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Cosas que pasanAlfonso Ussía

El chon

Carlos Herrera le ha colgado a Errejón el mote de «Íñigo Erección», y Raúl del Pozo nos anuncia en su columna de hoy, en 'El Mundo', que una de las mujeres que están en la cola para denunciar las guarraditas del antiguo novio de Rita Maestre ha declarado que el señor Erección se drogaba encima de ella

En Santander, que es ciudad —además de esplendorosa—, culta, liberal y de buenos decires, al cerdo se le llama cerdo, lo cual, además de correcto, es una falta de originalidad. Pero no en la provincia. En los ambientes rústicos de su provincia, el cerdo es el chon. Y la versión cariñosa, que nada tiene que ver con el tamaño o la edad del chon, es el 'chonuco' o 'chonucu'. Los montañeses no engañan en sus impresiones. Un veraneante de Comillas, flaco, casi espigado, pasó el invierno en Madrid sometido a un tratamiento de cortisona. Cuando llegó el verano, aquel palitroque había engordado considerablemente. Y pasó por 'Tinita', la mejor tienda de ultramarinos del norte de España. Pepe Luis, padre de los tres propietarios —Miguel, Tinita y Luis—, hablaba en perfecto comillano, con una gracia y donaire difícil de igualar. Al reconocer al veraneante, para darle ánimos, —aquí, engordar es una evolución lógica que se elogia—, le saludó de esta guisa: —Hombre, te has puesto como un 'chonucu'—, y el veraneante no sabía si romper a reír o explosionar en sollozos. Afortunadamente, eligió la primera opción.

'Chonucu' es voz cariñosa y amigable. Chon, en cambio, monosílabo y seco, suena como un disparo. Y cuando se trata de comentar en los sagrados espacios de las barras de los bares determinados comportamientos machistas, el uso de la voz 'chon' establece la máxima gravedad de la opinión. Y de esa forma hablaban algunos paisanos de las cosas de Íñigo Errejón. «Ese tipo es un chon de campeonatu».

Un inciso.

Me preocupa la incapacidad de algunos de mis fieles lectores de las izquierdas en asimilar las ventajas de las ironías y las auroras boreales. Jamás existió ni mi lance en Igueldo ni la italiana Anna Pirolecci, que no me soltó guantazo alguno ante mi acoso, porque no se puede acosar a una mujer que no existe. Y un comentarista puso en duda meditada la ascensión de una tía mía de Llodio, que tampoco existe, con una paellera para cocinar una paella para cien comensales, a la cumbre del Everest. —Eso es imposible, porque a 8.000 metros de altura, no se puede cocinar—. Cierro el inciso.

Carlos Herrera le ha colgado a Errejón el mote de «Íñigo Erección», y Raúl del Pozo nos anuncia en su columna de hoy, en 'El Mundo', que una de las mujeres que están en la cola para denunciar las guarraditas del antiguo novio de Rita Maestre —cinco años, es largo noviazgo y prolongado tiempo para estar calladita—, ha declarado que el señor Erección se drogaba encima de ella, y se aplicaba rayas —me figuro que de cocaína—, en los labios y en el culo. Vaya con el «chon». De esa peculiar costumbre nada sabían ni Yolanda Díaz ni Mónica García, si bien la primera novia de Pablo Iglesias, ha reconocido que lo de Monsieur Érection —de nuevo caigo en el francés—, se sabía muy bien en Podemos, pero se ocultó porque el chon era un alto valor político para el partido de los futuros marqueses de La Navata. Es decir, que menos Sánchez, Aldama, Barrabés y Koldo, todos lo sabían.

Los que se han ido a la India para escapar de chismes, han sido Sánchez y su esposa, la imputada. Pasaron revista —ella más rezagada—, a una compañía de honores formada por recios soldados con gorros de abanico. No había visto gorros más feos en mi vida, pero tengo noticias de que a la imputada le gustaron mucho. —Pitpit, cuando expulses de La Moncloa a la Guardia Civil, quiero guardias como estos—. —Hecho, Pichona—.

Pero no puedo imaginar el dibujo de Errejón encima de ella y aplicándose rayas en los labios y en el culo. Son zonas distantes, y se requiere una gran agilidad de manos para conseguir el doblete.

Habrá que reconocer, al menos, que se trata de un chon habilísimo, flexible, y grácil.

En la tormenta más oscura, siempre alumbra un rayo de sol que se cuela entre las rendijas de las nubes.

Este final, me ha quedado muy bien.