La caída de Ábalos: cuando la marca personal apesta a corrupción
Y seguimos con una cualidad fundamental para la marca personal de cualquier política: la integridad. Vaya, aquí José Luis ha vuelto a pinchar en hueso. Concretamente, en un hueso tan duro como su rostro. Porque lo del compromiso con la honestidad y la justicia ni está ni se le espera
Me asomo a esta tribuna con la nariz tapada. Es necesario. El personaje lo requiere. Cuando te acercas a este tipo de figuras para analizar lo que hay debajo de lo que se ve, no te sueles encontrar nada bueno. Ni que huela bien. Y en el caso de José Luis Ábalos, no hace falta que te diga que así es. Llevo un tiempo fijándome en lo que sucede en nuestra actualidad y le aplico una capa de lo que hago en mi trabajo como consultor de marca personal con directivos y líderes. Pero eso no me prepara para el hedor que desprende toda la maraña de corrupción que rodea a este Gobierno que nunca nos deja de sorprender con una nueva argucia para mantenerse agarrado al poder como si la vida le fuera en ello… Espera, que igual sí que le va la vida a más de uno.
Quiero proponerte una especie de juego en el que yo pongo sobre la mesa un decálogo de cualidades que, según mi experiencia, deben estar muy presentes en la marca personal de un político y, luego, hablamos de lo que sucede cuando esto lo aplicamos a José Luis Ábalos. Ya te aviso que igual no te diviertes mucho pero confío en que, al menos, aprendamos algo por el camino.
Y la primera en la frente, José Luis. Para mí, la credibilidad es la base sobre la que construir una marca personal en política. Y de esto ya no te queda nada de nada. Estaría bien que reconocieras que tienes un problema: ya nadie cree tus palabras. Ni el juez, ni los medios de comunicación y, por supuesto, tus queridísimos compañeros del puño y la rosa. Esos ya te olvidaron hace tiempo. Bueno, eso dicen, aunque la ley de la omertá que rodea a todo lo que tiene que ver con este personaje huele tan mal que echa para atrás.
La segunda cualidad en la marca personal de un político que quiero destacar es la cercanía, es decir, su accesibilidad y preocupación por las vidas de sus votantes. A ver, José Luis, ya nadie pone en duda que sigues en política únicamente para defenderte mejor en los tribunales, pero al menos podrías plantearte hablar un día de algo que no seas tú. Así igual pareces más cercano, aunque ya no engañas a nadie.
Muy relacionado con la cercanía está la autenticidad. La marca personal de un político debe mantenerse fiel a sus principios y valores. Y, bueno, aquí solo puedo confirmar que la autenticidad de José Luis Ábalos está fuera de toda duda. El problema es que sus principios y valores no tienen nada que ver con la defensa de los intereses de la ciudadanía. Ni ahora, ni antes.
Y seguimos con una cualidad fundamental para la marca personal de cualquier política: la integridad. Vaya, aquí José Luis ha vuelto a pinchar en hueso. Concretamente, en un hueso tan duro como su rostro. Porque lo del compromiso con la honestidad y la justicia ni está ni se le espera. Otra cualidad en la marca personal de un político debería ser su capacidad para generar consenso en torno a su persona. Pues bien, en este caso, Ábalos lo ha logrado totalmente, aunque creo que justamente para enseñarle el camino de salida de una profesión muy digna por la que pululan figuras, figurines y figurones que desprestigian esta noble labor.
Y como siempre hay un par de excepciones que confirman la regla, te cuento una cualidad en la marca personal de Ábalos que maneja a la perfección: su capacidad de comunicación efectiva. Te podrá gustar más o menos su pose de tabernero empedernido a punto de comenzar una pelea, pero Ábalos ha conseguido incrustar su mensaje en algunos medios que le han comprado sus gracietas, pasando por alto todo lo que este hombre acarrea a sus espaldas.
Y nadie puede negarle a este personaje su capacidad de resiliencia. Bueno, o que no se mueve de donde está porque sabe que, primero, fuera hace mucho frío, y segundo, su cuenta bancaria se va a poner muy triste cuando finalmente salga por completo de la política, ese lugar al que muchos nos hubiéramos alegrado si nunca hubiera llegado. Si eres uno de ellos, igual mañana Sánchez reconoce definitivamente el fracaso de su Gobierno, baja la persiana de esta nefasta coalición de Gobierno, tenemos elecciones anticipadas y se le acaba el chollo a José Luis Ábalos. ¿Qué pasa? Soñar es gratis.
- Agustín Nuño Rodríguez es consultor de Estrategia y Marca Personal