Mestizaje, globalismo e hispanidad
El documental «Hispanoamérica: Canto de vida y esperanza», que ahora mismo está de gira por el continente americano, más el trabajo de Gullo, Zunzunegui, Roca Barea y muchos otros, está rompiendo el «lenguaje hegemónico» que ha mantenido a Hispanoamérica en la más profunda y traumática oscuridad
Cuando le otorgaron el Nobel de la Paz al expresidente de EE.UU., Barack Obama, mi perspectiva sobre esos prestigiosos premios cambió. Evidentemente, no pongo en duda la calidad profesional de muchos galardonados, pero de vez en cuando nos llegan sorpresas. Obama recibió el galardón para hacer exactamente lo contrario. Su Administración estuvo involucrada de lleno en la mayor expulsión de emigrantes de la historia, y con el «complejo militar-industrial», realizando guerras a tutiplén. Lo que me inclina a pensar que la concesión del premio fue por el «hito de ser el primer presidente negro de los Estados Unidos», algo que resulta ridículo.
Uno puede ser negro, o de color mostaza, pero el intelecto no lo condiciona el color de piel, por mucho que los exaltados grupúsculos racistas, tanto en español como en inglés, me ataquen por las redes sociales desde que salí del armario y me declaré hispanista. Insisten en recordarme mi parte negroide. Destacar que, si seguimos las teorías de Darwin, o las creacionistas, tanto los hijos de Adán y Eva como el Homo Sapiens vienen de África, así que yo soy una versión cercana al mono, y el resto de humanos también, especialmente los racistas que siguen colgados de los árboles, emitiendo ruidos guturales, rindiendo un gran homenaje a su antepasado gorilón.
Que un blanco se declare hispanista resulta un acto quizás «friki», pero que lo haga un batido genético como yo, que en cierto modo no sigo los «estándares de vestimenta» porque llevo traje la mayoría del tiempo, pero tengo el pelo como Albert Einstein, provoca ciertas reticencias y terremotos en el «discurso globalista oficial», que insiste en que mi posición es errónea y me recuerdan que mis antepasados pueden haber sido esclavos, cuestión que nos «obliga» a ser unos recalcitrantes militantes posmarxistas por los «derechos de los racializados oprimidos por el imperialismo español». Sin embargo, a mí y a muchos nos importa un pepino, si un español de ayer le dio látigo a un antepasado mío de hace 82 generaciones, ya España pagó con creces sus fallos.
Pues bien, en 2024, la academia acaba de otorgar el Premio Nobel de Economía al científico político James A. Robinson, quien es docente en la Universidad de Chicago, se especializa en Estudios de Conflictos Globales y, además, es director del Instituto Pearson para el Estudio y la Resolución de Conflictos Globales. Me di una vuelta por su web, y este señor, del que no pongo en duda sus conocimientos en otras áreas de estudio, es otro intento paternalista anglosajón que busca resolver los problemas a su estilo, un estilo que tantas divisiones y conflictos ha creado desde siempre.
En el portavoz mundial del fabianismo y el globalismo, la BBC, quien es muy complaciente en sus escritos con todo aquello que tenga que ver con las izquierdas hispanoamericanas y el «progresismo» mundial, publicó un artículo sobre el señor Robinson que leí anonadado, ya que afirma que es un «logro de la democracia» la victoria del terrorista Gustavo Petro. Ahí supe que ha sido profesor desde 1994 hasta 2022 en la Universidad de los Andes en Bogotá (Colombia). En mi opinión, tanto desde España como desde Hispanoamérica, llegó un grito desesperado de los poderes globalistas, porque ya el rollito de la leyenda negra no cuela, y pensaron que un Premio Nobel podría ser referencia de algo, pero ya no nos engañan.
El documental «Hispanoamérica: Canto de vida y esperanza», que ahora mismo está de gira por el continente americano, más el trabajo de Gullo, Zunzunegui, Roca Barea y muchos otros, está rompiendo el «lenguaje hegemónico» que ha mantenido a Hispanoamérica en la más profunda y traumática oscuridad. Culpando de sus males a una España, que hace dos siglos no gestiona nada de sus vidas, ahora dirigidas por una oligarquía que ha estado al servicio del imperialismo anglosajón, de la francofonía, del marxismo-leninismo, el maoísmo, y cometiendo errores y horrores como gotas de agua tiene el mar. Y si la defensa del hispanismo, la ejecutamos los que somos «descendientes de los explotados» y no afinamos en el «veredicto oficial» sobre los explotadores, mal asunto, porque quizás los negros, mestizos e indígenas que viven en guetos en Hispanoamérica, gracias al poder criollo, que los convirtió en parias cuando acabaron las mal llamadas guerras de independencia, y lo siguen siendo hoy en pleno siglo XXI, no se identifiquen con un blanco, pero con nosotros sí.
No señor Robinson: Las desgracias de Hispanoamérica no vienen de la mano del Imperio Español. Le recomiendo el libro «La insubordinación fundante» de su colega Marcelo Gullo, y a continuación su trilogía hispánica. Usted habla perfectamente español. Si Hispanoamérica ha estado en las tinieblas en los últimos dos siglos, es gracias a la componenda mundial contra España, por la que fue la reproducción casi perfecta en el continente americano, de la latinización que hicieron los romanos en la península ibérica, pero en versión cristiana.
Si los indígenas fueron explotados y pobres, fue gracias a los criollos, que siguieron vuestros comportamientos nacionalistas, imponiéndoles el español como lengua y despojándolos de sus posesiones y sus derechos fundamentales. A diferencia de la España cristiana humanista, para los nacionalistas hispanoamericanos, los indígenas, negros y mestizos son inferiores, y hasta los han convertido en víctimas inocentes de las matanzas ejecutadas en sus nacionalistas guerras civiles. Eso fue en los siglos XIX y XX. ¿Y han tenido la osadía de culpar a España, que no estaba ni se le esperaba?
Los que vamos a liderar la reunificación hispánica somos los mestizos, negros e indígenas, que somos la fuerza popular que le falta al movimiento intelectual. En resumen, el reconocimiento al señor Robinson es otra vuelta de tuerca al desprestigio de los Nobel y el grito desesperado ante una nueva potencia que no pueden controlar, y que va a surgir como un elemento de fuerza e influencia en el tablero mundial: la unión de los hispanos bajo un bloque geopolítico con voz y autoridad, y eso da miedo, mucho miedo.
- Sayde Chaling-Chong García es presidente de la Alianza Iberoamericana Europea contra el Comunismo AIECC