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Lupe de la Vallina en su estudio en MadridPaula Argüelles

Lupe de la Vallina: «No hay peor compañía que alguien frustrado»

Cerveza y cigarro con la fotógrafa que volvió a poner  el blanco y negro en los medios de comunicación 

William, nuestro conductor, nos lleva zigzagueando por los alrededores de Juan Bravo. Nos cuenta que las cosas ya empiezan a ir mejor, que cada vez hay más clientes que le han perdido el miedo a subirse a un coche con un extraño. Algunos, incluso, ya van con la mascarilla a media asta, sintiendo el aire en la cara.

Entre casas bajas, ultramarinos asiáticos y pasos de cebra con chicos que salen del colegio con las camisas desfajadas y las faldas arremangadas, llegamos hasta el estudio de la fotógrafa Lupe de la Vallina.

Fue de las primeras en ser categorizada como tuitera e influencer. En sus redes sociales suma más de 42.000 seguidores. Frente a su lente de 50mm han pasado presidentes, actores, filósofos, comediantes y gente de la farándula de lo más variopinta.

Por suerte, no vamos a hablar de casi nada de esto con ella.

Cree en Dios y lo dice a los cuatro vientos sin tapujos. Está casada con Stefano, profesor de universidad que nos saluda mientras se está terminando de liar un pitillo, y tiene dos niños a los que acaba de cambiar de colegio.

Sacamos un par de cervezas, acercamos el cenicero, un par de butacas y empieza la grabación.  

Conversando de lo divino y lo humano con Lupe de la VallinaPaula Argüelles

–¿Hay algún proyecto personal, desposeído de las obligaciones cotidianas, en el que estés trabajando ahora y que nos quieras contar?

–Sí, pero todavía no existe. Llevo varios años dándole vueltas al Cantar de los Cantares. La gente no lo sabe, pero ¡hay un poema erótico en la Biblia! Lo que pasa es que me está costando encontrar el lenguaje. Me está costando porque en la sociedad católica, que no en la Iglesia, en cuanto sale un beso en la tele, me tapan los ojos. Hasta hace muy poco, toda expresión de la sensualidad era tildada de pornográfica. Y en las relaciones sexuales no todo es pornográfico, sobre todo cuando no utilizamos al otro como objeto. Ahora bien. Tengo que discernir si el no encontrar el lenguaje para expresar un deseo santo va por mí puritanismo o por el pudor que me causa la intimidad sexual. Por eso me cuesta encontrar el lenguaje. Bueno, por eso y porque procrastino como una reina (risas).

¿Cómo surge esta aventura?

–A ver, es un tema que me inquieta desde hace años. Hablándolo con amigos he visto que desde el Concilio del Vaticano II en adelante hay una afirmación muy clara de que el sexo no solo es algo bueno, sino que es santo, querido por Dios, y que no está finalizado exclusivamente en la procreación. Debe estar abierto a la vida, pero también uno de sus fines es la expresión del afecto y del vínculo sagrado que hay entre el hombre y la mujer, los esposos... Es algo santo y es por eso por lo que estoy buscando la forma de que esa sensualidad, plasmada en la fotografía, hable de Dios. Además, en todo el libro del Cantar no se sabe si los amantes están casados ni se menciona a Dios. Simplemente ese afecto carnal del amado y de la amada basta para haber sido introducido en el canon, ayudándonos a saber quién es Dios.

Llévame contigo, ¡corramos!; | condúzcame el rey a su alcoba; | disfrutemos y gocemos juntos, | saboreemos tus amores embriagadoresCantar de los Cantares - Antiguo Testamento

¿Por qué nos cuesta hacer buen arte católico, estéticamente atractivo, universal, que lleve a Dios a través del asombro, de la belleza, y sin embargo tenemos una sobreabundancia de material que apenas sirve para reafirmar convicciones heredadas o, en el peor de los casos, a posiciones ideológicas que diluyen lo trascendental?

–Este verano hemos hecho un experimento maravilloso que se llama el Observatorio de lo Invisible, impulsado por el imaginero Javier Viver. Hemos estado haciendo talleres de fotografía, música, pintura… Todo poniéndolo en relación con lo espiritual. Bueno. Pues te puedo decir que el 90 por ciento de los asistentes éramos personas que tenemos una doble vocación como artistas y personas religiosas y todos veíamos que había que tener un pie en cada cosa porque la realidad es que, a la Iglesia, en el mundo cultural, hoy en día, no se la valora en el plano artístico y dentro de la Iglesia no se entiende la libertad interior que es necesaria para el arte. El arzobispo de Toledo y su delega de cultura vinieron a vernos y estaban ávidos por reconstruir esa alianza, ese diálogo, que siempre ha existido entre el arte y lo sagrado. Creo que la Iglesia cada vez irá teniendo menos miedo a la libertad y esté menos a la defensiva. La Iglesia aporta la fuente de la belleza. No puede ser que acabe exclusivamente reduciéndose a figuritas de plástico, a productos «católicos». Johny Cash me conmueve más cuando cuenta sus dramas y luego te canta el Apocalipsis que un grupo que se presente como una propuesta comercial religiosa. Me da grimita, lo siento. La cultura que hable de fe tiene que salir de una experiencia de fe.

Algunas imágenes de los proyectos artísticos de LupePaula Argüelles

–Ahora que mencionas al «poeta de los oprimidos», como lo bautizó Santiago Huvelle... ¿Podemos hacer una apología de Dios sin contar con el sufrimiento, el suyo y el nuestro?

