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La púrpura de la rosa: una ópera para toda la Hispanidad

Nos aproximamos al momento cumbre de la cultura de los virreinatos americanos, donde música e historia, alcanzan la mayor cota del arte: el asombro

El Día de la Hispanidad es una jornada propicia a la memoria y la reivindicación. A ambos lados del Atlántico, se suceden las defensas encendidas y las peticiones de perdón politizadas. Podríamos, desde luego, retomar buena parte de los argumentos esgrimidos durante más de un siglo desde la Defensa de la Hispanidad (1934), de Ramiro de Maeztu, y la Idea de la Hispanidad (1938) de García Morente hasta las brillantes Fake news del Imperio español: embustes y patrañas negrolegendarias (2021) de Javier Santamarta. Al final, con tanto ataque, tanta mentira y tanto uso político de la historia y la memoria, a uno le entran ganas de pelea.

Pero hoy es un día de celebración y no vamos a dejar que nos lo amarguen los tristes woke y los resentidos del Foro de São Paulo y el Grupo de Puebla.

Vámonos, pues, a la ópera.

Es 19 de octubre de 1701. El lector debe imaginar el esplendor del palacio virreinal de Lima. Las maderas labradas, los candelabros luminosos y la plata rutilante por doquier. El virrey, don Melchor Portocarrero Lasso de la Vega, III Conde de Monclova (1636-1705), ha encargado una obra musical al célebre Tomás de Torrejón y Velasco (1644-1728), maestro de Capilla de la Santa Iglesia Metropolitana de la ciudad. Los asistentes son la flor y nata del Perú del siglo XVIII. Se trata de festejar el 18º cumpleaños del rey Felipe V y el primer aniversario de su ascensión al trono de España. El libreto parte de un texto de don Pedro Calderón de la Barca (1600-1681) levemente modificado. La loa al rey, que abre el texto, dice así: «La Púrpura de la Rosa, representación musical, fiesta con que celebró el año décimo octavo, y primero de su reynado del Rey Nuestro Señor Don Phelipe Quinto. El Excelentísimo Señor Conde de la Monclova, Virrey, Gobernador y Capitán General de los Reinos de el Perú, Tierra Firme y Chile, etc. Compuesta en música por Don Thomas Torrejón de Velasco, Maestro de Capilla de la Santa Iglesia Metropolitana de la Ciudad de los Reyes, año de 1701». 

Es un momento cenital de la cultura de los virreinatos americanos. Ese humanismo renacentista y barroco, que alumbró al inca Garcilaso de la Vega (1539-1616) y a sor Juana Inés de la Cruz (1648-1695), había alcanzado su plenitud. La púrpura de la rosa se compuso en América y en ella se interpretó por primera vez aquel 19 de octubre. En ella se funden la tradición española con las influencias venecianas. Cuando la ópera salió de Europa, se dirigió a América, mejor dicho, a los virreinatos americanos. En ellos, estaba surgiendo esa forma prodigiosa de mezcla cultural que damos en llamar «mestizaje». 

Hubo que esperar hasta el siglo XX para que La púrpura de la rosa llegase a la Vieja España. Se estrenó en Madrid en 1970 y, de nuevo, ya con instrumentos de época, volvió a sonar en el Teatro de la Zarzuela en 1999. Era el final de un periplo por el mundo hispano que había comenzado casi tres siglos antes. No sabemos cómo fue el estreno aquel día de octubre de 1701, pero gracias a Radio Televisión Española sí conservamos la grabación de esa representación de 1999 presentada por José Luis Téllez.

Así que ya tienen un plan para esta tarde este 12 de octubre. Olvídense de controversias y querellas políticas o históricas. Ya discutirán y renegarán mañana. Permítanse un viaje al palacio del virrey Portocarrero Lasso de la Vega. Bajen las luces -ahorrarán dinero por añadidura- y escuchen.

Escuchen.

Feliz Día de la Hispanidad.