La verdad del hombre
Tarde o temprano volveremos a Él, para ser juzgados definitivamente con nuestra alma espiritual
Hace ya mucho tiempo que estamos viviendo en el mundo una serie de acontecimientos que cada vez se producen con más velocidad, con muchos cambios importantes, que nos están llevando a vivir una nueva época que, sin exagerar de ninguna manera, pueda ser que nos esté llevando hacia el final de la humanidad como la hemos conocido hasta ahora a través de los tiempos.
Centrándome en España, vemos que nuestra gran historia, agrandada con el descubrimiento del Nuevo Mundo, al que llevamos la Fe católica, los principios fundamentales del honor, la hidalguía, la generosidad y muy importante, dando a los nativos la ciudadanía española con los mismos principios para todos, además de la importancia que tuvieron en Europa nuestros gobernantes y nuestros principios fundamentales, no tiene nada que ver con lo que nos ha tocado vivir en estos difíciles momentos que parecen no tener fin.
De una manera progresiva, se ha ido produciendo la descristianización de nuestra sociedad, prácticamente a todos los niveles y en especial con sistemas de gobierno donde no sólo no existe el honor y el amor incondicional a la patria, sino que la mentira y la corrupción son monedas de cambio que, en definitiva, gran parte de la población parece aceptar. La familia está totalmente desdibujada y sin principios claros en el desarrollo de su entorno natural. Lo asombroso de la decadencia en nuestra sociedad es que siendo palmario, el horrible Gobierno que hemos venido soportando en los últimos cuatro años, con un presidente batiendo récords en decir una cosa y al día siguiente la contraria sin que se le mueva un músculo, considerando que la mentira no es tal, sino un cambio de opinión, vemos que, con todo y con eso, lo que parecía que por fin sería la debacle de su Gobierno en las elecciones del 23-J no ha sido así, ya que 10,7 millones de españoles le han votado nuevamente. El adormecimiento del ciudadano español es total y más bien propio de gobiernos populistas al uso en Hispanoamérica, donde los cada vez más pobres están prefiriendo sus sueldos mínimos que les permitan seguir, antes que revelarse contra esos regímenes filocomunistas y dictatoriales. Al no tener espacio en estos artículos, sólo quiero decir que Europa ha dejado de ser cristiana, gracias seguramente a la gran influencia de la organización de las Logias Masónicas, que sin duda están introducidas en todos los gobiernos y que, como se sabe, uno de sus principios básicos es el acabar con la Fe católica y con todo el cristianismo.
Todo esto, que parece una catástrofe, creo, sin embargo, que de una manera u otra, el hombre volverá a rencontrarse con la verdad fundamental y que no es otra que «somos hijos de Dios». Tarde o temprano volveremos a Él, para ser juzgados definitivamente con nuestra alma espiritual. No olvidemos que la medida del amor es amar sin medida y eso es lo que siempre hace Dios por el hombre. Creo llegada la hora, que con coraje y sabiendo lo que de verdad importa, volvamos a incidir en la sociedad, cada uno en su parcela, con los valores fundamentales de la familia, el honor, la generosidad, la entrega y, en definitiva, que el humanismo cristiano sea la base desde donde todos unidos volvamos a mirar a Dios, que siempre nos está esperando y respetando nuestra libertad, además de con su infinito amor.
Termino diciendo que tenemos que tener Fe en el Señor, ya que como dijo San Agustín: «La Fe es creer lo que aún no ves y la recompensa por esta Fe es ver lo que crees». Reconozco que es algo muy profundo en mí también la aseveración del santo que dice: «Nos hiciste Señor para Ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti».
- José Fernando Martín Cinto es licenciado en Ciencias Físicas