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TribunaJosé F. Martín Cinto

Católicos en esta encrucijada

España sigue siendo un gran país y no merece que siga dirigiendo sus destinos, no un partido político determinado, sino una persona como Pedro Sánchez

Nos encontramos a poco más de 15 días de unas elecciones generales en España, que, sin duda, creo serán fundamentales y de una gran trascendencia para el futuro de España. Están en juego la unidad de España, la familia como la hemos conocido siempre, la libertad de los padres para poder elegir la educación que consideren para sus hijos, la Sanidad y para mí, algo mucho más importante, como son, sin duda, la pérdida de los valores humanos, tanto morales como de convivencia y que por los derroteros en que estamos metidos, creo necesario dar una vuelta de timón lo antes posible.

Ahora bien, estamos viviendo unos tiempos en los que parece que no pudiéramos expresar lo que creo que con independencia de credos políticos deberíamos poder hacer los católicos, que en España seguimos siendo mayoría y que siempre hemos llevado la Fe de Cristo por el Mundo. Dios creó al hombre, a su imagen y semejanza y, por tanto, con algo tan importante como su libertad, siendo por eso, la criatura más excelsa de la Creación. Pues bien, en aras de la libertad del hombre y como refleja el Génesis en el Antiguo Testamento, Adán y Eva, atraídos por el demonio: «Seréis como Dios si coméis del Árbol del Bien y del Mal», hicieron para la humanidad, una herida espiritual, con repercusiones tan importantes, como que nuestros cuerpos se volvieron mortales, perdieron la total confianza entre ellos y para toda la descendencia de la humanidad, el respeto debido a la mujer, el parir con dolor, etc. No obstante, sabemos los cristianos que Dios no nos abandonó, pues su amor es infinito y compadecido, envió a su Hijo, Jesús nuestro Señor, que nos liberó del pecado con su muerte y muerte de Cruz y con su Resurrección. Todo esto fue realizándose, como vemos en el Antiguo Testamento, con el envío de muchos profetas a lo largo del tiempo, hasta la llegada del Hijo de Dios, Jesús, que asumió una vez y para siempre todos los pecados de todos los tiempos de la humanidad, con su infinito sacrificio en la Cruz. Además y conociendo nuestra condición de pecadores, nos dejó los Sacramentos y la Eucaristía, que es su presencia viva y para siempre entre nosotros.

Toda esta pequeña semblanza de la Fe que tenemos todos los católicos, creo que cobra hoy más que nunca mucha importancia a la hora de votar en la próximas elecciones generales, del próximo 23 de julio.

Durante los últimos años, se han ido produciendo una serie de decretos, leyes, etc., que todos ellos chocan frontalmente con lo que creemos y sabemos de verdad los católicos. Me refiero, por ejemplo, a la desaparición de todo símbolo cristiano en la educación, con textos aberrantes en muchos sentidos, incluyendo enseñanzas en temas de sexo, a niños y niñas, que son absolutamente demoníacas, abandono prácticamente en muchas partes de España de la enseñanza del idioma común a todos los españoles, el español, para dar cabida al catalán, al mal llamado vascuence, etc. y para no alargarme, me centro en los temas de una gravedad extraordinaria, como son las actuales leyes del aborto y de la eutanasia.

No tengo espacio suficiente en este escrito para explicar por activa y por pasiva la barbaridad que supone para la humanidad la ley del aborto y más sabiendo sin la más mínima duda científica, que desde el mismísimo instante de la concepción ya aparece un nuevo ADN, único e irrepetible de esa criatura que por su condición de ser humana, necesita estar desarrollándose durante nueve meses en el seno materno. Como es posible que un ministro del actual Gobierno diga que el aborto es un «derecho de la mujer», entronizando que el matar en el caso del no nacido está muy bien si lo consideras así. Siguiendo en la línea demoniaca dominante, tenemos la ley de la eutanasia, que es algo bochornoso para la humanidad y que los legisladores de la misma la justifican de una manera realmente torticera y lejos de la verdadera realidad y dignidad del hombre.

Por todo lo anterior y por muchas cosas más, que no tengo espacio para explicar y que nos atañe a los católicos, creo que se debe pensar muy bien el voto en la próximas elecciones generales y valorar antes de hacerlo, los pros y los contras, de tal o cual formación política.

Por otro lado y como colofón a este artículo, creo obligado pedir a los españoles el esfuerzo de ir a votar en fecha tan desastrosa, que coincide con los días clave de las vacaciones y siendo la época de más calor en España.

Personalmente, mi familia supeditará las vacaciones a la fecha del 23 de julio, ya que no podemos tener de manera fehaciente una confianza total en el voto por correo, ya que puede haber con él efectos no deseados.

España sigue siendo un gran país y no merece que siga dirigiendo sus destinos, no un partido político determinado, sino una persona como Pedro Sánchez, que está claro que sólo piensa en sí mismo y en su futuro personal y lejos, muy lejos, de tener algún valor que le lleve a preferir el bien de España, que el suyo particular.

Como católico, pido al Señor que no nos abandone en esta fecha del 23 de julio y entre todos saquemos a España de una situación que puede llegar a ser desastrosa e irrecuperable.

  • José Fernando Martín Cinto es licenciado en Ciencias Físicas