Cuatro claves que indican que la reforma del Vaticano ya es efectiva, aún sin Constitución Apostólica
Nuestro corresponsal en Roma desgrana algunas claves para entender mejor la política interna del Papa Francisco para sanear el Vaticano
Cuando hace unos días le pregunté a un prelado italiano por la reforma de la Curia, me sorprendió su respuesta: «La reforma empezó el primer día, desde el momento en que el Papa se fue a vivir a Santa Marta. Todo lo que se escriba, está vivido». Me pareció certero, porque la tan esperada Constitución Apostólica, que el Papa tuvo que aplazar por una operación este verano, reflejará gran parte de lo que ya está en marcha.
El proceso al cardenal Angelo Becciu y otros nueve acusados ha puesto de manifesto algunos de los cambios esenciales de la organización del Vaticano: el plano jurídico y el económico. La atención que el Papa dedica a determinados dicasterios, en detrimento de otros, es también una muestra clara de la dirección en que vamos. Hay cuatro áreas donde es evidente esta reforma:
Tribunales sin privilegios
El hecho de que un cardenal de la Iglesia pueda ser juzgado, al interno del Vaticano, sin un trato especial, supone un cambio notable. Hasta la fecha, obispos y cardenales tenían el privilegio de solo ser juzgados por un tribunal del que formaban parte jueces y otros cardenales nombrados por el obispo de Roma. La novedad es que desde ahora, los purpurados y los laicos, hombres o mujeres, tienen el mismo trato ante la justicia, tal y como se ha establecido con un reciente decreto. Esta normativa tiene como telón de fondo los principios del Concilio Vaticano II, donde la dignidad de los laicos, por el mero hecho de ser bautizados, les sitúa en el mismo plano que quienes ocupan un alto puesto en la jerarquía.
Reforma económica
El mismo proceso al cardenal Angelo Becciu ha acelerado una reforma económica que tiende a ordenar y poner más control en la gestión económica y financiera. El citado cardenal se sienta en el banquillo acusado de malversación de fondos de la Secretaría de Estado. El hecho de que le entregara más de 500.000 euros, durante cinco años, a una mujer que decía realizar trabajos de seguridad, constituye uno de los cargos. Este presunto delito hubiera sido muy difícil de cometer en nuestros días, porque desde hace meses la Secretaría de Estado no puede administrar fondos propios.
El hecho de que la Secretaría para la Economía tenga el poder de supervisión sobre limita las oportunidades de corrupción.
La reforma de la Economía es un hecho en una organización compleja, que se divide entre Estado Vaticano y Santa Sede. Hay partidas vinculadas al territorio, como los ingresos de los Museos, y otras a la labor apostólica de la institución, como los dicasterios. El hecho de que la Secretaría para la Economía tenga el poder de supervisión sobre todo ello, limita las responsabilidades y las oportunidades de corrupción.
Dicasterios para evangelizar
Uno de los grandes cambios de la futura Constitución Apostólica será el papel y la jerarquía de los dicasterios del Vaticano. Y aquí también nos encontramos que la reforma, en la realidad, también está muy avanzada. Históricamente era el dicasterio para la Doctrina de la Fe, en el que se controla la ortodoxia y se ponen freno a los errores, el elemento esencial de la Curia. Así constaba hasta la llegada del Papa Francisco. Pero la realidad es que el número de resoluciones e intervenciones de ese dicasterio se han reducido de forma radical con el presente pontificado.
El propio nombre de la futura Constitución Apostólica da la clave de lo importante en la Curia: Predicate Evangelium, comunicar la nueva noticia. Por ello, los dicasterios dedicados a la evangelización, la caridad o la dignidad humana cobran un mayor peso. Y esto es algo que ya ha puesto en marcha el Papa Francisco desde el primer día, dando prioridad a los encuentros con personas necesitadas, visitando los países más pobres o donde los cristianos son minoría. El hecho de que en la nueva Constitución tenga un rango más alto la Limosnería Apostólica, que dirige el cardenal Krajewsi, es una manifestación práctica del interés concreto por los demás. El Papa quiere que sea evidente que la Caridad, el primer mandamiento, está un primer plano. Es algo que vive personalmente en cada audiencia de los miércoles, dedicando un tiempo privilegiado a los enfermos.
Una curia al servicio de las diócesis
El comienzo del Sínodo sobre la Sinodalidad está relacionado con uno de los elementos de reforma del Vaticano. El objetivo es que la Curia esté el servicio de las necesidades de las diócesis, que sea capaz de escuchar y dispensar servicios y no al revés. Y el hecho es que el Sínodo que comienza estos días en Roma quiere abrir un proceso de escucha, quiere que se trabaje en las diócesis y que se escuche a laicos y religiosos de las diócesis, nacionales o continentales, para adoptar las reformas oportunas.
Junto a estos cuatro factores, la presencia de laicos y mujeres en puestos de mando en la Iglesia ha ido creciendo progresivamente. La Iglesia y el Vaticano han adoptado cambios importantes en estos años, que la Constitución Apostólica tratará de apuntalar. Con todo, el Papa insiste que esta nueva estructura servirá de poco si en el corazón de quienes trabajan en la Curia no se da un cambio, una auténtica reforma interior. Ese es el gran reto.