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TribunaJosé Andrés Gallegos del Valle

¿Qué votamos los españoles? Informe Draghi, 09/09/2024

¿Cómo reforzar la competitividad española, lo que implica necesariamente contar con inmensas fuentes de energía a precio razonable —rompiendo también la dichosa isla energética— y, en paralelo, disponer de financiación multiplicada? ¿Cómo comercializar mejor la innovación?

1.- Partamos de la realidad.

Respecto a nuestros líderes, las mayorías absolutas en comunidades autónomas y ayuntamientos de España expresan que los españoles no buscamos mera gestión, sino cultura de nación. Lo que el corazón no da, Salamanca no lo presta. El votante valora la altura estructurada con que los buenos profesionales promueven la capacidad de convivencia y la excelencia de nuestra gente en un país en el que nadie sobra.

En cuanto a nuestros conciudadanos, buscan dotar su iniciativa con alas de suficiente envergadura para volar por el mundo nuevo. Fuenteovejuna, motor de nuestra portentosa Transición, alienta políticas de gran alcance, que Verdi sabe cantar desde aquel 'Si Despierta el León de Castilla' —quizá en interpretación de Sir John Eliot Gardiner—.

En ambos casos todos valoramos la política como expresión cualificada de la civilización española contemporánea que articula la Constitución y no como cierta administración de fincas o, peor, como un permanente altercado de género chico. Interesan poco ciertos mundos pequeños y cerrados, autocalificados en silencio de 'modennos' por carecer de valores universales y encontrarse con frecuencia unidos a nacionalismos cortitos, como el concepto exige. Su negación de la evidencia, fuente de intolerancia, genera además protagonistas rotos por sus propios demonios.

En una línea abierta, en cambio, Konrad Adenauer, catalizador de la actual Alemania en democracia y cimiento, asumido por el canciller Kohl, de la gran reunificación de 3 de octubre de 1990 —siempre favorecida por los españoles— destacó con claridad: «No me gusta hablar de mí. Pero creo que puedo decir que toda mi actividad política, especialmente mi trabajo por Europa, se encuentran sostenidos por la convicción de que la acción política debe estar dirigida por principios». Sí: en la cosa pública necesitamos a los mejores.

2.- Mario Draghi.

Sinceramente respetado entre nosotros como buen exgobernador del Banco de Italia, expresidente del Banco Central Europeo y expresidente del Consejo de Ministros de su país, Draghi reseña que la era del fácil crecimiento del comercio internacional ha pasado y que los europeos nos enfrentamos a una creciente competencia exterior, a un acceso más difícil a los mercados y a una menor disponibilidad de materias primas, con dependencias devenidas en vulnerabilidades.

Coincido: el sistema económico-estratégico, vigente desde la II Guerra Mundial hasta la Caída del Muro, cambia desde hace más de treinta años. Vivimos ya en otro entorno.

Las nuevas empresas emergentes españolas y nuestros profesionales jóvenes compiten no solo con nuestros amigos del resto de Europa, Estados Unidos e Iberoamérica, sino con la India, los demás del Asia democrática, Australia y, desde luego, China, rival sistémico —político, económico de seguridad—, cuando la libertad de Taiwán peligra y el Moscú de Putin —distorsión de la Rusia/pulmón oriental de Europa que amamos— agrede sin cuartel a Ucrania. En territorio europeo.

3. ¿De qué hablan muchos de nuestros políticos? ¿Y a quién?

Mientras leía al anterior presidente del Banco Central Europeo me preguntaba por qué oigo a no pocos de nuestros responsables económicos y políticos pronunciar discursos aptos para niños cretinos. Tinta de calamar. Dimes y diretes de alguna izquierda en descomposición, aliada a cantonalismos. Juntos, hemos de poner punto final a ese jugueteo irracional con la Constitución de todos y con nuestro futuro. Para siempre.

España cuenta hombres, mujeres y firmas avezados en el ámbito alto-riesgo/alto-beneficio de la investigación fundamental. Disponemos de algunas de las mejores escuelas de negocios del mundo. Hacen maravillas los emprendedores de nuestro país, que en 2023 lograron el segundo mejor dato de exportaciones en la serie histórica al superar los 383.688 millones de euros. El déficit comercial se redujo en 31.000 millones respecto a 2022 y la tasa de cobertura —90,4 %, 5,3 puntos más alta que el año anterior— avanza hacia la superación del 100%. 600 millones hablan español, idioma de comunicación internacional.

Con fundamentos como estos, en plena aceleración del cambio tecnológico ¿Cómo impulsa el sector público español la transformación acelerada de su modelo económico-estratégico? ¿Cómo promueven nuestras autoridades los crecimientos poblacional, científico, humanístico, productivo y del PIB, imprescindibles para capitanear aún mejor la siempre renovada revolución digital? ¿Cómo atraen más talento? ¿Cómo suscitan nuevos unicornios? Todo sin dejar de fortalecer nuestro modelo social de valores, libertades, equidades, igualdad de oportunidades y solidaridades.

En particular, caben tres preguntas:

¿Cómo cerrar junto a los demás europeos la brecha de innovación de la UE con Estados Unidos y China?;

¿Cómo reforzar la competitividad española, lo que implica necesariamente contar con inmensas fuentes de energía a precio razonable —rompiendo también la dichosa isla energética— y, en paralelo, disponer de financiación multiplicada? ¿Cómo comercializar mejor la innovación?

¿Y cómo intensificar nuestra seguridad, lo que demanda una auténtica cultura de defensa en nuestra sociedad —cómoda bajo el paraguas OTAN— y una inversión tan masiva como la que requieren las dos preguntas anteriores, siempre sobre la imprescindible base de una educación de excelencia en valores y conocimiento?

Esas metas estructurales permitirán alcanzar otros objetivos vitales. Acabaremos de una vez con la intolerable lacra de un desempleo que cerca a nuestro principal activo: la gente joven. Multiplicaremos la oferta de vivienda en nuestro país semivacío, que no puede disparatar manteniendo caro el suelo urbanizable.

5.- Se diría que el Informe Draghi lleva los colores de España. Por eso, este artículo concluye como empezó: las mayorías absolutas en comunidades y ayuntamientos derivan de una excelente cultura, generadora de buena gestión. Nunca al revés.

  • José-Andrés Gallegos del Valle es embajador de España