Los farmacéuticos católicos: «Los antidepresivos somatizan un dolor interior profundo»
El colectivo celebró una jornada para reflexionar sobre las raíces de su misión como profesionales y como cristianos, incidiendo en el respeto a la dignidad de cada paciente y en la acogida
«Las farmacias contribuís al bien común de una manera propia; acogiendo a los más vulnerables jugáis un papel fundamental en el mensaje de Jesucristo», reflexionaba el sacerdote y médico Juan Carlos García de Vicente durante el coloquio organizado el viernes por la Asociación Española de Farmacéuticos Católicos (AEFC). En este encuentro, celebrado vía online, los miembros del colectivo reflexionaron sobre su misión en una sociedad «marcada por el relativismo, el cientificismo y que deja a la persona desvalida», lamentó la otra ponente, la farmacéutica Victoria Escudero.
Para los cerca de 260 miembros de esta entidad, la cruz verde y luminosa que corona cada farmacia recupera su sentido original: «Nuestra misión −continuaba Escudero− como farmacéuticos católicos es salvar de la oscuridad; muchos de los medicamentos que nos piden como los antidepresivos somatizan un sufrimiento más profundo». En esta línea, los ponentes defendieron la necesidad de tratar a cada paciente con dignidad, de explicar el sentido de los tratamientos y de convertir la farmacia «en un lugar de encuentro con Dios y con los demás».
«Tenemos el deber de atender a las personas y no a los ingresos»
Este punto de partida que impulsa la misión profesional de los miembros de la AEFC se concreta en cuestiones como el compromiso con el código deontológico. «Tenemos el deber de atender a las personas y no a los ingresos; hemos de pensar en si la persona que tengo enfrente necesita tal medicamento o si me va a reportar más beneficio a mí que a ella» destacaba la presidenta de la AEFC, Marta González Román, en una entrevista concedida a la Asociación Católica de Propagandistas previa al coloquio.
Otro punto concreto que distingue a los farmacéuticos católicos −según defendieron González Román y los ponentes de la jornada− es la defensa de la vida, «sobre todo la más indefensa». La apuesta por métodos anticonceptivos naturales, la objeción de conciencia frente a la venta de productos abortivos o la insistencia en la medicina paliativa como alternativa a la eutanasia se desprenden de esta visión. «Hemos de buscar soluciones sin comprometer la vida de ninguno de nuestros pacientes, por pequeña o poco productiva que sea» destacaba la presidenta de la entidad.
¿Y las consecuencias? «Es verdad que cuando no vendes ciertos productos hay quien se enfada y deja de venir a tu farmacia… pero Dios te da el ciento por uno también en esta vida», apuntaba González Román, y recordaba una anécdota del fundador de la AEFC, el farmacéutico José Carlos Areses, que rechazó un pedido importante de un organismo oficial por coherencia y recibió un cliente mucho mejor poco después.
Desde la AEFC también apuntan a la necesidad de formarse continuamente y de dar razones a los pacientes de todas las decisiones. «Hay objeción de conciencia, pero yo prefiero hablar de objeción de ciencia: que mis propuestas contra y a favor de ciertos productos se basen en criterios científicos», señalaba González Román, y concluía: «El apellido de católicos de nuestra asociación no resta, suma».