Juan Pablo I será beato
Francisco ha autorizado a la Congregación para las Causas de los Santos a promulgar el decreto sobre la curación milagrosa atribuida a la intercesión del Papa Juan Pablo I
A pesar de su efímero papado, apenas unas semanas, el venerable Juan Pablo I, cuyo nombre civil era Albino Luciani, quedó inscrito en el corazón de los feligreses por su sencillez, humildad y su eterna sonrisa.
Las investigaciones por parte de la Congregación para las Causas de los Santos, le atribuyen un milagro de intercesión. Se trata, tal y como recoge Vatican News, de la curación de una niña de once años en Buenos Aires el 23 de julio de 2011, que padecía «encefalopatía inflamatoria aguda severa, enfermedad epiléptica refractaria maligna, shock séptico» y que para entonces estaba al final de su vida. El cuadro clínico era muy grave, caracterizado por numerosas crisis epilépticas diarias y un estado séptico causado por una bronconeumonía. La iniciativa de invocar al Papa Luciani la había tomado el párroco de la parroquia a la que pertenecía el hospital, del que era muy devoto. La niña, repentinamente, quedó curada.
A la espera de fecha
La decisión ha sido tomada esta mañana, cuando el Papa Francisco ha recibido en audiencia al cardenal Marcello Semeraro, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, y ha autorizado a la congregación a promulgar los decretos relativos al milagro atribuido a Juan Pablo I. Se abre así el camino para la beatificación del pontífice veneciano y ahora solamente queda saber la fecha en la que será proclamado beato.
La sonrisa de Dios ante los excluidos
Nacido el 17 de octubre de 1912 en Forno di Canale (hoy Canale d'Agordo), en la provincia de Belluno, y fallecido el 28 de septiembre de 1978 en el Vaticano, Albino Luciani fue Papa durante sólo 34 días, uno de los pontificados más cortos de la historia. Era hijo de un obrero socialista que había trabajado durante mucho tiempo como emigrante en Suiza. En la nota que le escribió su padre, dándole el consentimiento para entrar en el seminario, se lee: «Espero que cuando seas sacerdote, estés del lado de los pobres, porque Cristo estuvo de su lado». Estas palabras Luciani las pondría en práctica a lo largo de su vida.
Luciani fue ordenado sacerdote en 1935 y en 1958, inmediatamente después de la elección de Juan XXIII, que lo había conocido como Patriarca de Venecia, fue nombrado obispo de Vittorio Veneto. Hijo de una tierra pobre caracterizada por la emigración, pero también muy viva desde el punto de vista social, y de una Iglesia caracterizada por grandes sacerdotes, Luciani participó en el Concilio Vaticano II y aplicó sus directrices con entusiasmo. Pasó mucho tiempo en el confesionario y fue un pastor cercano a su pueblo.
Se granjeó el respeto y admiración de Pablo VI y del mencionado Juan XXIII, de ahí que eligiera el nombre compuesto para su papado en forma de gratitud por el magisterio recibido para su ejercicio pastoral. Antes de esto, eligió la palabra humilitas para su escudo episcopal, es un pastor que vive con sobriedad, firme en lo esencial de la fe, abierto desde el punto de vista social, cercano a los pobres y a los trabajadores. Fue intransigente cuando se trataba de la utilización sin escrúpulos del dinero en detrimento del pueblo, como lo demuestra su firmeza durante un escándalo económico en Vittorio Veneto en el que estuvo implicado uno de sus sacerdotes. En su magisterio insistió especialmente en la misericordia, hecho que Francisco recordaría de forma especial durante la celebración del Año Santo de la Misericorida.
En Venecia, como cabeza de su Iglesia, tuvo que sufrir las protestas que caracterizaron los años posteriores al Concilio. En la Navidad de 1976, en el momento de la ocupación de las fábricas del polo industrial de Marghera, pronunció unas palabras todavía muy actuales: «Hacer alarde de lujo, despilfarrar el dinero, negarse a invertirlo, robarlo en el extranjero, no sólo constituye insensibilidad y egoísmo: puede convertirse en provocación y acumular sobre nuestras cabezas lo que Pablo VI llama 'la ira de los pobres con consecuencias imprevisibles'».
Gran comunicador, escribió un exitoso libro titulado Illustrissimi, con cartas que escribió e idealmente envió a los grandes del pasado con juicios sobre el presente. Concedió especial importancia a la catequesis y a la necesidad de que quienes transmiten los contenidos de la fe se hagan entender por todos. Tras la muerte de Pablo VI, fue elegido el 26 de agosto de 1978 en un cónclave que duró tan solo un día.
Virtudes heroicas de Diego Hernández
Además, el Santo Padre ha reconocido las virtudes heroicas del Siervo de Dios Diego Hernández González, sacerdote diocesano español; nacido el 3 de enero de 1915 en Javalí Nuevo (España) y fallecido el 26 de enero de 1976 en Alicante (España).