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TribunaJosé F. Martín Cinto

Cobardía

Todos éramos españoles, ni rojos ni colorados, que nos dejamos la vida por nuestra Patria; por mi edad, yo tuve la suerte de poderlo vivir en primera persona y no dejo de ver con nostalgia la situación actual del pueblo en general

La Real Academia Española, define cobardía como «falta de ánimo y valor», siendo importante resaltar, sinónimos de ella acobardamiento, amilanamiento, pusilanimidad, apocamiento, miedo, terror, cortedad y canguelo. A su vez, antítesis de cobardía son: valentía, valor, coraje, arrojo, atrevimiento, bizarría.

He aclarado al máximo el significado de cobardía porque, sin duda, tanto la definición como los sinónimos son aplicables a Pedro Sánchez y por eso se explica un poco mejor que actúe siempre de manera taimada, con la mentira como su arma principal y escudado precisamente en su enorme cobardía y falta de dignidad. Comprendo que puedo extenderme y detallar más este rasgo de la personalidad de Pedro Sánchez, la cobardía, pero es también importante trasladar esta definición de cobardía a prácticamente todos los políticos que se sientan en el Parlamento, así como a nuestros conciudadanos, que ahora se les disculpa diciendo que es que están dormidos y no es eso para nada, sino que parecen estar rebosantes de cobardía. Parece muy duro lo que estoy diciendo, pero sin remontarme otra vez a las memorables actuaciones del pueblo español a lo largo de la historia para defender nuestra patria, nuestros valores y nuestra fe católica por todo el mundo, resulta que en estos momentos cuesta mucho reconocer esos valores entre nosotros.

Después de la Guerra Civil del 36 al 39, consecuencia de la desastrosa II República Española y pese a quedar neutrales en la Segunda Guerra Mundial del 39 al 45, quedamos marginados por los vergonzosos acuerdos de Potsdam y Yalta, retirándose de España una gran cantidad de embajadores (con la honrosa excepción de Argentina, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Perú y República Dominicana). Pues bien, con esta desastrosa situación, el pueblo español en masa salió a la calle en una impresionante manifestación de adhesión a Franco. Yo tenía 9 años y me acuerdo muy bien, donde como ejemplo de coraje hubo una pancarta que la portaba toda una familia que decía: «La familia García se caga en la ONU»; a su vez otra decía: «Si ellos tienen ONU, nosotros tenemos dos». Ese pueblo español, sin banderías, partidos políticos y componendas torticeras, se puso a trabajar para sacar adelante nuestra querida España, consiguiendo poco a poco –y no tan poco a poco– tener nuevamente el reconocimiento internacional. Merece la pena destacar que dentro del enorme desarrollo industrial de España, entre los años 60 y 70, el plan de refinerías y complejos petrolquímicos para obtener los productos base de la química. Supuso situarnos a la vanguardia en Europa en ese sector, como en tantos otros que no pueden ser objeto de este artículo. Todos éramos españoles, ni rojos ni colorados, que nos dejamos la vida por nuestra Patria; por mi edad, yo tuve la suerte de poderlo vivir en primera persona y no dejo de ver con nostalgia la situación actual del pueblo en general.

A la muerte del General Franco en 1975, España era una de las nueve primeras potencias industriales de Europa y teníamos una clase media muy fuerte y orgullosa de ser española y yendo así por todo el mundo. La pregunta es: ¿qué está pasando ahora? ¿Cómo es posible que, con la que nos está cayendo, no se vea una salida para evitar el destrozo total de la Unidad de España? ¿Vamos a permitir que Cataluña, las Provincias Vascongadas, Navarra (y luego vendrán más) se independicen porque unos cuantos separatistas, totalmente minoritarios en toda España, así lo quieran? ¿Vamos a permanecer sentados esperando a que España se convierta en unas cuantas repúblicas que sin duda serán de corte populista? Esto va contra la manera de ser del pueblo español, contra nuestro carácter indomable y contra los valores fundamentales, que siempre llevamos con orgullo por el mundo.

No bastan unas pocas manifestaciones masivas y llenas de banderas de España, porque estuve en ellas y pude comprobar el talante de los que hablaron, que más que personas decididas a jugársela por España, en sus discursos decían frases preciosas y aplaudidas, pero lindantes siempre con lo políticamente correcto, que parece impreso en la clase política para poder sentarse en el Parlamento. A las pruebas me remito: ¿es normal que al PP le parezca bien que Vox no esté en la Mesa del Congreso y que, además, no le hayan dejado participar en ninguna comisión parlamentaria, siendo la tercera fuerza más votada en España? Así seguro que no iremos a ninguna parte.

Lanzo desde aquí la necesidad urgente de fundar un verdadero partido conservador, que aglutine lo mejor del PP y de Vox, que defienda sin fisuras la unidad de España, la Corona y por ende la Constitución, la familia como base de la sociedad y la libertad religiosa, para así poder dar la batalla en las urnas lo antes posible, que nos llevará sin duda a volver sentirnos, todos, orgullosos de ser españoles.

  • José Fernando Martín Cinto es licenciado en Ciencias Físicas