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tribunaMartín-Miguel Rubio Esteban

Euthymía y moderación

Hoy más que nunca Europa y España necesitan que prevalezcan las almas moderadas, configuradas por finos átomos estables y armoniosos. Y la moderación no ha sido nunca claudicar ante la injusticia o dejar que nuestra eterna España se disuelva por la codicia pervertida del gobierno

Sostenía Demócrito que el placer es bueno si se acomoda con el ser, sólo si viene bien al ser, y lo mismo mantenía respecto al dolor. ¿Qué es entones bueno? Bueno es lo apropiado para el ser, lo propio del ser, aquello que lo mantiene en buen estado. En realidad, placer y dolor eran dos límites o mojones (houroí) entre los que se movían los átomos que constituyen cada ser. «Uno debe elegir aquello a lo que está asociado, y huir de aquello a lo que es ajeno». El ser, estô, existe en buen estado, euéstô, tiene well-being o bienestar, cuando el alma infiltrada por todo el cuerpo actúa con moderación, y los átomos que la constituyen tienen movimientos bien ordenados y armoniosos, formando una conglomeración estable de la que surgen los buenos pensamientos. La moderación del alma mantiene el cuerpo saludable, y esta moderación se consigue con un equilibrado ajuste de la temperatura que mueve los átomos. Si en el interior del ser hay un excesivo calor se producen en los átomos «megálas kinésias», movimientos de un extremo al otro, que hacen que el alma sufra una ira repentina («oxythymiê»), como le ocurre al corazón del león, pero si hay frío, como en el corazón de los ciervos, las flechas del miedo los atraviesan. El buen pensamiento surge cuando la composición del alma (kresis) está debidamente proporcionada y el movimiento de sus átomos es estable y ordenado por una temperatura equilibrada.

Ahora bien, el alma de la sociedad es la política, que debe mantener al cuerpo (la sociedad) seguro y en bienestar, que en eso reside la «salus civium» o euthymía pública. Pues bien, ante el affaire ucraniano diríase que la Operación Gladio sigue actuando desde Londres, con el objetivo cruel de mantener a Ucrania luchando contra Rusia a toda costa, sin importar el número de ucranianos que sigan muriendo. Esto supone una malsana epithymía o pasión desordenada, que pone en peligro la citada euthymía o felicidad pública, por seguir con el humanismo democriteo. Un hervor de la sangre hace que los átomos del alma de Keir Starmer tengan «megálas kinésias», que hacen imposibles los buenos pensamientos, y que se retroalimente con los líderes menos moderados de la UE, que son muchos. Hay demasiado calor en las almas de algunos líderes de la UE, y eso hace que aumente el vacío en sus almas, los átomos reboten frenéticamente, y no se llegue a pensamientos acertados. Sabotear la paz, después de la tragedia que ha comportado centenares de miles de muertos por ambas partes, es definitivamente un pésimo pensamiento, además de perverso, un pensamiento de alma demasiada enrarecida. El «common sense» de Trump, evocador de Thomas Paine y del conde de Shaftesbury, en la negociación de la paz debería representar una alegría para el mundo, y sólo almas envenenadas y muy estragadas, de locos movimientos atómicos, pueden querer echar más leña a un fuego que a la sazón se está queriendo apagar.

Hoy más que nunca Europa y España necesitan que prevalezcan las almas moderadas, configuradas por finos átomos estables y armoniosos. Y la moderación no ha sido nunca claudicar ante la injusticia o dejar que nuestra eterna España se disuelva por la codicia pervertida del gobierno. Nunca entendió Demócrito la moderación como claudicación y cobardía cívica, sino como la mejor disposición del alma para producir pensamientos justos y saber enfrentarse con triunfante serenidad a la iniquidad y a la tiranía. Hoy el peligro de nuestra querida Europa no está en Rusia, a la que estúpidamente tenemos un miedo supersticioso, que diría Dostoyévski, el primero que detectó el veneno inglés urdido por el dandi Disraeli, sino que nuestros peligros básicos están en lo woke, que amputa nuestra libertad, y en la inmigración ilegal, que desintegra nuestra alma continental, o cambia su configuración étnica. Y lo ha dicho Vance, que no yo.

Por lo demás, el mundo hodierno parece acercarse al modelo hipocrateo de los cuatro humores, cuya proporción justa garantiza la salud de los cuerpos. Recordemos que eran la sangre, la flema, la bilis amarilla y la bilis negra. Esos cuatro humores podrían traducir hoy en el cuerpo del mundo a los cuatro hegemones que nos vienen; EEUU, China, Rusia y la Unión Europea. Y mucho me temo que la UE haga el papel de la bilis negra por lo atrabiliarios que parecen ser algunos de sus líderes más belígeros. Sin duda Europa seguirá siendo necesaria para el mundo, no sólo por sus pasmosos museos, que son el registro mejor de su alma, sino por esa inteligencia, que si no la desvirtúan esos átomos del alma que no pueden contenerse dentro del cuerpo, seguirá produciendo para la Humanidad los mejores pensamientos de libertad y de dignidad humana, contenidos todos en aquellos Siete Derechos Naturales que nos enseñó el padre Francisco de Vitoria desde la Escuela de Salamanca.

  • Martín-Miguel Rubio Esteban es escritor