con el 25 por ciento de Air India, que ahora después de su privatización necesita modernizarse en todos los sentidos. No deja de ser curioso que un país tan pequeño, (728 km2) esté en condiciones de controlar la compañía nacional de aviación india (1300 millones de habitantes).

Y es que la capacidad económica financiera y política de Singapur excede cualquier expectativa. Hay múltiples inversiones de Singapur en la República Popular China y en muchos otros lugares repartidos por el mundo. Pero el país tiene una apariencia frágil. Depende casi al 100 por cien de las importaciones de energía (casi todo de gas), 60 por ciento de los suministros de agua le llegan de Malasia y sólo produce un 10 por ciento de los alimentos que consume (aunque espera conseguir producir el 30 por ciento para 2043). La fortaleza de Singapur (país multiétnico, multirreligioso y plurilingüe) hay que buscarla en una enorme estabilidad política y en su régimen autoritario, no sometido al vaivén de los populismos ni de políticos demagogos. El control de los medios de difusión es férreo, pero hay elecciones regularmente en una democracia parlamentaria de tipo británico con el poder concentrado en el primer ministro.

Vuelvo a Singapur después de mucho tiempo. Mi primera visita fue en agosto de 1974 coincidiendo con su día nacional ,el 8 de agosto. Esta celebración la recogía en el periódico Straits Times( que te pasaban en el hotel por debajo de la puerta ) bajo los axiomas británicos de grandes desplegables y seriedad periodística. En otra ocasión, tuve oportunidad de viajar de Singapur a Bangkok en tren con paradas en Penang y Malaca y en el sur de Tailandia (todavía tranquilo, sin que hubieran aparecido brotes de islamismo secesionista). En 1974 «reinaba» en Singapur Lee Kuan Yew, padre del actual premier y héroe de la independencia tras la separación de Malasia. LKY, como también se le conoce, llevaba 16 años en el poder, y todavía estuvo otros 15 hasta un total de 31. Cuando dimitió de su cargo continuó sin embargo, como senior minister (1990-2004), y mentor minister (2004-2011) permaneciendo todo un récord de 52 en el Consejo de Ministros.

La herencia LKY pervive en el Singapur de hoy, no sólo porque su hijo sigue siendo primer ministro, sino porque continua su línea política. La educación es de alto nivel y se imparte básicamente en inglés. Se favorece el esfuerzo y una correcta selección de las minorías dirigentes. La ley se cumple, la ciudad está limpia y bien organizada y se está ganando progresivamente terreno al mar. En política exterior Singapur se rige por el pragmatismo, mantiene una gran proximidad con los Estados Unidos en materia de defensa, pero también magníficas relaciones económicas con la China Popular. LKY fue el gran consejero de Deng Xiao Ping, que tomó a Singapur como modelo en sus proyectos de reformas económicas. Hasta 1990 no se formalizaron las relaciones diplomáticas, siendo Singapur el último país del ASEAN en hacerlo.

Cuando Singapur obtuvo la independencia de Malasia era un país atrasado. Hoy es el 4º país del mundo en términos de renta per cápita (30.000 dólares). Tiene una población mayoritariamente china, más del 75 por ciento, y China se ha convertido en el principal socio comercial de Singapur con el que ha suscrito en 2009 un tratado de libre comercio. Por los estrechos de Malaca pasan anualmente más de 50000 navíos; con un 25 por ciento de las transacciones comerciales mundiales. Estos estrechos atribuyen a Singapur un enorme valor estratégico, que se acredita en el canal de Phillips y en el extraordinario espectáculo de multitud de buques containers y de todas clases que se avistan desde la ciudad. Aunque hay una serie de proyectos para reducir la importancia de este paso (península de Kra, estrecho de Lombok, gaseoducto de Xinjian) la impresión es que Singapur seguirá siendo una encrucijada básica de la economía mundial.

La pertenencia de Singapur al ASEAN y al APEC y al G20 como invitado le concede estatura internacional adicional. Como su adhesión al Banco Asiático de Inversiones e Infraestructuras, creado por China, al Banco Asiático de Desarrollo, con sede en Manila o la celebración anual del Foro de Defensa al que, en junio de 2022 acudieron entre otros el secretario de Defensa norteamericano Lloyd Austin y el ministro de Defensa chino Wei Feghe.

En Singapur nos conocen poco, no hay embajada residente en España y las relaciones con nuestro país las lleva un funcionario de su ministerio de Estado. La estima que suscita LKY (que visitó España en septiembre de 2005) tiene expresión en un busto existente en los jardines de Cap Roig inaugurado en 2015. Podemos admirar en el centro de la ciudad una bella escultura del genial Jaume Plensa. Hay una línea aérea directa BCN-Singapur, reanudada tras la covid. Y está todo por hacer, por lo que conviene animar a los empresarios españoles a realizar negocios con un socio tan fiable y capaz como Singapur.

  • Gonzalo Ortiz es embajador de España