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Reportaje de la crisis humanitaria en la UE

Cáritas Bielorrusia y entidades polacas reclaman medidas urgentes: «Hemos atendido a más de 100 niños en los bosques»

En un radio de 20 kilómetros, centenares de personas están a la intemperie a la espera de la resolución de la guerra híbrida entre Polonia y Bielorrusa. Las entidades sociales, entre ellas Cáritas, denuncia está vulneración sistemática de la dignidad de los migrantes

El primer retén militar es en Straż, a 27 kilómetros de la frontera con Bielorrusia. Tres uniformados, con subfusiles al hombro, van deteniendo los coches mientras conversan entre ellos. Echan un vistazo rápido, sobre todo a la parte de atrás, y te dejan pasar.

Son las 16:15 de la tarde y ya es noche cerrada en Polonia.

El termómetro del coche marca 7 grados, pero la sensación térmica, entre el viento y la lluvia fina, es menor. Basta con salir cinco minutos a repostar, entre el trajín constante de patrullas policiales con las sirenas a todo trapo y camiones del ejercito, para darse cuenta de ello.

Nada más llegar al bloque de apartamentos en Sokółka, a 15 kilómetros de Kuźnica, donde poco puede saberse de lo que está ocurriendo allí con los migrantes, pues los medios de comunicación tienen vetado, en esta zona de la Unión Europea, el acceso para informar, nos encontramos con un amplio dispositivo informativo. Euro News y TVN 24 entrevistan a una joven menuda que les enseña un almacén ubicado en los bajos del edificio. El lugar está repleto de mantas, sacos de dormir, botas de invierno, botellas de agua, pañales, toallitas de bebé y compresas.

La entrevistada es Dorota Nowok, de la fundación polaca para el trato justo a los migrantes y refugiados Ocalenie.

«No entendemos este silencio informativo y administrativo por parte del Gobierno. Sabemos que hay gente atrapada en la frontera, sin nadie que los ayude». «Estamos atendiendo a personas que están congeladas, muchos de ellos con cuadros de hipotermia. Les estamos llevando mantas y ropa de abrigo porque están constantemente mojados. Aquí tenemos sopa, tés… Lo necesario para que entren en calor».

Desde septiembre hemos atendido a algo más de 100 niños en los bosquesDorota Nowok - Fundación Ocalenie

Le preguntamos por el número de familias, especialmente de menores, que están ahora mismo en los bosques. «Es muy difícil saberlo porque es una zona restringida. Nadie, en realidad, puede monitorizar la situación. Desde Ocalenie llevamos haciendo intervenciones desde septiembre. En este tiempo hemos atendido a algo más de 100 niños».

A juicio de Nowok, «solamente conocemos una parte muy pequeña de esta historia» y no descarta que la cifra de fallecidos, 11 hasta la fecha, pueda crecer si no cambian las cosas y se mantienen las bajas temperaturas. Para Dorota es su última tarde en la frontera antes de volver a Varsovia. Su relevo, Natalia Boryslawka, ya prepara la siguiente intervención en los bosques aledaños.

Una joven en BruzgiEFE

«Dignidad y respeto» para los migrantes 

A 8 kilómetros aproximadamente de la frontera polaca, en una nave industrial localizada en Bruzgi, cientos de migrantes que no han conseguido llegar a la Unión Europea han sido trasladados por las fuerzas armadas del régimen de Lukashenko. Hacinadas, esperan el próximo movimiento del ejército.

Cáritas Bielorrusia trata de acompañar a las familias sobre el terreno. Anna Yakimovich es una de sus directoras adjuntas.

«La Iglesia católica está y estará siempre cerca de quienes sufren o se encuentran en circunstancias difíciles», nos dice por correo Yakimovich, que recomendó encarecidamente, dada la situación actual, precaución para los periodistas, pues están siendo perseguidos, detenidos -como el caso de Roman Protasevich, cuyo avión desviaron cuando viajaba de Grecia a Lituania- o incluso desapareciendo; como les ha ocurrido a Irina Levshyna, directora de la agencia BelaPAN, y a uno de sus reporteros, Zakhar Shcherbakov.

Uno de los párrocos de la zona visita a los migrantes en BruzgiCáritas Bielorrusia

«Es imposible no hacer nada ante las miles de personas que están al borde de la vida y la muerte en la frontera»

Le preguntamos por el trabajo de Cáritas en este país y sobre la labor de los católicos, una minoría que no supera el 7 % frente a la mayoría ortodoxa, un 83 % de la población, posicionada a favor de Lukashenko. «Los creyentes de todo el país, con el espíritu de la misericordia y la compasión cristianas, respondieron a la solicitud de los obispos católicos bielorrusos de organizar asistencia material para quienes nos rodean». Citando al nuncio apostólico de Su Santidad en Bielorrusia, el arzobispo Ante Jozic, Yakimovich pide «asegurar a los migrantes condiciones de vida dignas». «En este momento -decía en un comunicado Jozic-, la solidaridad de todos es necesaria para salvar la vida de las personas, buscando la mejor solución. Es imposible simplemente mirar y no hacer nada ante las miles de personas que están al borde de la vida o la muerte en la frontera a la espera de decisiones políticas».

Además de las oraciones de los católicos bielorrusos, de los materiales recibidos para sortear el frío y de los donativos recogidos por parte de los feligreses y de la caridad internacional, Yakimovich suscribe punto por punto las palabras del padre Andrey Aniskevich, director de Caritas en Bielorrusia: «Cada persona, sin importar de dónde venga, es como una hermana o un hermano para nosotros. Todos los seres humanos, independientemente de su origen, deben ser tratados con dignidad y respeto».

Cáritas Bielorrusia

Sokółka en un vistazo

Sokółka es una ciudad en el Voivodato - el equivalente a nuestras provincias- de Podlaskie, en el noreste de Polonia. Cuenta con unos 18.000 habitantes. Las casas de cambio de divisa, los bares, los supermercados y la fabulosa Iglesia de San Antonio de Padua, es lo que nos encontramos en una visita fugaz que, al igual que los pueblos castellanos, la vida en Sokółka gira alrededor de la carretera.

Precisamente en San Antonio de Padua ocurrió el que ha sido denominado como El milagro Eucarístico de Sokółka. Fue el 12 de octubre de 2008,  cuando una hostia consagrada, que cayó al suelo durante la Misa, después de haber sido recuperada por el padre Filip Zdrodowski, se convirtió parcialmente en tejido miocárdico humano. 

Con más de 400 años de historia, Sokółka se encuentra en el punto de encuentro de las culturas de Oriente y Occidente. Debido a la ubicación en la zona fronteriza, las influencias de varias nacionalidades se han ido entreverando durante siglos: polacos, bielorrusos, judíos, tártaros, rusos, lituanos y alemanes, haciendo de esta ciudad y sus alrededores un mosaico cultural y étnico.

A día de hoy, las escuelas llevan cerradas desde hace semanas y es difícil, una vez que ha anochecido, ver a gente por las calles, a excepción de los jóvenes, que abarrotan los bares en busca de calor, pizza y birra. 

​La hiperinflacción que lleva adoleciendo Polonia en los últimos años, una de las más altas del mundo, se nota en el café, por encima de los tres euros, y al echar gasolina, con un precio el litro de 6,04 zlotys, cerca de 1,29 €. 

​El desfase entre las ciudades y el entorno rural es palpable en la calidad de vida, las construcciones y los salarios. Si bien en los grandes centros urbanos hay una clase media asentada, en la zona boscosa a duras penas se llega al salario mínimo de 610 euros.