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TribunaGonzalo Ortiz

De lo que no habló Sánchez

Se constató que la reunión había dado pocos frutos, y que se vendía como nueva la apertura del Instituto Cervantes en Shanghai (cuando había sido inaugurado por los Príncipes de Asturias hace ya más de 10 años)

Hace unos días Moncloa anunciaba a bombo y platillo que se había confirmado la «invitación oficial» para que Pedro Sánchez visitara China. La visita, se informaba, sería la primera tras el viaje de Xi Jinping a Moscú. Al parecer, nos habíamos anticipado al presidente francés Macron, y el mandatario español llegaba a China como futuro presidente pro tempore de la Unión Europea. Según el ministro Bolaños, la visita (sin calificarla como Leire Pajín de «acontecimiento cósmico») subrayaba «la alta cotización internacional del presidente del Gobierno español».

Tuvo lugar el pasado 31 de marzo con muy poca repercusión en China (Mario Esteban señaló: «No ha tenido gran impacto en los medios chinos»). Según el corresponsal de El Mundo en China se hablaba más de la okupación de pisos de chinos en Barcelona que del propio viaje. Sánchez se entrevistó, sí, con el presidente Xi y con el nuevo primer ministro Li Qiang (al que llamó por su nombre, no por su apellido). Las entrevistas fueron cortas y desconocemos sus contenidos ya que el primer ministro español prefirió no mencionar nada de lo que le hubiera dicho Xi Jinping

Al no tratarse de una visita de Estado, el protocolo de recepción fue muy diferente al que recibieron los mandatarios que le sucedieron (Macron y Lula). Por otra parte, al visitar China el presidente francés acompañado por la presidenta de la Comisión Europea unos días después, quedaba descartada la explicación de que Sánchez hubiera podido llevar mensajes de la Unión Europea y resultaba hueca la afirmación del Instituto Elcano de que «España puede desempeñar un papel significativo en las relaciones de la Unión Europea con China».

A juzgar por los contenidos de la conferencia de prensa que siguió a la entrevista, España habría apoyado el Plan Zelenski para la paz en el conflicto Rusia-Ucrania e instado al presidente chino a comunicarse directamente con su colega ucraniano. Se constató que la reunión había dado pocos frutos (firma de protocolos sobre el caqui y las almendras y el Año Dual de Cultura y Turismo), y que se vendía como nueva la apertura del Instituto Cervantes en Shanghai (cuando había sido inaugurado por los Príncipes de Asturias hace ya más de 10 años).

En cuanto a la Declaración Conjunta suscrita, tiene curiosamente una triple asimetría:

–Por una parte, se dice que el Gobierno español facilitará «un ambiente de negocios justo y amable a las empresas chinas en España» pero no al revés.

–Se habla del apoyo español al plan de paz chino «China position on the political settlement of the Ucranian crisis», reconociendo el esfuerzo chino, que «simula» neutralidad, pero nada se dice del Plan Zelenski.

–Se habla de fomentar el comercio bilateral, que ha llegado a los 57.000 millones de euros en el último año pero no se dice nada de intentar equilibrar unas cifras (misión imposible) muy favorables a la exportación china.

Sánchez, antes de participar en el Foro de Boao en Hainan (que fue la llave que le abrió el camino a Pekín) se jactaba de su viaje tricontinental en una semana: Consejo Europeo, Cumbre de la Comunidad Iberoamericana y visita oficial a China. «Un viaje a la primera potencia mundial» (Julio Ceballos dixit), que para mí no ha sido bien aprovechado.

¿De qué temas no habló Sánchez en los que España y China pueden desarrollar cierta empatía o fomentar una mayor cooperación? Sugiero los siguientes:

1.- De Gibraltar: China podría jugar un papel para orientar a España en su reivindicación utilizando la estrategia de descolonización que practicó con Hong Kong (1997) y Macao (1999).

2.- De los 50 años de relaciones diplomáticas: pero para el Gobierno español Franco está fuera de la ley, aunque China sigue venerando a Mao («70 por ciento de aciertos y 30 por ciento de errores»).

3.- De olimpismo y Samaranch. El antiguo presidente del COI es el personaje español más conocido en China ya que contribuyó poderosamente a la concesión de los JJ. OO. a Pekín en 2008.

4.- De separatismo: China es un país rígidamente centralizado a través del partido comunista, a pesar de la existencia teórica de regiones autónomas.

5.- De la Iniciativa de la Ruta de la Seda: en la que está implicado personalmente Xi y en la que España podría optar a alguno de los proyectos financiados por China.

6.- Del idioma nacional: para China el mandarín es «el idioma obligatorio en todas las escuelas», ya que «el idioma es la columna vertebral de la cultura común». Pero en España, se permite la proscripción del castellano en las escuelas de Cataluña.

7.- De cambio climático, protección de la naturaleza, prevención de pandemias y explicación del origen de la covid, la no proliferación nuclear o la estabilidad financiera global.

Hablar con los chinos de derechos humanos es un tema delicado ya que para el régimen «los derechos sociales y económicos de los ciudadanos y su bienestar preceden a sus derechos civiles y políticos».

En cuanto una posible mediación en la guerra de Ucrania «no media el que quiere si no el que puede». España se ha posicionado demasiado con Ucrania y no tiene un peso político, militar o económico que le permita hacerlo.

  • Gonzalo Ortiz es embajador de España