Desenmascarar a Zapatero
Su pretendida mediación y su pregonada bonhomía y solidaridad no son otra cosa que sectarismo ideológico y voluntad de imponer a cualquier precio su doctrinario sin dejar para nada al margen el interés y el medro personal
La máscara tras la que se ha ocultado siempre Zapatero, y lo sigue haciendo, es la de una pretendida y meliflua bondad. Con ella, y su vacuidad evanescente de cielos, nubes y vientos, es con la que siempre nos ha pretendido, y a muchos y muchas veces logrado, engañar. Lo hizo cuando llevó a España al precipicio, la ruina y el paro más descomunal, cuestionó la unidad y sentido de pertenencia a nuestra nación, «discutida y discutible», y sembró la semilla del odio político entre los españoles. Es su disfraz predilecto que ha vestido siempre y se ha puesto ahora con la más absoluta desvergüenza y desfachatez haciendo pasar por humanidad lo que no es otra cosa que complicidad, servicio y sumisión a las dictaduras más letales y a un sanguinario dictador como Maduro.
Su pretendida mediación y su pregonada bonhomía y solidaridad no son otra cosa que sectarismo ideológico y voluntad de imponer a cualquier precio su doctrinario sin dejar para nada al margen el interés y el medro personal tanto pecuniario como en relevancia y notoriedad nacional e internacional. O mejor y más precisamente, y en perfecto maridaje, ambas cosas a la vez. Su arrimón aquí a Sánchez, tras distancias primeras, y en cuando lo vio ganador, es muy demostrativo de su doblez.
Resulta pues de notoria necesidad el desenmascararlo de una vez por todas y contrarrestar la nueva campaña que la prensa papagayo al servicio de Moncloa ya ha puesto en marcha por redes, tertulias y todo tipo de propaganda subliminal.
Así que lo primero será dejar claro, con sencillas palabras y en román paladino, alejado de la prosa político-diplomática-engañabobos y tragarruedas, lo que es en verdad José Luis Rodríguez . No es ningún altruista ni un intermediario independiente, ni le mueve pulsión humanitaria alguna (ninguna con las víctimas desde luego) sino que es un esbirro de Maduro, un cómplice de su dictadura y un encubridor de sus crímenes al igual que los de otras de corte similar, comenzando por la castrista cubana.
Y es su última misión, la que provoca, si se desnuda de farfolla y mentira, la mayor repulsión. La jugada, consorciada con Sánchez, bajo sus auspicios de hacer salir exiliado de Venezuela, a través de la coacción, el acoso, la amenaza de cárcel y hasta de muerte para él y su familia, de Edmundo González, vencedor en las elecciones, a pesar de las innumerables trabas y obstáculos para ir a votar, cuyos resultados documentados son irrefutables y, por tanto, presidente electo de Venezuela y hacer pasar, encima, tal canallada como generoso acto humanitario, es la que repugna más. Decía en una de mis entregas anteriores que esperaba poder ver un día sentado en el banquillo de los acusados ante un Tribunal Internacional a este personaje cuya careta sonriente oculta tras ella el daño y la tragedia causada a millones de seres humanos privados de libertad, de derechos y hasta de sus vidas, sometidos a la pobreza y a la represión, y forzados a millones, son millones ya, a tener que abandonar su país. Lo reitero con aún mayor convencimiento y añado que bien podría empezarse a pensar en despojarlo de los privilegios y prebendas que como expresidente del Gobierno disfruta e, indignamente, utiliza de continuo.
Queda, además, pero no tardará en aflorar, un capítulo muy oscuro de lo que está convirtiéndose en otra de sus prioritarias actividades. Uno de los verdaderos y escasos especialistas en China, ese inmenso y poderosísimo país, donde él ha vivido años y donde pudo auscultar más que otros las claves, formas y modos del críptico poder que dirige sus designios, me relató con creciente alarma como, y en los últimos meses, Zapatero no dejaba de dejar caer, repetir y hacer suyas lo que no son sino consignas y claves propagandísticas que el régimen chino pretende introducir y con ellas avanzar en sus propósitos de hegemonía.
Ahondando en ello, otro interlocutor del mundo empresarial me comentó también que su creciente cercanía a Sánchez, de quien cada vez más semeja ser el gran valido en la sombra, tenía mucho que ver en el viaje que el presidente está realizando en estos momentos por la gran potencia, que precisamente democrática no es sino un régimen comunista, aunque sobre ello el mundo prefiera ni saber y mirar para otro lado considera lo mejor que puede hacer. Así que ahí podemos tener otra: a nuestro ZP, siempre encantado y sonriente, al servicio de Pekín.