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TribunaJaime Rocha

Lampedusa

Las motivaciones de millones de personas para salir de esos países, pagando lo que no tienen y jugándose la vida, con un alto porcentaje de posibilidades de perderla, son más que evidentes

Lo ha dicho la «primer ministro» italiana, como quiere ser llamada, Giorgia Meloni, la solución a la inmigración masiva procedente de los países subsaharianos hacia Europa no está en abrir las puertas ni en un control policial exhaustivo. La solución es promover el desarrollo de esos países para que sus naturales no sientan la necesidad de emigrar y jugarse la vida, para perderla en muchísimos casos, de la mano de mafias locales que se enriquecen con esas muertes.

Es inhumano lo que ocurre y nadie con un mínimo de sensibilidad puede mirar para otro lado ante este drama, hay que buscar soluciones que no sean puntuales, como la acogida a quienes, sorteando toda clase de dificultades, logran arribar a costas europeas o las devoluciones en caliente. Las soluciones deben ser, tienen que ser, urgentes y duraderas.

La «primer ministro» italiana acusó directamente a Francia de la explotación sistemática y continua de los recursos naturales de esos países, algunos de estos recursos de un alto valor estratégico. No solo Francia, añado, muchos otros países occidentales y más recientemente Rusia y China.

De la antigua colonización occidental se ha pasado a la moderna explotación sistemática de recursos mediante prestamos difíciles, si no imposibles, de reintegrar. Es la moderna colonización no solo del África subsahariana, también de una buena parte de Hispanoamérica.

Nada de eso sería posible si no contaran en esos países con gobiernos corruptos y dictatoriales de corte político afín con los regímenes de Rusia y China.

Un tercer factor importante es la «ayuda militar» que tanto Rusia como China prestan a estos gobiernos bajo la que se esconde, sin mucho disimulo, la implantación de bases militares.

Los golpes de Estado militares se suceden sin solución de continuidad, El Chad en abril de 2021 y un intento a principios de 2023; en Mali, desde la independencia de Francia en 1960 han tenido cinco, en 1961, 1998, 2012, 2020 y 2021; Guinea Conakry en septiembre de 2021; Sudán en octubre de 2021 y abril de 2023; Burkina Faso dos en el año 2022, uno en febrero y septiembre y Níger, que se había librado de golpes militares y contaba con un gobierno elegido democráticamente, en julio de este año los militares arrestaron al presidente haciéndose con el poder bajo el pretexto de luchar contra el yihadismo, tan activo en esa zona geográfica conocida como Sahel.

La inseguridad y la incapacidad de sus gobiernos para mejorar las condiciones de vida de sus ciudadanos dan origen a tantos golpes de Estado y a la salida masiva de ciudadanos, familias enteras que huyen del caos y la pobreza.

En ese escenario, las motivaciones de millones de personas para salir de esos países, pagando lo que no tienen y jugándose la vida, con un alto porcentaje de posibilidades de perderla, son más que evidentes.

No digo que sea fácil acabar con todo eso. Tenemos tropas francesas, americanas, españolas en la zona frenando la subida a cotas más próximas del yihadismo.

Hace muchos años que soy voluntario de la ONGD Madre Coraje. Es muy importante la «D» final, significa «Desarrollo». Llevamos más de treinta años trabajando en el Perú en zonas de montaña, construyendo caminos, enseñando a estabular el ganado y cultivar la tierra, creando escuelas y enviando ayuda humanitaria (hemos enviado este año el contenedor número quinientos).

En Mozambique hace «solo» siete años que llegamos y en ese tiempo hemos construido presas para recoger agua (antes iban andando con un cubo a un pozo que al llegar comprobaba que estaba seco) y más de tres mil setecientos puestos escolares perfectamente dotados de profesorado y medios.

Ninguna de los miles, sí digo miles, de personas a las que ayudamos en su desarrollo se le ocurre salir de su país jugándose la vida. Ese es el camino que los gobiernos occidentales deberían emprender.

Bien es verdad que los proyectos más costosos económicamente los realizamos acudiendo a concursos de gobiernos europeos o de la propia Unión Europea, pero si lo que hacemos con los siempre escasos recursos sirve para ayudar a tantas personas. ¿Qué no se podría hacer con los recursos que estos países dedicaran a ese fin?

  • Jaime Rocha es capitán de navío y escritor