–Para ser artista, o religioso, tienes que ser hombre o mujer hasta el fondo. Sin ningún miedo. La religión debería ayudarte en esto. En poder mirarte, con todo lo que tú eres, sin temor. Esto incluye la contradicción, la soledad, la alegría, la insuficiencia, lo apolíneo y lo dionisiaco. Si tu fe no es lo suficientemente fuerte para permitirte mirar eso, tienes que darle una vuelta. El arte sale de esas heridas, de esas grietas que, como decía Cohen, permite que entre la luz. Dicho esto, todos deseamos la alegría y la paz. Creo que la felicidad es posible aún en el agotamiento más absoluto. Pienso en mis dos niños, cuando eran pequeños, cuando berreaban. Si soy capaz de aguantar eso, que es objetivamente cansado, es porque en otros 28.000 momentos del día me lleno de asombro, de maravilla. ¡Por eso lo aguanto!

Lo que hace que la gente siga teniendo hijos es por esos momentos en los que miras a tu bebé y te estalla el corazónLupe de la Vallina

La depresión posparto, por poner un ejemplo, viene por no verle sentido y gozo al sacrificio realizado. Por un desequilibrio hormonal, por estar dando teta, por no tener tiempo ni para ducharte… Por lo que sea. Lo que hace que la gente siga teniendo hijos es por esos momentos en los que miras a tu bebé y te estalla el corazón. Y no hay que darle muchas vueltas y buscarle significados raros, trascendiendo palabras o ideas. La realidad lo acoge todo y ofrece todo lo que necesitamos. Estoy plenamente convencido de ello.

–¿Cómo confluye la vocación creativa con el aporte calórico mínimo necesario para subsistir haciendo aquello para lo que crees que estás hecho?

–Cuando estaba en el colegio, en la típica prueba para ver cuál es tu vocación, me salió que yo tenía que ser fotógrafa. Al principio me descojoné porque no conocía a nadie que se dedicara a nada relacionado con ese mundillo. Luego llegué a la universidad y seguía sin saber qué hacer. Después empecé a trabajar y tras varios años, me di cuenta de que si no hacía algo creativo me iba a morir y que era muy mala en todo lo demás. Un día Jot Down me ofreció a través de Twitter hacer fotos para la revista y dije que sí. Me pedí un día libre en el curro de entonces y de repente me vi siendo yo misma haciendo fotos. Toda la inseguridad, todos los desastres que provocaba, estando delante de un ministro, de una actriz o de quien fuera, desaparecía. Sabía exactamente lo que tenía que hacer. Y después, le dedicaba todas las horas del día a editar y cuadrar las fotos. Esa fue la certeza. De hecho, mi abuela, que ha fallecido recientemente y que era muy hija de su época, me decía: «tú eres mucho más feliz haciendo fotos que haciendo cualquier otra cosa». Podría haber sido actriz, cantante, escritora… Cualquier vía creativa me habría valido pero lo que la gente estaba dispuesta a pagarme eran las fotografías. Ha sido un largo y tedioso camino hasta poder sustentarme. 

No hay una vía segura que nos confirme que nos vamos a poder dedicar a lo que nos gusta toda la vidaLupe de la Vallina

En cualquier caso, a los que estén con la misma tensión que yo tuve en su momento y que todavía tengo, les diría que no hay un trabajo garantizado, no hay una vía segura que nos confirme que nos vamos a poder dedicar a lo que nos gusta toda la vida. Si asumes eso, ya te has quitado un parte del problema. Por otro lado, es muy difícil ser bueno en algo que no te apasione. Si dedicas tus horas muertas a la fotografía o a lo que te guste, es más probable que termines, de una forma u otra, encontrando vías para terminar desarrollando profesionalmente aquello que quieres hacer. Por amor a uno mismo, no hay peor compañía que alguien frustrado. Si quieres que la gente de tu alrededor sea feliz, tienes que intentar hacer aquello que te apasiona.

Decoración del estudio. Cervantes está por ahí metido.Paula Argüelles

–Durante estos años de carrera has fotografiado a centenares de personajes de la actualidad. ¿Qué pecados y virtudes palpables te has encontrado?

–El pecado más común… La falta de amor y autoestima. Inseguridad respecto a cómo nos ven los demás y cómo nos vemos nosotros. Como fotógrafo, es lo peor que te puede pasar. Que alguien no se guste, no se encuentre cómodo, exponiéndose. Y la mayor virtud… La generosidad.

–Ahora que nos precipitamos al final de la entrevista, hablemos del final de la vida. ¿Por qué nos cuesta tanto asumir una de las pocas certezas que biológicamente sabemos que va a ocurrir sí o sí?

–Porque estamos preparados para evitar la muerte. Estamos hechos para estar vivos. La muerte es una violencia, siempre. Aunque muchos creamos que hay algo al otro lado, da igual. No queremos morirnos. Otra cosa es que nos ayuda a comprender cómo es el horizonte. Si todo fuera infinito sería imposible vivir con tensión. No habría contraste. Es ahí donde llega la urgencia por la pregunta: qué **** estoy haciendo aquí. Buscamos lo que perdura. Eso es lo que nos confiere la muerte. Las ganas de vivir. Fuimos creados para no morirnos. La muerte es consecuencia del pecado original. Somos de un Dios de vivos, no de muertos. Cristo vence a la muerte, que es el último enemigo. Estamos bien hechos al detestar la muerte. Tengo bases teológicas que confirman esto. 

Lupe siendo retratada como tantas otras veces ella ha retratadoPaula Argüelles