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Lepanto

Carme Narváez, de la UAB, asegura que este tipo de alianza fue clave para reforzar las relaciones entre el Imperio Español y el pontíficeWikimedia

La alianza antes de Lepanto: reliquias y esculturas del Vaticano a Felipe II

Nuestro corresponsal nos narra, de la mano de la historiadora de la UAB, Carme Narváez, el trabajo diplomático que giro en torno a las reliquias y obras artísticas con el fin de enfrentar la amenaza turca

La colección de doce bustos de emperadores romanos, enviada por Pio V a Felipe II, en 1568, es una de las muestras de amistad que afianzaron la alianza entre los dos regentes de cara a luchar contra los turcos en el Mediterráneo. Una historiadora de la Universidad de Barcelona, Carme Narváez, asegura que este tipo de obras artísticas, así como numerosas reliquias de santos y de la cruz, fueron clave para reforzar las relaciones entre el Imperio Español y el pontífice en aquella época.

«En el caso de Felipe II, un hombre profundamente religioso, era muy aficionado a los regalos devocionales. Por eso valoraba especialmente las distintas reliquias, de San Lorenzo o de la Vera Cruz, que enriquecían el Monasterio de El Escorial», afirma Narváez. En este contexto, «el envío de los doce bustos de emperadores romanos es algo extraordinario, se sale de lo normal».

Según documentación de la época, el pontífice había prometido a Maximilano de Habsurgo el envió de estos doce bustos, pero la ambigüedad del emperador germánico con respecto a los protestantes le hizo cambiar de idea. El destinatario fue Felipe II, a quien necesitaba para poner en marcha una gran alianza contra los turcos en el Mediterráneo. Hay que recordar que muchas zonas de Italia habían sido saqueadas o estaban amenazadas por las tropas del sultán.

«El Papa necesitaba las galeras españolas y le interesaba especialmente reforzar la amistad con Felipe II», asegura la historiadora de la Universidad de Barcelona. En el caso del emperador español, era consciente de cómo el poder espiritual de Roma le ayudaba en su proyecto internacional. «Eran dos potencias que se necesitaban mutuamente en aquella época», sentencia Carme Narváez.

Felipe II por Sofonisba Anguissola, 1565

Felipe II por Sofonisba Anguissola, 1565Museo del Prado

Una forma de `deshacerse´ de la simbología pagana

De hecho, el Papa logró reunir las galeras de Génova, Venecia, los Estados Pontificios, la Orden de Malta y España, con el liderazgo de este último imperio. Al frente de toda la flota que luchó en la Batalla de Lepanto, en 1571, estaba Juan de Austria, el hermano bastardo de Felipe II.

El regalo imperial de los doce bustos se encuadra en una estrategia del Papa Pio V de deshacerse de gran parte de la escultura pagana. Por ese motivo, el pontífice regala al pueblo de Roma 127 esculturas que tenía en el Palacio del Bellvedere, donde hoy están los Museos Vaticanos, en esa misma época.

Está documentado que las esculturas de los emperadores romanos llegaron poco después al Alcázar de Madrid, el edificio que se perdió por un incendio dos siglos más tarde. Por ello, no es fácil hoy día determinar dónde han terminado estas piezas, aunque la historiadora Carme Narváez cree bastante probable que algunas de las que no se destruyeron en el incendio se encuentran en el Museo del Prado.

Es un hecho que durante el XVI también se comparten las novedades artísticas gracias a la diplomacia, especialmente desde Italia hacia el resto de EuropaCarmen Narváez - historiadora de la UAB

Las series de bustos de emperadores romanos fueron una moda en la Italia del Renacimiento. El inicio del coleccionismo y el recuerdo de la obra de Suetonio, La vida de los doce césares en la que valora a los primeros emperadores como modelo del buen gobierno, hicieron que las grandes familias italianas lucieran estas esculturas en sus jardines o terrazas.

Narváez ha presentado las conclusiones de sus estudios en la Pontificia Universidad Gregoriana, en un congreso sobre El Arte y los artistas en la diplomacia pontificia’. Una investigación que se basa en los documentos del embajador Lluis de Requesens durante el pontificado de Pio V. Requesens se mantuvo al frente de la embajada ante la Santa Sede desde el año 1561 hasta 1569, consolidando los lazos entre las dos potencias europeas.

Este tipo de intercambios no solo facilitaban relaciones diplomáticas entre los Estados, sino que también ayudaban a la propagación de los estilos artísticos. A juicio de Narváez, «la difusión de modelos artísticos está muy documentada a partir del siglo XVII, pero es un hecho que durante el XVI también se comparten las novedades artísticas gracias a la diplomacia, especialmente desde Italia hacia el resto de Europa». 

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