En los nidos de antaño no hay pájaros hogaño
Los políticos solo ven los votos que les den el poder sin pensar que están socavando los pilares de la verdadera estructura de la conciencia. No tienen escrúpulos para conseguir lo que se proponen
Cuando me acuerdo del país que teníamos, la melancolía hace que me venga a la cabeza esta frase de que en los nidos de antaño no hay pájaros hogaño. La sociedad española ha cambiado y esto que en el simple concepto pudiera ser bueno, sin embargo, al ver como han desaparecido ciertos valores, ciertas responsabilidades, algunas formas de relacionarnos, debo concluir que los cambios no han sido a mejor. Efectivamente, se ha ganado en democracia, en libertades, en tecnología, en calidad de vida, pero de ninguna manera en principios y formas de pensar. España fue un gran país, respetado y envidiado, que supo llevar su pensamiento allende fronteras y que, en siglos pasados, descubrió tierras, marcó una religión y un idioma, mantuvo estas tierras como parte integradora de España, suprimiendo esclavitudes y llevando el conocimiento a través de sus universidades. Allí dejaron lo más granado, las universidades, las iglesias, la mezcla de razas y la sangre derramada de muchos españoles. Pocas personas piensan en esto. Si todo se consiguió solo con el pertrecho de la ilusión, el valor y la fuerza de las ideas, qué no se podría conseguir ahora si supiéramos dejar aparte los odios, los enfrentamientos estériles, las envidias y bajezas utilizadas por conseguir puestos o por mantenerlos. El relativismo es una de las lacras peores con la que nos enfrentamos y está minando la calidad moral de las personas que no son capaces de tomar una posición correcta ante los avatares que se nos están presentando.
Los políticos solo ven los votos que les den el poder sin pensar que están socavando los pilares de la verdadera estructura de la conciencia. No tienen escrúpulos para conseguir lo que se proponen. No hay nada más que ver a nuestro alrededor estas personas que insultan, agreden, relativizan las actuaciones de los que siguen una conducta correcta. Se tacha a los jueces de autoritarismo cuando ejercen honestamente su profesión, se tilda a la oposición con calumnias, bajezas morales, comentarios destructivos y ataques sin piedad. Muchos políticos hablan con lenguas largas y cerebros cortos, tratando de demostrar lo que a todas luces es indemostrable, pero calumnia, calumnia, que ahí queda. Los comentarios están ayunos de inteligencia, son mordaces, insidiosos, y solo tratan de destruir al adversario sin añadir ideas nuevas, frescas que aporten lozanía a sus discursos, con propuestas originales que traten de mejorar la sociedad y hacer mejor la vida de los contribuyentes. Los políticos no piensan en que son servidores de la ciudadanía, que se deben a ella y que están en ese puesto por el solo hecho de que tienen que servir para mejorar la vida de los ciudadanos.
¿Me puedes decir lector si en estos últimos años se encuentra relajado con lo que oye y ve, si es más feliz con lo que se está cociendo en la vida del país?
Hace ya muchos años que abrimos los periódicos y aparecen temas reiterativos como el catalanismo a ultranza, la independencia, el deseo de que los que no estén de acuerdo con las directrices que abogan los políticos al uso, se vayan de la región. Noticias como las elecciones que se amañan en muchos países, últimamente en Venezuela y el mandatario dictador no quiere reconocerlo y sigue en el poder insultando, amenazando, agrediendo física y verbalmente. Y aquí, en España, los políticos de turno palmean y añaden algunos insultos más de su cosecha.
En lugar de pensar en la responsabilidad del cargo para mejorar la existencia del pueblo, están embarcados en mejorar su vida personal con prebendas como coches oficiales, seguridad, viajes y comidas de representación, cuando no se dedican a pintar o cambiar la decoración del despacho como primer impulso de su proyecto.
No he visto en estos tiempos que nos abruman un programa en positivo, un proyecto que defienda los valores, la familia, la verdad, la responsabilidad y el trabajo. Estamos inmersos en un bucle de fanatismo ideológico que es el que rige nuestra conducta. De ahí no salen dando vueltas y vueltas a la procacidad verbal. Es necesario eliminar el pensamiento único, los palmeros del jefe de la tribu, y racionalizar nuestra crítica haciendo una reflexión serena sobre la posición que tenemos y no dejarse llevar por el oropel de la mentira, de la calumnia, del cargo que a algunos ciega y deja sin posibilidades de juicio honesto. Caminan hacia ese pensamiento transmitido por los voceros del régimen. Y esto pasa aquí en España, como en Venezuela o cualquier otro país que esté en liza de elecciones.
Recuerde el alma dormida, /avive el seso y despierte, /contemplando/cómo se pasa la vida, /cómo se viene la muerte/tan callando; /cuán presto se va el placer, /cómo después, de acordado, /da dolor; /cómo, a nuestro parecer, /cualquiera tiempo pasado/ fue mejor.
¿Tiene sentido todo lo que leemos en los periódicos? Con lo corta que es la vida y cómo la estamos malgastando.
- Antonio Bascones es presidente de la Real Academia de Doctores de España