Un año después del atentado sin precedentes de Hamás del 7 de octubre
7 de octubre de 2024. Un año después del atentado sin precedentes de Hamás que asesinó a 1.198 civiles israelíes, apresó a otros 251 e impuso el terror. ¿Usted qué piensa del pueblo socio, amigo y aliado de España que es Israel?
Permítame, lector, unas líneas para completar, tal vez, su opinión y decisión, fundamento inexcusable de nuestra política exterior: una serie estructurada de datos; una reflexión tan racional como posible, en corto.
1.– «El Eje de Resistencia» -aglutinado por Teherán con-Hamás-Hizbulá-hutíes del Yemen y Damasco, más algunas organizaciones armadas de Irak y Siria-, crece con el mejor apoyo técnico, militar y financiero iraní. Los asociados detestan la democracia y cualquier régimen que la sustente.
Esa negativa a admitir naturales libertades incluye, como el lector conoce bien, su casi general oposición al reconocimiento de la mujer como sujeto igual de derechos.
No consta tampoco que un palestino pueda lograr de Hamás –o un chií libanés, de Hizbulá– la modificación de su táctica o su estrategia. Omnímodo y autoritario, el poder de cada organización no excluye el uso de la fuerza, también contra la propia población. Ni los chiíes del Líbano ni los palestinos de Gaza podrían estructurar –en el improbable caso de que lo intentaran– alternativas al partido único impuesto, o aceptado, o asumido.
Las bandas hutíes del Yemen, por su parte, también sostenidas por Teherán, funcionan con la misma cultura en su Estado fallido, mientras –siempre recelosas de la libertad, cuando no opuestas– bloquean con amenazas y oportunos misiles el Mar Rojo, hacia Suez, vía internacional de navegación por donde fluye entre el 12% y el 15% del comercio mundial. Pretexto: asfixiar a Israel.
2.– A ojos de todos ellos usted, que lee ahora, pertenece a los pequeños o grandes «satanes» (sic). Las autoridades iraníes desde 1979 han hecho de su país un Estado semi-quebrado y sin amigos, salvo Putin; o Maduro.
Persa y chií, Irán habla farsi en un entorno árabe y suní. Pero la raíz de su aislamiento se encuentra en la doble pretensión ayatólica de representar una única verdad política y lograr la hegemonía en Oriente Medio, también mediante el arma nuclear, lo que le rodea de animosidades: con el ostracismo intelectual y material de las democracias occidentales converge el silencio ominoso de los demás países musulmanes.
Ahora bien, al odio del Teherán de los cuarenta y cinco últimos años a Estados Unidos como bastión democrático, abierto y libre, sigue su menosprecio hacia los miembros de la Unión Europea y un decidido encono contra Israel, tan próximo en la geografía y ajeno a su política. No puede el actual Irán someter a todos sus comilitones en la región como sofoca su propia sociedad, ni desea un enfrentamiento militar con Tel Aviv, que quizá perdería... junto con su propio régimen.
Así, Teherán respalda a Hamás e Hizbulá -suní y chií-, con ánimo de acabar con el que los tres juzgan insoportable antagonista. Hizbulá, muy representativo, «no reconoce tratados con Israel, ni alto el fuego, ni acuerdos de paz», mientras busca hacer del Líbano internacionalizado una provincia iraní encerrada en una única ideología, la suya.
3.– 26 de julio de 2024: el Consejo de la Unión Europea actualizaba como cada año su Reglamento de Ejecución (UE) 2024/2025.
En la lista de personas, grupos y entidades sometidos a medidas restrictivas a fin de combatir el terrorismo y los peligros derivados para la seguridad internacional figuran «Hamás», así como el «Ala militar de Hizbulá» con todos sus alias.
Ambos lanzan cohetes, facilitados por Teherán. Unos acabaron el 7 de octubre con más vidas civiles que las que la banda terrorista ETA asesinó aquí en treinta años. Los otros han transformado grupúsculos milicianos en la fuerza armada militar no estatal mayor del mundo bajo Nasralá, ayudado por la Guardia Revolucionaria de Irán. Forman estados dentro del Estado.
No cabe engaño: mientras se escribe este artículo las dos organizaciones esconden sus armamentos entre la respectiva población civil, escudo humano tantas veces involuntario, bien mediante túneles, descubiertos en los domicilios y hospitales de Gaza, o bien bajo viviendas en búnkeres de Beirut, donde Nasralá decidía con los suyos y militares iraníes.
Tal es la constante amenaza para la población de Israel, que acaso usted hiciera lo mismo, si habláramos de su familia: advertiría al vecindario entre el que el terrorista se camufla, para frenar luego la muerte injusta allá donde se encuentre. Abates al que quiere acabar contigo.
¿Qué otra cosa cabe? Habría que ser ciego para no ver que civiles israelíes han establecido asentamientos ilegales, pero muchos cierran los ojos con obstinación para no constatar que el Eje quiere siempre, sin piedad, ni límite, la destrucción física del Estado de Israel y de su gente, por cualquier medio.
4.– Catón el Viejo, buen gobernante en nuestra Hispania el II a.C., personalidad honrada y de una pieza, entendió la amenaza cartaginesa como peligro incuestionable para Roma, que le llevaba a concluir sus intervenciones, fuera o no a propósito, con aquel «además, opino que Cartago debe ser destruida». Así sucedió.
Mientras Hamás e Hizbulá no retiren de su mente y sus escritos el objetivo de la destrucción de Israel –que carece, por cierto, de todo parecido con la estructura feudal del Reino medieval de Jerusalén– los ciudadanos israelíes seguirán leyendo sobre Catón.
Y en su lectura contarán no sólo con el apoyo de las democracias, sino , como hoy, con la callada aprobación de los musulmanes de bien, inmensa mayoría.