La ONU promueve la legalización de la pederastia
En realidad, la propuesta de la ONU es una propuesta utilitarista, de un gran relativismo moral, propia de una sociedad corrompida que desfigura la acción humana, instrumentaliza y degrada al ser humano a meros medios para la satisfacción de deseos personales y colectivos
En 1913, cuando 'La consagración de la primavera' se representó por primera vez en el nuevo Théâtre des Champs Elysées, Stravinski recordaba en su Autobiografía que, desde los primeros compases del preludio, hubo risas burlonas en el auditorio, provocándose un tumultuoso estreno. ¿Por qué el público respondió tan intensamente al espectáculo de una doncella bailando hasta morir, presentado como un ritual arcaico de fertilidad de la Rusia pagana? En lugar de medias ajustadas y tutús que mostraban deslumbrantes siluetas musculosas, los coloridos trajes de inspiración folklórica cubrían completamente el cuerpo de los bailarines. La coreografía desafiaba todas las convenciones del ballet clásico.
La reacción del público en el estreno de 'La consagración de la primavera' era coherente con la mezcla de fascinación y horror condescendiente que producía la percepción del barbarismo de Rusia en el imaginario modernista francés, que, sin embargo, muchos pensaron que podía infundir nueva energía a un Occidente europeo decadente. La imagen de una víctima que baila hasta morir en el seno de una comunidad y ante unos espectadores inmunes convertían la fealdad estética en fealdad moral: no era un mero desafío a las convenciones de la música y el ballet, sino un desafío a los valores humanistas de la Ilustración.
El significado simbólico de la joven víctima que baila hasta morir en el seno de una bárbara comunidad, presa de su canon modernista, se asemeja a la imagen de los niños sacrificados al Satán de las ideologías progresistas, despenalizando la pedofilia siempre que sea consensuada como pretende un artículo de un nuevo tratado de la ONU que será adoptado a finales de año por la Asamblea General. Prevalecerá el derecho a desarrollar las relaciones sexuales entre menores o de menores con adultos a la integridad de los niños, se alzará el impuro Occidente, la ramera Babilonia, la protección de los derechos de los criminales sobre los derechos de las víctimas, como bien señala la delegación rusa y los opositores no occidentales.
El impacto moral recibido en la inauguración de los JJOO de París, como si de algo grotesco, intolerable y odioso al alma se tratara ante la blasfema mise en scène de La Última Cena de Leonardo da Vinci, manifestaba a todas luces el espíritu maligno de una cultura cuyo paradigma modernista escarnece el fundamento mismo de nuestra civilización occidental en sus raíces cristianas, donde el Cristo «humillado y ofendido» vuelve a ser crucificado por el capitalismo y la sensualidad de todas las codicias. Aquel extravagante y sensorialmente excesivo nuevo banquete dividía a las gentes en fuertes, con derecho a transgredir, y débiles, sin ningún derecho a manifestarse, manifestaba la ideología excluyente y el camino de la autoafirmación, sin hacer admisible la crítica de quienes queremos el mismo respeto que los demás. El mal gusto, la indiferencia hacia la verdadera belleza, el espíritu maligno de escarnecer el fundamento mismo de nuestra civilización occidental en sus raíces cristianas, alejaba así a la humanidad de Cristo.
Ahora la ONU impone la supuesta bondad del consenso desde las instituciones para justificar los comportamientos patológicos y perversos, exalta la trata de la que el niño debe estar protegido, como así lo recoge la Declaración Universal de los Derechos del Niño. El crecimiento de la pedofilia visual pornográfica ha aumentado exponencialmente en los últimos años, siendo EE.UU. el país que más pornografía infantil produce en el mundo y quien defiende ahora las excepciones a combatir los delitos en internet. Lo peor de todo es que se considera y celebra como una defensa del menor, como si se estuviese realizando algún maltrato hacia el niño que debiera salvarse, promocionando así la prostitución infantil, con el abyecto objetivo de legalizar la pederastia.
Pronto, muy pronto, se sacrificará a los niños en un baile orgiástico de apareamientos inclusivos infames, amparados por la ley, ante la indiferencia de un endemoniado Occidente incapaz de encontrar amotinamiento alguno entre sus filas. Nikolái Gogol fue el primero de los escritores del siglo XIX en atacar explícitamente a la cultura occidental. Gogol no criticaba el fundamento de nuestra civilización, sino el espíritu «maligno» que le parecía haber vislumbrado en ella. Es lo que insinúa Dostoievski en «Diario de un escritor» cuando se refiere al destino de la «estimada Europa» que le «martiriza» y «excita» con «las nubes oscuras que cada vez tapan más el horizonte».
En realidad, la propuesta de la ONU es una propuesta utilitarista, de un gran relativismo moral, propia de una sociedad corrompida que desfigura la acción humana, instrumentaliza y degrada al ser humano a meros medios para la satisfacción de deseos personales y colectivos. Aquí no existe un hipotético y engañoso acuerdo entre iguales que se deba poner en práctica mediante el instrumento del consentimiento, sino menores incapaces de tomar decisiones cuyos derechos no se encuentran ya limitados por ciertos correctivos derivados de la dignidad inherente de cada persona.
A pesar de los estridentes ritmos de 'La consagración de la primavera', de aquellos saltos del bailarín Vaslav Nijinsky considerados como «un crimen contra la gracia», desafiando a París, la ciudad de la vanguardia artística europea, la partitura se hizo indispensable en el canon académico, adquiriendo un estatus mítico. Lo mismo deberá suceder con nuestras voces, resonando molestas contra el embate desaforado y la barbarie de las inmundicias que pretenden impregnar costumbres y formas de vida, destruir la familia desde las propias instituciones, y acabar con el cristianismo en tiempos que preludian su trémula extinción.
- Roberto Esteban Duque es sacerdote