Cecilia Marogna, la pieza que no encaja en la defensa del cardenal Becciu
Queda aplazado el juicio hasta noviembre del cardenal Becciu, acusado por malversación de fondos en el Vaticano
El Tribunal del Estado del Vaticano ha decidido aplazar hasta noviembre el juicio al cardenal Becciu y otros nueve imputados por malversación de fondos de la Secretaría de Estado. Cuestiones de procedimiento, como la exigencia de contar con la grabación de los interrogatorios del principal testigo, Alberto Perlasca, han hecho que la audiencia se retrase al próximo 17 de noviembre. Con ello el proceso sigue adelante y no se anula, tal y como pedían las defensas.
Están en juego cuestiones complejas, ya que se analizan inversiones vinculadas a sociedades controladas por comisionistas que siempre salían ganando, para desgracia del Vaticano. Pero hay otros problemas no menores. Uno de ellos se refiere a más de 500.000 euros otorgados a una paisana del cardenal Becciu, originaria de la isla de Cerdeña, sin apenas curriculum, por trabajos de seguridad internacional que no están acreditados. Y esa es, de momento, una de las piezas que no encajan en el relato del purpurado que está en el banquillo.
Se llama Cecilia
La consejera del cardenal Angelo Becciu se llama Cecilia Marogna. Es una mujer joven, de 40 años. Se le acusa de gastar gran parte de los fondos recibidos en tiendas de lujo y no en ayudar al rescate de religiosos secuestrados en África. Pero ella alega que parte de la estrategia para crear relaciones era dar regalos de lujo a líderes africanos.
En su defensa, Cecilia Marogna afirma que sus gestiones en los Servicios Secretos estaban acreditadas por militares italianos, con quienes mantenía contacto. El problema es que los nombres que hizo públicos esta ‘agente vaticana’, como el general Luciano Carta, aseguran que fue el cardenal Becciu quien la presentaba y que el contacto no facilitaba información de interés. Esta es la versión que ha publicado una conocida periodista italiana, con documentos de la Comisión de Inteligencia del Congreso.
El papel de esta mujer es una de las piezas que minan la credibilidad del purpurado. No se entiende cómo desde la Secretaría de Estado del Vaticano se puede confiar en una persona sin formación diplomática para tareas reservadas. Y menos que recibiera algo más de 500.000 euros por su labor a lo largo de cinco años.
Juicio histórico
A partir de ahí, el principal motivo del juicio es la malversación de fondos del Vaticano en unos inmuebles de Londres. Se trata de 200 millones de euros invertidos en el año 2018, en un fondo gestionado por el broker Raffaele Mincioni. Desde el primer momento, los acuerdos se demuestran ruinosos para la Santa Sede, por lo que se decide la intervención de otro broker, Gianlugi Torzi, con quien tampoco mejora el negocio. Este último está acusado de extorsión, mientras que sobre el primero pesan los presuntos cargos de malversación, engaño, abuso de oficio, apropiación indebida y lavado de dinero.
Junto a estos dos financieros hay varios colaboradores, de dentro y fuera de la Santa Sede, acusados de connivencia en los delitos. Entre ellos aparece el responsable de los fondos, el cardenal Angelo Becciu. En su caso está acusado de malversación y abuso de oficio, entre otros delitos, ya que también se juzgan pagos a algunos hermanos o a la mencionada Marogna.
El hecho de que desde que se abrió el proceso hasta ahora el Vaticano haya reformado sus leyes procedimentales es uno de los puntos en que se basa la defensa de Becciu. Hay que recordar que el Papa autorizó a que los cardenales pudieran ser juzgados, dentro del Vaticano, en un proceso ordinario, sin ir directamente a la última instancia, como era previsto.
A día de hoy no solo está en juego la suerte de los diez acusados, también la reputación y credibilidad del Vaticano a nivel internacional. Hay que recordar que los tribunales del Vaticano no cuentan con experiencia en juzgar delitos económicos de tanta complejidad y derivaciones globales como los que se juzgan. De hecho, ha debido contratar a magistrados de Italia para poder afrontarlo, ya que la jurisdicción vaticana se basa en la italiana para este tipo de cuestiones.