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tribunaFernando del Pozo

Una llamada de atención sobre la defensa europea

El proceso de «europeización» dentro de las estructuras de mando de la OTAN, que comenzó cuando Francia reingresó a la estructura de mando de la OTAN, debe ser revitalizado

La guerra de agresión de Rusia contra Ucrania, que pronto cumplirá tres años, la inestabilidad en el vecindario sur de Europa y la vuelta de un presidente de tendencias aislacionistas a la Casa Blanca, han puesto de manifiesto la necesidad urgente de que Europa aborde con realismo el problema de su defensa. La nueva Comisión Europea, que asumió en diciembre, incluye por primera vez un Comisario responsable de Defensa y Espacio, que en marzo presentará —junto con el Alta Representante para la Política Exterior y de Seguridad— un Libro Blanco sobre la Defensa Europea. El presidente del Consejo Europeo, Antonio Costa, ha convocado una reunión informal de los jefes de Estado y de Gobierno el próximo 3 de febrero para discutir este tema y es prioritario para la presidencia de Polonia en este semestre. Este contexto exige algunas reflexiones clave.

La incorporación de disposiciones de defensa mutua en el Tratado de la Unión Europea (TUE) y la eliminación gradual de la Unión Europea Occidental (UEO) se basaron en la suposición de que la defensa ante amenazas exteriores quedaría bajo la OTAN, mientras que la UE se centraría en operaciones de gestión de crisis y prevención de conflictos. Así nacieron las «misiones Petersberg», que se pensaron como voluntarias y de bajo impacto, lo que llevó a la UE a no crear una estructura permanente de mando militar. En su lugar, optó por establecer elementos de mando ad hoc para cada operación.

Este enfoque evitaba duplicar los esfuerzos de la OTAN. Para compensar las debilidades de la UE en capacidades militares, se establecieron acuerdos con la OTAN, conocidos como «Berlín Plus», donde la Alianza proporcionaría los recursos necesarios para las operaciones de la UE. Entre los recursos clave en estos acuerdos se encontraban: las capacidades de planeamiento del Cuartel General Supremo de las Potencias Aliadas en Europa (SHAPE), el escuadrón AWACS y el USS Mount Whitney, un buque de mando cedido por Estados Unidos que facilita el apoyo a operaciones militares. Estos elementos se consideran fundamentales para las misiones Petersberg, garantizando que la UE tuviera acceso a capacidades críticas sin duplicar los recursos de la OTAN.

Sin embargo, las capacidades actuales de la UE en mando y control, incluso con el apoyo de la OTAN, son insuficientes para operaciones más allá del alcance de las misiones Petersberg. Esta limitación es aún más crítica si se consideran escenarios bajo el Artículo 42.7 del TUE, que podrían requerir compromisos militares más extensos. Por ello, la UE necesita urgentemente una estructura de mando robusta que se ubique por debajo del Comité Militar de la Unión Europea (EUMC). Esta estructura debería incluir:

1. Un mando operacional, adaptado a las necesidades de la UE.

2. Un mando de fuerzas, posiblemente alojado en un buque propio de la UE, similar al USS Mount Whitney, para garantizar capacidades móviles de mando y control.

3. Otros elementos, inspirados en la estructura de mando de la OTAN, como mandos regionales y de un solo servicio, y mandos de entrenamiento.

La extensión de estos elementos dependerá de la ambición colectiva de los Estados miembros de la UE respecto a sus capacidades de defensa. Mejorar la estructura de mando de la UE aumentaría significativamente su capacidad de respuesta ante desafíos de seguridad más allá de las tareas tradicionales Petersberg, alineándose con las crecientes aspiraciones de la UE en defensa.

El argumento de que los cuarteles generales nacionales, o multinacionales como el Eurocuerpo, pueden suplir la falta de una estructura de fuerza de la UE es válido, pero insuficiente. Aunque estos recursos nacionales son útiles, necesitan integrarse en un marco cohesivo de la UE para operar eficazmente. Esta integración debería abarcar:

1. Una estructura de mando unificada bajo un comandante de fuerzas de la UE.

2. Intercambios de personal.

3. Planes operativos comunes.

4. Reglas de enfrentamiento (ROE) comunes.

5. Un objetivo estratégico colectivo.

Para mejorar la capacidad de la UE de llevar a cabo operaciones militares a gran escala, es necesario revisar y optimizar las líneas de dependencia entre:

1. El Comité Militar de la UE (EUMC) y el Consejo y la Comisión.

2. El Estado Mayor Militar de la UE (EUMS) y el EUMC.

Estas estructuras deben alinearse para apoyar operaciones que excedan el alcance limitado de las misiones Petersberg. En este contexto, la política de «no duplicación» con la OTAN debe ser revisada, dada la evolución del panorama de seguridad y las crecientes ambiciones militares de la UE. Además, el proceso de «europeización» dentro de las estructuras de mando de la OTAN, que comenzó cuando Francia reingresó a la estructura de mando de la OTAN, debe ser revitalizado. Esto permitiría una mejor alineación entre las capacidades militares y las estructuras de mando de la OTAN y la UE, mejorando la interoperabilidad y coherencia estratégica entre ambas organizaciones.

En resumen, la defensa europea necesita avanzar hacia una estructura de mando más robusta y autónoma, que permita a la UE responder de manera eficaz a los retos de seguridad que enfrenta. La cooperación con la OTAN sigue siendo esencial, pero es necesario que la UE desarrolle capacidades de defensa propias que le permitan operar de forma más independiente y con mayor eficacia en un entorno de seguridad global cada vez más complejo y desafiante.

  • Fernando del Pozo es almirante (r). Firman también este artículo Luis Feliu, general de Brigada (r) y Manuel de la Cámara, embajador de España. Los tres son miembros de Eurodefense España