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TribunaJulio Borges Junyent

Iberoamérica S.O.S.

Iberoamérica atraviesa el peor éxodo migratorio de su historia, impulsado principalmente por venezolanos que hemos abandonado nuestra tierra debido a la grave crisis política, económica y social generada por la dictadura de Nicolás Maduro

Actualizada 01:30

No es exagerado sostener que el 2024 puede ser uno de los años más definitorios en Iberoamérica. La importancia de este año no solo tiene que ver con el plano electoral, sino con 4 tendencias que se han venido acentuando y que golpean directamente a España como mostraremos.

La primera tendencia es la desconsolidación democrática. Es un proceso que en la región ha tomado una fuerza inédita, producto del crecimiento de la pobreza y el desmantelamiento de la visión del centro político. De acuerdo con la última encuesta de Latino barómetro, para el año 2023 tan solo el 48 por ciento de la población expresa apoyo hacia la democracia como sistema de gobierno, lo que representa una disminución de 15 puntos porcentuales con respecto al año 2010, cuando se registraba un 63 por ciento de respaldo para la democracia.

Este debilitamiento del apoyo popular a la democracia trae consigo un aumento del apoyo popular a formas de poder tiránicas: el 54 por ciento de la población señala indiferencia sobre si lo gobierna o no un demócrata, siempre y cuando resuelva los problemas fundamentales. El resquebrajamiento social de los valores democráticos genera efectos nocivos como la fragmentación social, la expansión de la pseudolegalidad y el incremento de la polarización. La relación estrecha entre movimientos políticos en España e Iberoamérica que apuestan por la erosión democrática se ha hecho evidente desde hace años.

Una segunda tendencia que probablemente continúe elevándose es la crisis migratoria. Iberoamérica atraviesa el peor éxodo migratorio de su historia, impulsado principalmente por venezolanos que hemos abandonado nuestra tierra debido a la grave crisis política, económica y social generada por la dictadura de Nicolás Maduro.

El tapón del Darién, entre Panamá y Colombia, se ha convertido en el epicentro del nuevo flujo de desplazados, donde nacionalidades de todos lados, incluso de otros continentes, se encuentran para alcanzar el sueño americano. En 2023, más de 320,000 venezolanos cruzaron el peligroso trayecto, una cifra que muy probablemente continuará en ascenso si las condiciones que promueven el desplazamiento no cambian. Luego de la región, el lugar más anhelado para migrar es España y este flujo aumentará, a menos que se recobre la democracia y el progreso.

Una tercera tendencia importante que hemos tocado someramente es la proliferación de las economías ilícitas. Para muestra están las escenas que se han suscitado recientemente en Ecuador, con grupos armados declarándole abiertamente la guerra al Estado, o también el incremento de los indicadores de violencia en Colombia o las vinculaciones de Maduro con el narcotráfico. Los actores criminales invierten ingentes cantidades de recursos para tratar de influir en las agendas políticas, a tal punto de adueñarse del Estado. De la misma manera, hemos visto como capitales producto de la corrupción y el crimen organizado terminan aterrizando en España, corrompiendo el sistema social.

Una última tendencia relevante a la luz de este análisis es precisamente la que tiene que ver con el ecosistema global de información y su impacto en la creación de narrativas que fomentan la desinformación y noticias falsas. En un año tan electoral, con elecciones tan polarizadas, los laboratorios propagandísticos de fake news se verán reforzados, acentuando la efervescencia y los debates viscerales, por encima de las ideas y los consensos democráticos.

Cada una de estas tendencias forma parte de un proyecto superior antioccidental, que tiene su mayor expresión en la Venezuela de Nicolás Maduro. Es por eso que, si se quiere revertir el abismo en el que está cayendo Iberoamérica, las elecciones en Venezuela no pueden ser vistas como unas más. Son las elecciones más importantes para el futuro de la región, es la posibilidad de que actores como Rusia, China, Cuba e Irán salgan definitivamente de nuestro hemisferio. El retorno a la democracia en Venezuela puede tener un efecto libertario sobre el resto de la región, revitalizando la democracia liberal como sistema político, así como los derechos humanos como gran pacto institucional. Pongamos la mayor vigilancia en Iberoamérica porque está atada a la crisis de la democracia en España.

  • Julio Borges Junyent fue presidente del Parlamento Venezolano
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