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Fotograma de la serie The Leftovers

Fotograma de la serie The LeftoversImdb

The Leftovers y la cartografía del Misterio

The Leftovers, la serie de los creadores de Lost, explora todas las aristas emocionales que vienen como consecuencia de la desaparación repentina del dos por ciento de la humanidad

Basta asomarse a los títulos de crédito para sentir la desazón trascendente que exhala The Leftovers, su furia 'sixtina' y su rabioso diseño celestial. La desesperación de los que ascienden —Dios sabe dónde— y el llanto de los que se quedan aquí. El Más Allá y el más acá. Y el dolor inconsolable de una frontera para la que no existen mapas. Porque eso es la extraordinaria The Leftovers: una cartografía del Misterio. Del primero y más acuciante, del que viste mayúsculas, por tópico que resulte: ¿de dónde venimos? ¿A dónde vamos?

The Leftovers

Detrás de la ominosa música de esos créditos emerge un grito sin eco: el de la búsqueda de sentido. En la primera escena se nos apunta cómo desaparecen, de repente, el dos por ciento de toda la población mundial. Sin razón. Ni explicación. Ni patrón alguno. ¡Una puñetera broma cósmica sin pizca de gracia! Ante el vacío que se abre, unos personajes deciden saltar hacia adelante con furia sectaria, otros optan por refugiarse en la locura e, incluso, están los que se culpan sin descanso por haber sobrevivido.

Esta bancarrota moral y afectiva hace que, en sus primeros compases, The Leftovers resulte una propuesta dura. Durísima. Uno acaba cada episodio con el alma repleta de magulladuras, incómodo por mirarse en tantos espejos apocalípticos. Esa secta blanca y silente que fuma echándote la nicotina de tus miserias, ese pastor religioso que busca desesperadamente el «algo habrán hecho» para ordenar el caos, o ese policía que pugna por mantener la cordura en medio de un mundo que se ha vuelto completamente tarumba y deprimido. ¡Porque hay tantas cosas que no tienen sentido, tanto consuelo que no llega!

The Leftovers

No obstante, todo hombre sabe que tras el invierno ha de amanecer la primavera. Es la vida desde que el mundo es mundo. Y ahí aguardan los créditos de la segunda temporada, que suenan a un country centrifugado por Borges: «Tu ausencia me rodea / como la cuerda a la garganta, / el mar al que se hunde». Mas el recuerdo, como la animante melodía que acompaña a las luminosas fotografías, también puede ser feliz. Cielo y tierra, presencia y ausencia, alegría y pena. Hacer las paces con la tragedia para recobrar el equilibrio. Y volver a sonreír, quizá en alguna aldea perdida de Australia. La contradicción de una felicidad que necesita el dolor para resultar plena, como una lágrima en primerísimo primer plano.

Cuando la razón no concede respuestas de esa rotunda desaparición del dos por ciento de la humanidad, el hambre por saber conduce a los personajes por otros derroterosAlberto Nahúm

Porque, por mucho renglón torcido y dados trucados, está en la naturaleza humana resistir. No bajar los brazos. Si a The Leftovers le importa tres narices el enigma narrativo es porque todas sus energías se concentran en el misterio teológico. Cuando la razón no concede respuestas de esa rotunda desaparición del dos por ciento de la humanidad, el hambre por saber conduce a los personajes por otros derroteros: salvajes, alucinados, violentos, luminosos, redentores... Sí, de acuerdo, pululan por la serie falsos profetas y aprovechateguis del dolor, personajes que mienten y se mienten, pero también comparecen el perdón, la reconciliación y el milagro. En la season finale de la segunda temporada el incrédulo John Murphy —quien, como santo Tomás, ha tenido que palpar las heridas para creer— le espeta a Kevin Garvey: «No entiendo lo que está pasando». «Yo tampoco», le responde su vecino. El Milagro. “Estás en casa», susurra Nora.

Repleta de simbolismo y con una puesta en escena rotunda, a flor de piel, The Leftovers explora todas las aristas emocionales de un shock que te ha arrebatado lo que más querías. Sus criaturas buscan explicaciones gritando al Cielo o pactando con el Diablo. ¡Esa alucinada obra maestra que es International Assasin, el octavo episodio de la segunda temporada! ¡Ese intento de Nora Durst por sumergirse en el otro lado, en la amarga tercera temporada! Y nosotros, los espectadores, constatamos —mientras nos arrulla la bellísima, lancinante, melodía de Max Richter— que el misterio siempre formará parte de nuestra existencia. Porque también estamos modelados por las respuestas que nos damos a las inquietudes metafísicas, esas últimas preguntas que también son las primeras.

Fotograma de la serie The Leftovers

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