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Reportaje de la crisis humanitaria en la UE

El entierro de Al-Raimi, el migrante fallecido en la frontera con Bielorrusia

Una treintena de medios nacionales e internacionales cubren el entierro de uno de los migrantes que perdió la vida en la frontera entre Polonia y Bielorrusia. En el cementerio de Mizar, descansan los restos de otros dos migrantes, uno de ellos, no identificado

En la mañana del 21 noviembre ha tenido lugar en la aldea fronteriza de Bohoniki, entre Polonia y Bielorrusia, la celebración del funeral del migrante yemení, Mustafá Mohammed Murshed Al-Raimi, de 37 años.

Tras cruzar unas inmensas montañas de arena que circundan la carretera, fruto del trabajo de la gravera ZPK Szumowo, llegamos a esta pequeña localidad tártara de apenas 100 habitantes.

A las puertas de la mezquita, una treintena de periodistas esperan a que ocurra algo que poder llevar a las portadas de sus medios y agencias. Desde la retirada paulatina de los migrantes de la frontera por parte del Ejército de Lukashenko, aguardando el próximo movimiento del régimen afiliado a Rusia, el pulso informativo languidece, pero no por ello dejan de acontecer historias a las que prestar atención. Un hombre de mediana edad ha fallecido, lejos de su país y de su familia, solo, en los bosques de Polonia.

El imán junto al hermano de Al-RaimiR.M.

Durante el sepelio hubo varios miembros de la comunidad sunita de la zona, un representante de la embajada de Yemen y el hermano de Al-Raimi, que ha volado desde Arabia Saudí para el entierro y que no ha querido dar declaraciones tras la conclusión del mismo.

Mustafá Mohammed falleció el pasado 19 de septiembre tras cruzar la frontera, presuntamente por un cuadro agudo de hipotermia. Hasta hoy, las autoridades gubernamentales de Polonia, por no haber conseguido contactar con sus parientes más próximos y no tener ninguna petición de repatriación del cadáver, no habían autorizado el entierro.

Transportando el cadáver de Mustafá Mohammed a su hueco en la tierraRicardo Morales

Al llegar al cementerio musulmán de Mizar, a escasos metros de la mezquita, la media luna y las estrellas de las tumbas se van abriendo hueco entre el pinar. La mayoría de ellas tienen sus correspondientes lápidas de granito pulido, versos del Corán y sus nombres cincelados. Al-Raimi, al igual que otros dos migrantes que han muerto como consecuencia de la crisis humanitaria que se vive en los límites de la Unión Europea, tienen un agujero en el suelo húmedo.

Impacta escuchar el sonido de las cámaras, ávidas por hacerse hueco entre la comunidad orante que trata de abstraerse del frenesí de las ópticas, mientras resuenan los paletazos de tierra fresca sobre el féretro. 

El entierro de Al-RaimiRicardo Morales

Colocan piedras alrededor de este nuevo hombre de arena, arrejuntan unas cuantas ramas de los árboles, palmean el montículo y elevan sus plegarias.

Los nuevos vecinos de Al-Raimi son Ahmad Al-Hasan, fallecido en similares circunstancias a finales de octubre, y otro hombre de mediana edad que no llegó a ser identificado, aunque se piensa que es de origen africano, y cuya tumba, con una bolsa de alimentos con una cruz estampada y una linterna, reza las siglas NN.

Antes incluso de acabar la ceremonia, los periodistas fuman y comparten impresiones a pocos metros de las tres tumbas. Ríen por lo bajo, revisan las instantáneas tomadas, comparten anécdotas, rumores, se abrigan. Planean el siguiente paso. 

Ricardo Morales