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TribunaJaime Rocha

La obra sindical del hogar

No solo este gobierno, sino prácticamente todos los de la democracia, han prometido la construcción de miles de viviendas que llaman 'protegidas', cientos de miles de los que apenas algunos cientos en lugares dispersos han sido construidas y entregadas

No se si por este artículo terminaré cumpliendo pena de cárcel, según establece la Ley de la Desmemoria Democrática, por alabar una obra del franquismo, pero con la que hay liada hoy en toda España con el tema de la vivienda no puedo resistirme a exponer aquí mi experiencia en esta cuestión.

No solo este gobierno, sino prácticamente todos los de la democracia, han prometido la construcción de miles de viviendas que llaman 'protegidas', cientos de miles de los que apenas algunos cientos en lugares dispersos han sido construidas y entregadas.

La mayoría de las veces la culpable es una lentísima e ineficaz burocracia, que no solo en este tema sino en otros muchos, paraliza completamente al país. Las competencias están repartidas desde el gobierno central a las comunidades autónomas y a los ayuntamientos. El papeleo, la lentitud de las administraciones, el gasto publico en otros asuntos de menor relevancia y de nula utilidad para la mayoría de los ciudadanos, han llevado a España a una situación límite.

Se anuncian nuevas y masivas manifestaciones por toda España. Se pretende incluso llegar a una huelga de pagos de alquileres. El presidente del gobierno anuncia, exactamente igual que hizo en el año 2022 y no cumplió, la entrega de bonos a jóvenes que ganen menos de 1.800 euros mensuales. Ya digo, lo mismo que hizo en 2022 que no cumplió y que ha repetido cuando las circunstancias lo han requerido.

En plena campaña electoral Sánchez se comprometió a construir 250.000 viviendas sociales, algún medio las titulaba como «viviendas electorales». Un lustro más tarde aún no se ha comenzado a construir. Burocracia, falta de suelo disponible, desacuerdo entre las administraciones y hasta falta de mano de obra en el país con más paro de Europa, son algunas de las razones que esgrimen los responsables políticos.

Vivo en una ciudad de algo más de 100.000 habitantes y por mi edad conocí, en tiempos de la dictadura, la existencia de «La obra sindical del hogar» que construían, ellos sí, miles de casas a precios muy bajos. Su creación data, nada menos, que de diciembre de 1936 y en colaboración con el Instituto Nacional de la Vivienda, creado en 1939, se construyeron más de cuatro millones de viviendas protegidas. Se construían en zonas rurales pueblos enteros como Tahivilla del Caudillo en Tarifa.

Pisos que siguen estando habitados y en cuyas fachadas luce el logotipo con el yugo y las flechas. Había entonces viviendas de precios bajos y de renta limitada que con el tiempo fueron adquiridas por sus inquilinos. Más tarde, en mi ciudad, se construye la Barriada de La Paz, inaugurada en 1968 sobre 43 hectáreas de terreno ganado al mar con 4.500 viviendas.

Pero no solo esas viviendas, otras muchas barriadas enteras se construyeron en esos años de la dictadura. Este gobierno, dispuesto a eliminar todo vestigio del franquismo, ya ha destruido algunos de los pantanos que se construyeron durante la dictadura, que fueron muchos, por cierto, ¿será capaz de eliminar tantos miles de viviendas?

Como escribí hace tiempo, hay mucho político inútil e ignorante al frente de ministerios de gran responsabilidad social. Las «paguitas» anunciadas no van a resolver absolutamente nada, en el caso de que terminen dándose, ese dinero irá a los propietarios y los precios seguirán subiendo porque la demanda sigue creciendo.

Cumplan lo que prometen, políticos inútiles. Menos lucha política, menos insultos y querellas y hagan política, utilicen nuestros impuestos en cosas necesarias y urgentes y menos gasto público en unas gigantescas administraciones nacional, regionales, provinciales y locales casi siempre antagónicas y discrepantes, pero eso sí, saturadas de asesores y funcionarios. Así nos va.